El pasado 4 de mayo, el club B.Leza de Lisboa fue el escenario de la presentación del libro de Cristina Roldão, José Augusto Pereira y Pedro Varela “Tribuna Negra: Orígenes del Movimiento Negro en Portugal, 1911-1933”. Un recuento del movimiento negro en Portugal, fruto de una profunda labor de investigación colectiva, para conocer a las generaciones que sembraron las bases del movimiento negro en Portugal y levantar el velo sobre una historia silenciada.
El investigador y activista panafricanista Apolo Carvalho, fue invitado a hacer la presentación del libro, el 4 de mayo. El evento, que reunió a grandes nombres del movimiento negro en Portugal, incluyó un profundo análisis de la obra expuesta en Tribuna negra: orígenes del movimiento negro en Portugal (1911-1933), y compartiremos el texto en tres partes.
“Buenas noches a todos los aquí presentes. Me gustaría destacar la importancia de la presentación de este libro, en este lugar histórico que es el B.Leza, tal vez nuestro contemporáneo Djulangi [1] en esta metrópoli todavía colonial. Lanzar un libro en este territorio de circulación de saberes, donde el conocimiento se produce en las formas de la música, la danza, la performance, etc., es romper con una cierta jerarquía científica al integrar el libro y el saber escrito en un terreno más amplio, más diverso y más respirable. Por otra parte, también nos permite celebrar. Celebrar nuestra existencia, nuestra lucha, nuestra historia y nuestro encuentro. ¡Enhorabuena por la elección del espacio (B.Leza Club)!
Me pidieron que presentara este libro y agradezco la invitación, pero quería más bien hablar con él, contextualizarlo, cuestionarlo, relacionarlo con una tradición negra y africana más larga, relativa a la producción de conocimiento sobre nosotros y para nosotros. No pretendo, por tanto, hacer un resumen, ni mucho menos una ficha de lectura. Cuento, a partir de ahora, con la indulgencia del tiempo.
Investigador y activista panafricanista Apolo Carvalho. ©Afrolis
En las obras Silences in African History: Between the Syndromes of Discovery and Abolition publicadas (2005) y Por una recuperación de la historia africana (2010), el historiador congoleño Jacques Depelchin expone, de forma muy interesante, el peso de la influencia colonial en la historia africana, llamando a la elaboración de otra historia de África en la que se reconozcan las diversas formas de lucha que existieron. Para Depelchin, los silencios (y el silenciamiento) también son hechos que deben incluirse en la construcción de esta historia, y corresponde a los propios cuerpos, declarados como inexistentes, recuperar y construir esta historia. Su propia historia. Tal acto de insurgencia exigiría, per se, un cambio de mentalidad.
Ese cambio de mentalidad implicaría -como decía Amílcar Cabral (1924 – 1973)- pensar por sí mismo y marchar con los pies bien plantados en la tierra. Es decir, reflexionar sobre la realidad concreta y construir instrumentos emancipadores que nos permitan ocupar el lugar que nos corresponde en nuestra propia historia. Un lugar más justo y digno. Para Cabral, recuperar la historia interrumpida por el colonialismo era un paso esencial en el proceso de rehumanización y de conquista de un futuro diferente en el que, a partir de su propia fuente, pudieran surgir el hombre y la mujer nuevos. El resurgimiento es el acto mismo de un Renacimiento africano del que han hablado -al menos desde los años treinta, si pensamos en movimientos como el Renacimiento de Harlem- importantes intelectuales africanos como Cheikh Anta Diop, entre otros. En 1948, este polímata senegalés formuló la siguiente pregunta: “Quand pourra-t-on parler d’une renaissance africaine”. Para Diop, el Renacimiento africano implicaba una reconexión total con la larga historia de los pueblos africanos. Una historia oculta, que fue objeto de diversas mentiras y falsificaciones, con la complicidad de la ciencia y la política colonial. Lo que Diop propugnaba entonces era una verdadera afirmación cultural y espiritual africana, en la que se reconocieran y valoraran el papel y las aportaciones de África al mundo. El programa político consistía en transformar (una vez más) a África en su propio centro de gravedad.
Si traigo aquí a estos importantísimos pensadores africanos, Diop, Cabral, Depelchin, es porque sus palabras dialogan, y hacen vibrar en una sintonía cómplice, con la obra que hoy nos reúne.
Tribuna negra: origens do movimento negro em Portugal (1911-1933), representa y asume exactamente ese acto insurgente de recuperación de una “historia silenciada, escondida, ignorada”, participando de un largo proceso de rescate de ese “saber forjado en la lucha” que podemos identificar en diversos territorios afro-diaspóricos de todo el mundo. Con esta obra, la autora Cristina Roldão y los autores José Pereira y Pedro Varela, nos permiten llenar varios vacíos que persisten en nuestra memoria colectiva, mostrándonos con hechos y documentos que nunca hubo aridez en lo que se refiere a la producción de conocimiento, donde quiera que hubo presencia negra. Hubo, y siempre hay, una inmensa fertilidad capaz de fecundar nuestra imaginación sobre nosotros. Estamos ante un libro que, centrándose en el contexto portugués, rompe con una cierta monocultura en lo que se refiere a la producción de historia o historiografía portuguesa y lo hace de forma generosa y creativa. Frente al rigor científico, la imaginación y lo imaginario emergen como formas de escritura que buscan conjurar escenarios con los escasos elementos que posee. Como un tejedor, el manto de retazos de una Lisboa negra es trabajado y, en nuestra contemplación, adivinamos una obra de inmenso cuidado y robustez.
Liga Africana y W.E.B. Du Bois en el III Congreso Panafricano de Lisboa, 1923. ©AMPA-FMSMB
El título tribuna, que evoca uno de los periódicos de la época fundado por João Castro y Ayres Menezes, dos importantes figuras del entonces movimiento negro, asume aquí una fuerza política y una libertad epistémica tales que nos recuerdan la célebre frase de la pensadora brasileña Lélia Gonzalez, al referirse a la importancia de ser sujetos del conocimiento de nuestra propia historia, aunque estemos relegados socialmente a un lugar de marginalidad. A propósito de la sociedad brasileña, González dijo, y cito textualmente:
“…en la medida en que los negros estamos en el basurero de la sociedad…como lo determina la lógica de la dominación… El riesgo que corremos aquí es el del acto de hablar con todas las implicaciones. Precisamente porque se nos ha hablado, infantilizado… en esta obra asumimos un discurso propio. Es decir, la basura hablará, y en el buen sentido”.
La provocación, latente en el término tribuna explícito en el libro, no es gratuita, me parece. Se trata de una insurgencia epistémica de quienes deciden no sólo saber, sino también ser autores de su propia historia. La tribuna es un lugar de palabra por excelencia reservado a las personas autorizadas. Es desde la tribuna desde donde toman la palabra y se anuncian. En este sentido, cuando quienes han sido silenciados por la historia, “arrojados al basurero de la sociedad”, deciden hablar en sus propios términos y eligen la tribuna como lugar para hablar, inician el propio proceso de descolonización del pensamiento y de la historia, transformando también el lugar desde el que enuncian.
Una de las cosas que me interesó de este libro es el hecho de que aporta nuevas informaciones sobre organizaciones, acontecimientos y personas negras, revelando también, como las vías de escape, varios signos, marcas, huellas, vestigios, de caminos aún por recorrer. En otras palabras, abre nuevas vías de investigación, prueba de la inmensidad y complejidad de nuestra historia. A modo de ejemplo, entre las diversas imágenes de archivo que se presentan, hay textos escritos en lenguas africanas, de Santo Tomé y Príncipe concretamente. ¿Qué significa esto, qué más podemos saber? ¿Y qué hay de la población trabajadora negra, pobre y marginada, relegada a las sombras de la sociedad, de aquellos que formaron parte de esta larga presencia que alcanzó cerca del 10% sólo en Lisboa? El libro sólo les dedica unas pocas páginas, como diciéndonos que queda mucho trabajo de excavación por hacer, a pesar de las referencias que ya existen (Tinhorão, Castro Henriques, etc.).
©Afrolis
Se trata, por tanto, de un libro fundamental para los estudios panafricanos, que nos incita a cuestionar una serie de aspectos sobre esta larga y diversa presencia de negros africanos en Portugal.
Los autores hablan de la importancia de construir un archivo negro. La cuestión de construir un archivo y una biblioteca propios ha sido ampliamente debatida en el contexto del panafricanismo a lo largo de la historia. Desde mi perspectiva, la cuestión no es tanto la biblioteca y el archivo, que son en sí mismos edificios de conservación cuyas paredes, proceso de catalogación y métodos de “archivabilidad” disciplinan, silencian y violan, sino más bien, la producción e incluso diría, la creación de conocimiento liberador que ha interesado a estos movimientos. La búsqueda de nuestra verdad, como canta la baterista y compositora caboverdiana Ilda Vaz”.
Texto traducido. Publicado originalmente en la revista portuguesa Afrolis el 9 de mayo de 2023 “Tribuna negra: origens do movimento negro em Portugal (1911-1933): Parte 1”
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[1] Djulangi (o Julange en portugués) es una localidad de Santa Catarina, en el interior de la isla de Santiago, que en las dos primeras décadas del siglo XVII sirvió de refugio a unos seiscientos hombres, mujeres y niños que huían de los malos tratos de la esclavitud para recrear, en autonomía y libertad, sus vivencias y costumbres ancestrales. Palabra de origen africano, Djulangi pasa a la historia como uno de los mayores “quilombos” de Cabo Verde. Quilombo es una palabra de origen quimbundo (Angola) y aunque nunca se utilizó en Cabo Verde por miedo, durante la diáspora africana de la colonización portuguesa, el término adquirió el significado de comunidades autónomas de esclavos fugitivos.
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