Este es un poema que publiqué por primera vez y en catalán el día que cumplí 41 años, justo antes de confinarnos. Nací un 14 de febrero, el día de San Valentín y el poema se manifestó en una de las columnas que escribía mensualmente para La Directa. Gemma García, la redactora, me propuso llamarlo “Poema de Sant Valentí” y me pareció lógico. Cuando empecé a escribir la columna no pensé que saldría un poema pero a veces me salen las palabras como un torrente, desde las vísceras y la memoria. En la poesía, los pensamientos fluyen con armonía; en la prosa, en cambio, la redacción me resulta más pausada y artificial, me cuesta encontrar las palabras, las descripciones, las secuencias… Cuando narro, sufro, pero cuando escribo poesía disfruto. No por ello me considero poeta; soy más bien aprendiz de poeta, autodidacta y tardía, que devora todo aquello que sean poemas y que piensa que nunca tendrá tiempo suficiente de vida para leerlo todo.
Vivo con prisa
de ser todo lo que no fui
de hacer todo lo que no hice
de saber todo lo que no supe
de leer todo lo que no he leído
mientras
la vida pasa
sin ser
sin hacer
sin saber
sin leer
Pero este poema, el de San Valentín, ha sido el detonante de algo nuevo y todavía no sé que es. Quizás solo sea una aventura más en mi biografía, un suceso como tantos otros en una vida compleja y particular que me ha llevado a ser jugadora de balonmano, modelo internacional, camarera, actriz, dependienta, estudiante de aeronáutica, de administración de empresas, de un sinfín de postgrados, productora en festivales de música, organizadora de eventos, comercial de discos, auditora de ong’s, gestora cultural, diseñadora de ropa, editora de una revista, ser presentadora de televisión, radio… y madre de trillizos. Un periplo que en ciertos momentos me ha parecido una locura mientras otros decían que era un alma perdida. Tardé en comprender que solo era una amazona en una búsqueda constante de un lugar propio en un tiempo que no estaba, ni está preparado para una mujer negra que no se puede ni se deja encasillar. Una mujer a la que no se le ha permitido tener dudas ni inquietudes, no. Ni ha tenido derecho a ser lo que quiere porque tiene que ser lo que el imaginario colectivo ha reservado para ella.
Cuando Andreu Gomila me propuso hacer un recital de poesía en la Beckett, supe que quería explorar los traumas generados en este viaje. Pero no fui consciente hasta hace poco que ahí, en el “Poema de Sant Valentí”, ya exponía muchas de mis impresiones. Por eso decidí cambiarle el nombre a “Trauma” e incluirlo como prefacio a una colección de poemas que presentaré el próximo 14 de diciembre bajo el mismo nombre. Una sucesión de escenas autobiográficas de shock: sensaciones, retratos, imágenes y hechos que marcaron a una joven negra africana desde que salió de Maputo en 1985. Sucesos hostiles y simbólicos que me ubican en una alteridad perpetua recordándome que no pertenezco a ningún lugar. De mis palabras emanan violencias enmudecidas, experiencias singulares y fragilidades ocultas que asumí como culpa, sin entender que el lugar donde habito no está preparado para alguien como yo. Traumas ajenos al imaginario colectivo grabados en mi cuerpo y que se omiten por la incapacidad de colectivizar. Mi destino está perfilado por el silencio que se enquista en la piel dejando a su paso una constelación de heridas abiertas y de dolor, el rastro de una búsqueda constante de lo común. Una carrera de fondo en la que se difuminan las fronteras del espacio y del tiempo, donde el pasado irrumpe en el presente, y el presente y el futuro se van dibujando con la tinta del pasado. Y este, no deja de ser un ejercicio de rescate de la memoria con la idea de reparar.
TRAUMA
Hoy cumplo cuarenta y un años.
Es san Valentín.
Un día como hoy,
Javier Rubio, un chico moreno de ojos azules,
hijo de guardia civil,
me regaló un colgante con medio corazón.
Llevaba grabado “Trust in me”.
Dos meses después, me dejó
y se quedó con la otra mitad del corazón.
Nunca supe porqué no me llevó a su casa
Sospecho el color de mi piel,
no era del agrado en el cuartel.
Nunca pude desprenderme
del aroma racista
que emanaba de su mala educación.
Hoy es mi aniversario.
Es el día de cupido y del prodigio del capital romántico.
Me pregunto si cupido es blanco, racializado,
o si entiende de interseccionalidad.
Seguro que serían sus atributos en Tinder.
Hoy es mi aniversario.
y llevo más de treinta en las iberias.
Éramos “los negros” de la barriada madrileña,
luego vino otra familia.
Cuando celebré diez años,
le dije a mi madre:
“No hay negros en esta barriada,
tendré que casarme con un blanco”.
Quisieron que fuera Ruud Gullit, Naomi Campbell,
y vete tú a saber quién más,
siempre había algún negro a quien parecerme.
Luego buscaron mi equivalente en la música,
pero les decepcioné.
Mi voz no cumple las expectativas.
Hoy es mi aniversario.
¿Y si el hijo de guardia civil me hubiera regalado
la biografía de Angela Davis
en vez de ese absurdo abalorio?
Pratibha Parmar la leyó a los 14 años.
¿Y si me hubiera encontrado antes con Stuart Hall,
Franz Fanon, Noémia de Sousa, bell hooks,
Paulina Chiziane, Paul Gilroy,
Cheikh Anta Diop…?
Sólo puedo pensar en el tiempo perdido
y en el largo recorrido para llegar hasta aquí.
Entonces aparece Audre Lorde para decirme:
“No estaba previsto que sobreviviéramos.”
Y yo digo:
Nadie estaba preparado para nosotras.
Hoy es mi aniversario.
Siempre tuve la esperanza
de reencontrarme con Maputo.
Lisboa me fascinó.
Madrid me ahogó.
Barcelona me resucitó y me hipnotizó,
a partes iguales.
La brisa se levanta y recorre las calles,
va y vuelve mientras los desaires se apoderan de la ciudad
y las palmeras bailan.
Abajo, en el puerto, huele a
pescado frito, paella, calamares, a sangría…
Antes olía a mar y a bronceador de coco.
Maputo huele a mar y a coco.
“Maputo té una paraulota amagada: puto”
dicen mis hijos.
Nadie nos avisó que había que buscar
el conocimiento crítico de la Historia.
Ahí estaba en los intelectuales negros,
ahí lo encontré, entonces me hice consciente.
Quizás Du Bois estaría orgulloso y
Audre Lorde un tanto desilusionada.
Pero sé que en el fondo ella sabe que
nadie estaba preparado para nosotras.
Por eso,
“No estaba previsto que sobreviviéramos”
Hemos roto el silencio.
Corren malos tiempos para
los racistas y los xenófobos.
Y para todos aquellos que no nos quieren aquí.
Corren malos tiempos para los africanistas.
Ellos siempre hablaron de nosotras sin nosotras.
Querían antes a África que a los africanos.
Pero se olvidaron de que África, no les pertenece.
Charlie Marlow hubiera sido africanista.
Hoy cumplo cuarenta y un años,
y es San Valentín.
Sigo buscando a Maputo
mientras recupero el tiempo perdido
y observo el caos que nos envuelve.
La memoria está hecha de archivos roídos
imposibles de descifrar.
Los miedos y las luchas
no nos abandonarán,
y en nuestras fotografías
nada de eso se verá.
***
Tania Adam (Maputo, 1979) | fundadora y editora de radio africa magazine. Alter ego musical: Safura @taniasafuraadam
LogIn