La puissance
Gros, c’est la puissance, c’est la puissance […]
“¿Qué es eso? ¿Francés? ¿Qué significa la puissance?”
- “¿No conoces a MHD? La puissance significa como potencia, fuerza. Todo el mundo escucha su música ahora”.
Así fue como descubrí, en 2016, la música del entonces desconocido para la mayoría del público español, el joven músico francés MHD. Una amiga compartió una historia en Instagram con La puissance de fondo, y desde el principio, me llamó la atención su sonido, algo bastante novedoso para mí en aquellos momentos. En esa época, la mayoría, por no decir todos, de los artistas negros que escuchaba eran afroamericanos.
Fotograma de La Puissance – MHD
Trap: “La música de la crisis”
¿Afro trap? Un concepto totalmente insólito para mí. Aun así, lo que hacía MHD me resultó de lo más familiar a la vez que no entendía nada de sus letras. De manera similar a cómo consumo música de artistas senegaleses y gambianos, que cantan en wolof o mandinka, sin llegar a entender lo que dicen, pero sus canciones me transmiten emociones como si lo hiciera.
Antes de llegar al afro trap, para entender cómo se llega a este subgénero, es necesario que sepamos qué es el trap, a secas. Hablamos de subgénero del hip hop que se originó en los años 90 en el sur de los Estados Unidos, en concreto en los barrios desfavorecidos de Atlanta, Georgia. Trap house es el nombre coloquial con el que se denomina a las casas donde se producen y venden narcóticos. Ese es el contexto desde el cual se crea este género y sus letras son un ejemplo de ello, inundadas de referencias sobre la trap life, la vida de los trapicheros. Este nuevo sonido supo conectar con una generación que necesitaba expresar sus experiencias de vida, la realidad y la lucha diaria del trabajo en la calle. La música se convierte así en un destello de esperanza, ofreciendo la posibilidad de salir de esos entornos urbanos tan complicados.
La adaptación de la trap a España no podía ser una mera copia de las referencias afroamericanas letra por letra, ya que la narrativa de la trap life que describen esos artistas no refleja la realidad extendida entre los jóvenes españoles. No tendría sentido. Entonces, ¿cómo se traduce esa narrativa? ¿Cuáles son las referencias y los temas de los que hablan los artistas de trap en España? Estas son preguntas importantes que comentaremos más adelante. Pero volviendo al tema, las primeras manifestaciones de música trap en España se empiezan a ver en 2012-2013 con el grupo KEFTV VXYZ (Kefta Boys), formado por los artistas Yung Beef, Khaled, Hakim y El Mini, jóvenes criados en Albayzín, Granada. Tal como explica Ernesto Castro en el libro El trap. Filosofía millennial para la crisis en España (2019). Jóvenes de orígenes humildes, algunos de ellos, como Yung Beef y El Mini, habían migrado fuera de España en busca de trabajo, pero la música los mantenía conectados. Castro a los miembros de P.A.W.N. GANG como uno de los pioneros del trap en España, un grupo catalán que empezó a compartir canciones en YouTube con temáticas sobre armas y drogas alrededor de 2011. Sin embargo, deja claro que los pioneros indiscutibles son los KEFTV VXYZ (Kefta Boys). (Castro, p.67-69)
La llegada del trap a España se produce en un contexto muy específico, siendo abrazado por jóvenes que contemplan un futuro sombrío y desesperanzador, encontrando en este género musical un salvavidas al que aferrarse con fuerza. Castro etiqueta a este género como “la música de la crisis”, sugiriendo que podría ser interpretado como una expresión de las consecuencias económicas derivadas de la crisis del 2008 (p.79). Pero, no lo considera como un elemento determinante, sino más bien como condicionante. En 2013, un año en que España alcanzó un máximo histórico de desempleo juvenil, estos artistas que cantan sobre la desesperación, la ruina, el trapicheo como medio de subsistencia, la vida en la calle, la fiesta, las drogas, las mujeres, entre otros temas, comienzan a ganar popularidad. El trasfondo de las letras del trap español se sumerge en la crudeza que caracteriza la vida en los barrios marginales, reflejando el día a día de esos jóvenes que se identifican con el pesimismo y la desgana que impregnan su visión del futuro.
La música trap se erige como una plataforma democratizadora que pone de manifiesto una nueva forma de creación. Un joven, creando música de manera rudimentaria desde su habitación, produciendo un videoclip amateur con la ayuda de sus amigos y compartiéndolo en redes sociales, tiene la posibilidad de abrirse camino en el mundo de la música sin tener que depender de los canales tradicionales. Este fenómeno no solo representa una evolución en la creación artística, sino también una oportunidad para aquellos que encuentran en el trap una voz para expresar sus realidades y desafíos en un contexto desolador.
La conexión de la música con el barrio
Hablábamos al principio de cómo se traducen las narrativas del trap afroamericano en el contexto español. Si bien las realidades del día a día son bien distintas, hay un vínculo común que los artistas han logrado transmitir, y es la cara más visible de su arte: el barrio. Como he mencionado anteriormente, los artistas que integran este género se caracterizan por sus orígenes humildes, por haberse criado en la periferia. A medida que nos sumergimos en este universo musical, se revela la diversidad de culturas entrelazadas que coexisten en estos barrios, un hilo conductor de experiencias individuales que dibujan una realidad compartida.
Criarse en España siendo hija de personas migrantes es como decía W.E.B. Du Bois “vivir en un estado de doble conciencia”, viéndose siempre a través de los ojos de una sociedad blanca y europea y tener que lidiar con los conflictos que eso genera. Es conformar tu identidad en un lugar donde “integrarse” a menudo implica abandonar parte de tu esencia, para poder demostrar a todo el mundo que conformas esos ideales europeos a los que todos debemos aspirar. Es sentirse fuera de lugar por no saber cómo casar tu cultura materna con tu realidad cotidiana e incluso rehuir de esa cultura para poder ser uno más de tus compañeras.
Sin embargo, en los últimos años los hijos de personas migrantes están encontrando espacios para reivindicar quienes son, sin necesidad de borrar sus orígenes. En los barrios de nuestras ciudades, estos jóvenes han encontrado en la música un altavoz para hacerse oír, una plataforma para compartir sus experiencias y culturas con sus comunidades. Lo mismo ocurre en el deporte, como vimos en esta última Eurocopa con Lamine Yamal y Nico Williams. Dos jóvenes futbolistas, de orígenes humildes, hijos de migrantes africanos que gracias al deporte se les ha abierto la oportunidad de tener una visibilidad que de otra forma no habrían podido alcanzar tan fácilmente.
Es importante reconocer que su éxito no debería ser visto como un acto de activismo. La tendencia de los medios a banalizar el antirracismo, presentando a estos dos jóvenes como salvadores que unificarán a la sociedad española solo por existir y hacer su trabajo, no es una lectura justa ni realista. El hecho de que sean talentosos en el fútbol no debería cargarles con la expectativa de resolver las profundas divisiones sociales derivadas de las estructuras racistas en las que se construyeron los gobiernos que nos rigen. Claro que debemos celebrar que son una fuente de esperanza e inspiración para los más jóvenes y que seguramente abrirán el camino para que futuras generaciones también puedan soñar con salir de sus barrios, tal como lo han hecho ellos. Al mismo tiempo, su éxito es un recordatorio de todo lo que aún debe cambiar para que estos espacios de representación se expandan.
Volviendo a MHD, artista con el que descubrí el afro trap, sus videoclips lograban transportarme de inmediato a las calles del pueblo en la costa del Maresme donde crecí. Piezas audiovisuales que transmiten autenticidad, simplemente nos presentan la plaza del pueblo, quizás un recorrido por alguna de las calles o la entrada de un portal, rodeado de sus amigos luciendo las camisetas de sus equipos de fútbol favoritos, pintando una imagen con la que los jóvenes de los barrios de muchas ciudades pueden sentirse identificados. Los escenarios y las caras de los jóvenes que aparecían en sus videoclips eran como ver a mis hermanos y sus amigos, pasando una tarde tranquilamente en la plaza del pueblo con sus altavoces, disfrutando de la música que les gusta.
En 2017, poco después de descubrirlo, MHD visitó Barcelona y actuó en la sala Apolo, pero no pude ir a verle. A pesar de ello, La puissance significó para mí abrir los ojos ante un panorama musical que desconocía totalmente. O, mejor dicho, que creía desconocer totalmente. Si bien era la primera vez que escuchaba afro trap, el trap era un género que ya había llegado a mí. Me había familiarizado con este sonido de la mano del grupo PXXR GVNG, que surgió a finales de 2013 en Barcelona cuando se unieron Yung Beef y Khaled (miembros de Kefta Boys) con el artista madrileño Kady Cain y el productor Steve Lean.
Sus letras provocadoras y su estética eran lo que más llamaba la atención de ellos. Algunos de sus miembros incluso llevaban tatuajes en la cara, algo novedoso para mí hace 10 años. Uno de sus temas que más recuerdo es “Tu coño es mi droga”, una canción que consiste en la repetición constante de ese título acompañado de algunos versos adicionales. Al escuchar esa canción, mis amigas y yo no nos tomábamos muy en serio a estos artistas. Parecían más bien un grupo de personajes que parodiaban a gangsters americanos, sus rimas eran poco elaboradas, hacían un uso constante del autotune y parecía que no se tomaban en serio nada de lo que estaban creando. Me sabía algunas de sus canciones porque las letras eran pegadizas, pero debo admitir que no era muy fan de su trabajo, simplemente me resultaba divertido esperar y ver la siguiente locura que sacarían. A pesar de su disolución como grupo en 2017, son considerados como uno de los principales impulsores del trap en España como hemos dicho antes.
El drill es otro de los subgéneros del hip hop más populares entre los jóvenes. Muchos artistas de trap también incursionan en el drill, siendo géneros afines lo que favorece que frecuentemente sean explorados por estos creadores en algún momento a lo largo de sus carreras. Es un fenómeno muy reciente, originado en las calles de Chicago a principios de la década de 2010, el drill se caracteriza por sus temáticas oscuras y escépticas, similares al trap pero con un tono más sombrío. Las letras a menudo glorifican la violencia y la vida en la calle. De aquí surge el UK drill, que se ha convertido en un punto de referencia en este subgénero tanto en España como a nivel internacional. Como decía, en contraste con el trap, se distingue por su sonido más agresivo, en el Reino Unido, este género ha sido estigmatizado debido a su asociación con el aumento de la violencia entre jóvenes (Children’s society).
Aunque se hable siempre de barrios marginales y personas con orígenes humildes, es fundamental reconocer que no se puede equiparar la situación de ser de un barrio marginalizado en Chicago, donde la venta de drogas puede ser una necesidad para sobrevivir y la violencia con armas está normalizada, con ser de un barrio marginal en una gran ciudad española o en un pequeño pueblo en la costa del Maresme. Pero, los orígenes humildes son el punto común que conecta las experiencias de vida de artistas que provengan de estas tres situaciones: la precariedad, la marginalización, las dificultades para llegar a fin de mes, el sentirse abandonados por la sociedad. A todas estas dificultades se le suma un componente racial, el sentirse acosado por la policía, verse estigmatizado por ser una persona racializada y tener la necesidad de expresar la rabia y la impotencia acumulada debido a esta suma de circunstancias.
Sin embargo, en España, se aborda esta temática de una manera menos agresiva, a veces incluso tratando de emular lo que hacen los artistas de Estados Unidos o el Reino Unido, sin haber experimentado realmente esas mismas vivencias ni ese nivel de exposición a la violencia callejera. Esto puede llevar a una representación menos auténtica de estas realidades en las letras de las canciones.
Realidades y aspiraciones a través del trap y el drill en España
No podemos hablar de trap y drill en España sin nombrar a Morad, quien indudablemente se ha consolidado como uno de sus máximos representantes en la actualidad. Originario del barrio de La Florida, en Hospitalet de Llobregat, sus letras resuenan con los jóvenes de los barrios de todo el país. Aborda temas relacionados con la vida en los entornos marginales y las dificultades que enfrentan los chicos criados allí.
En su canción M.D.L.R (Mec De La Rue, Chico De La Calle) (2019), Morad presenta una serie de referencias que reflejan las temáticas que hemos estado discutiendo. Por ejemplo, en el verso “Que se junta con gente mixta / Los problema’, el dinero le despistan / Pero quiere ser el primero en la lista / Que vive entre chicos, pobre’ pero no pobrecitos”. Destaca cómo las dificultades de crecer en situaciones desfavorables afectan las oportunidades de un joven, al tiempo que intenta dignificar esas vivencias al afirmar “pobre pero no pobrecitos”, rechazando la idea ser vistos como víctimas pasivas o merecedoras de lástima. Además, en los versos “M.D.L.R es un mundo que tu no lo ves / Policía te molestan, pero solo e’ por interés”, expresa la sensación de invisibilidad que experimentan estos jóvenes por parte de la sociedad y a la vez denuncia el acoso policial. Ser parte de estas comunidades significa ser siempre visible bajo una luz negativa, a menudo criminalizados o estereotipados, mientras que sus verdaderas historias, talentos y voces son sistemáticamente invisibilizados.
En este contexto, la música y también el deporte se convierten en plataformas para que estos jóvenes se hagan visibles en sus propios términos, mostrando que su valor y potencial no se definen por las limitaciones impuestas por la sociedad. A través de estas expresiones, pueden reivindicar su identidad, contar sus propias historias y desafiar las narrativas que intentan reducirlos a estereotipos simplistas.
Aunque Morad destaca como una de las caras más visibles, hay una diversidad de artistas que también están contribuyendo al desarrollo de la música trap y drill en España. Entre ellos se encuentran nombres como Cyril Kamer, criado en el barrio del Besòs i el Maresme de Barcelona; Moha The B de Barcelona; Bobby Block, de Granollers; El Patron 970 y KG970, de Madrid; Munic HB y Hustle Boys, de Sabadell. Quería analizar brevemente al menos una canción de cada uno de ellos, para observar cómo estas temáticas recurrentes que hemos ido nombrando se reflejan en las letras y cómo las historias personales que narran convergen en las realidades de sus respectivos barrios.
En Santos (2021), Cyril Kamer ofrece una descripción de algunas de las realidades de los barrios periféricos, las líneas “Porque veo mucho traficante, mucho pandillero y mucho sicario / Fiscalía parece el Spoty porque muchos cantan como canario” destacan la prevalencia de actividades delictivas en su entorno. La exaltación de la violencia se hace evidente en versos como “Aunque sé calcular el dinero si me falta un euro puede que te mate / Un cuchillo te puede matar por mucho que ta’ apuntes a karate”. Aunque “Santos” destaque por su cruda representación de las realidades de los barrios marginales, Cyril también tiene muchas otras canciones que exploran temas más lights y comerciales.
Moha The B aborda en Millo (2020) el anhelo de prosperar económicamente y al deseo por obtener dinero como sea, se le suma una preocupación por ayudar a la familia “Negro no quiero que cuentes historias, solo estoy aquí pa’ contar el dinero / Porque el dinero es lo único que puede hacer que yo saque a mi madre del ghetto / ‘Taba metido en problemas y vi que la única salida era rapero / Si no estaría en la calle metido, como mi negrata sería carcelero”. Además, la canción muestra una clara influencia de la música trap afroamericana cuando menciona: “Estoy en España pero mi cabeza me dice que estoy en Detroit”, o “Antes yo estaba vendiendo crack”, haciendo referencia directa a una ciudad y hablando de la venta de crack, una temática común en muchos artistas afroamericanos. La línea “Coronaba en la calle y gané dinero para un iPhone y dejar Android” resalta las aspiraciones materialistas asociadas con la cultura musical, especialmente en lo que respecta a la adquisición de productos de lujo.
Un ejemplo más crudo es Spotify (2020) de El Patron 970, donde habla sobre la realidad de crecer en un entorno marcado por la violencia y las dificultades, donde la vida puede ser efímera, con versos como “He crecido viendo yonquis, inyectándose en venas (Fuck, fuck) / Y viendo a los mayores y cumpliendo condenas / Todo en esta vida tiene consecuencias / En el barrio te mueres y un año después nadie nota tu ausencia (Nadie)”. Introduce también las diferencias de clases y la necesidad de buscarse la vida cuando no se tiene el privilegio de ser de clase bienestante como evidencian los versos “Dedicado siempre a la delincuencia / Yo nunca tuve abuelos que dejaran herencias (Nah, nah, nah, nah) ‘Me acuerdo esos días, no tenía ni un chavo (Nah, nah, nah)”.
Benzema (2022) de KG970 introduce otra figura recurrente: la de los futbolistas y deportistas, referencias que muchos artistas utilizan. Habla de las dificultades de la vida en el barrio y cómo estas a veces llevan a terminar tras las rejas, como se refleja en los versos “Free lil bro, fuera del sistema / Acostumbrados a los problemas / Es que el barrio nos crió / No podríamos ser de otra manera”. Además, banaliza la violencia con los versos “Di ‘sí’, mueres por tu clicka / Defend my block like a keeper / Ten cuidado, protégete la tripa / Del filo saltan las chispas / Si vienen los monos, despista”.
Hustle Boys se definen como un grupo que fusiona música de afrobeats y trap. En su canal compartido, los distintos miembros lanzan temas en solitario, aunque a menudo colaboran entre sí. El grupo está compuesto por 6 miembros, algunos de los cuales nacieron y crecieron en Sabadell, pero se mudaron al Reino Unido durante su adolescencia. Este es el caso de Pablo HB, Kilifa HB y AB HB y Munic HB, mientras que desde el Reino Unido se han unido a la formación Betto HB y Chapo HB.
Pico y Pala (2022) de Munic HB, se viralizó gracias a Tik Tok, es una canción con un mensaje más positivo y motivador donde se destaca la importancia de la constancia y darlo todo para alcanzar tus objetivos, como se refleja en la expresión “Voy pico y pala / Si muero hoy me voy al Valhala / No he cambiado, negro, para nada”. La canción inspira a perseverar a pesar de los desafíos “Yo veo colores donde tú ves gris / Por eso las nubes me dan este drip drip drip / Deja de hablarme de street treet treet / Ya nos vemos en el meet and greet”. Son interesantes los versos “Dice joder con el negrito / Llámame negro no soy clarito”, ya que representan una clara afirmación y exaltación positiva de su identidad, rechazando cualquier intento de minimizar o desviar su identidad racial. Es una muestra importante de autoafirmación, especialmente en un contexto donde la identidad racial puede ser objeto de discriminación y burla.
La voz de los barrios
En los últimos años, el trap y el drill han experimentado una enorme evolución, diversificándose en variedades de subgéneros y estilos. La influencia de estos géneros ha proliferado por toda Europa, adaptándose a las realidades de cada país y reflejando la riqueza cultural y las experiencias individuales de sus artistas. Descubrí a todos estos artistas gracias a mis hermanos, quienes suelen poner sus canciones a todo volumen en la televisión del salón cuando quieren pasar el rato. Sin embargo, no le había dado importancia a un detalle hasta que lo comenté con una amiga, me señaló cómo le sorprendía la marcada separación entre chicos y chicas en sus videoclips, algo que según ella no ocurría de forma tan pronunciada hace 20 años. En los vídeos y en el imaginario de estos artistas, el entorno está mayormente masculinizado y las pocas veces que aparecen mujeres, lo hacen representadas como objetos sexualizados.
No había reflexionado sobre esta realidad hasta que ella me lo mencionó, ya que estas dinámicas me resultaban familiares y las veía como algo normal. Esto podría estar influenciado por la segregación de género que solía presenciar en los grupos de amigos del pueblo, donde las chicas y los chicos solían socializar por separado. Por lo tanto, no me sorprendía que, al grabar los vídeos y llamar a los amigos para participar como extras, predominaran las caras masculinas, reflejando la dinámica de los grupos de amistad en los que crecí.
Sin embargo, también es posible hacer otra lectura de todas estas letras y los imaginarios que envuelven a estos artistas. Para muchos jóvenes que han crecido en situaciones desfavorables, aspirar a exhibir sus logros puede representar un anhelo legítimo de reconocimiento y superación. A su vez, sus seguidores encuentran en las letras de sus canciones y en el imaginario que crean, una guía, identificándose con las experiencias narradas por los artistas en pantalla y hallando esperanza en la idea de que, si otros han alcanzado el éxito, ellos también pueden salir adelante a través de la música.
Fotograma de HustleBoys – Sofrito – Munic HB
Hustle Boys, el sonido de Sabadell
Hemos mencionado algunos grandes nombres de la escena actual, pero también hay artistas emergentes que poco a poco van encontrando su lugar en este nuevo panorama musical. He tenido la oportunidad de conversar con Kilifa HB y Pablo HB, dos jóvenes de origen gambiano criados en Sabadell, integrantes de los Hustle Boys. Aunque desde hace unos años viven en el Reino Unido, sus canciones son en castellano. Además de Kilifa y Pablo, el grupo incluye a Munic HB, AB HB, Chapu HB y Betto HB.
¿Qué música escuchábais de pequeños?
Kilifa: Lo típico en una casa gambiana, mucha música de Gambia y Senegal. Empecé a escuchar rap gracias a un amigo. Me veía reflejado en las fotos de 50 Cent o de Lil Wayne y eso que no entendía nada de lo que decían.
Pablo: En casa escuchábamos mucho Ricky Martin y Chayanne, a mi madre le gustaba. Pero también música africana, mbalax de Senegal, Youssou Ndour…
¿Desde pequeños ya pensabais que podríais ser cantantes?
P: Recuerdo cuando era pequeño y fui al Cash Converter con mi padre, vi una guitarra de segunda mano y le pedí que me la comprara. Me vaciló un poco: “¿Quieres ser cantante?”. En casa no lo veían con buenos ojos, era un no rotundo.
K: Yo sí, porque desde pequeño escribía. Aunque me daba vergüenza enseñárselo a alguien, siempre estaba escribiendo e improvisaba haciendo batallas. Ni siquiera recuerdo cuándo empecé, pero sé que lo hacía desde muy pequeño.
¿Cómo se creó vuestro grupo, Hustle Boys?
P: Todo empezó alrededor de 2016 con un grupo de Facebook que creamos. Estábamos AB, Kilifa, Hamadi, otro primo que vive en España y yo. En esos tiempos, PXXR GVNG sonaba mucho, y nos inspiramos en ellos. Ellos son los padres del trap en España, le guste a quien le guste. Entonces, pensamos: “Si ellos pueden, ¿por qué nosotros no?”. Queríamos ser una referencia como chavales negros. Recuerdo que escribí unas barras, mandé una nota de voz al grupo, y Kilifa y AB también se animaron. Así surgió nuestra primera canción, casi sin planearlo.
K: Al principio, solo hablábamos de hacer algo, pero cuando me mudé a Inglaterra, un colega suyo trajo un micrófono a su habitación y grabamos nuestra primera canción de forma improvisada. Después fuimos a un estudio y salió No face, no case, un tema que gustó mucho.
¿Cómo es vuestro proceso creativo? ¿Escribís la letra y luego buscáis cuál será la base que la acompañe o a la inversa?
P: Hace poco hice una canción, me pasaron la base y ya tenía el ritmo en la cabeza. Me puse a trabajar escuchándola en repeat y le fui metiendo las letras. Al principio puede ser un poco taladrante, pero con perseverancia sale.
K: Cada uno tiene su método. A veces empezamos con la base y escribimos sobre ella. Otras veces simplemente nos sentamos frente al micro y vamos improvisando línea a línea.
P: También depende del tipo de canción que queramos hacer.
Cuando empezasteis a hacer música, ¿teníais muy claro que queríais hacer trap? ¿O es algo que se fue dando?
P: Al principio, teníamos claro que lo nuestro era el trap. Pero luego pensé, ¿por qué no probar con el drill? Aunque al final empezamos haciendo más trap, con el tiempo nos animamos a experimentar. Probamos con drill y luego nos metimos en el afro. Ahora nos sentimos igual de cómodos haciendo afro, drill o trap. En Inglaterra hemos explorado muchos géneros y no nos ponemos límites. Encerrarnos en un solo estilo sería limitar nuestro potencial. Si queremos, podemos hacer desde techno hasta flamenco.
Pablo HB y Kilifa HB (Hustle Boys).
El trap se origina en Estados Unidos, ¿cuáles serían los artistas que os inspiran de ese panorama?
K: En Estados Unidos es donde se crean muchos trends. Ahora mismo, mi favorito es Lil Durk.
P: Últimamente, escucho mucho a Gunna y NBA YoungBoy mientras trabajo.
NBA YoungBoy es muy escuchado por los jóvenes negros de aquí.
P: En España, todos los chavales negros buscan una referencia negra, y como ha dicho Kilifa, todo va por trends. Ahora mismo, NBA YoungBoy es el mayor trend. Cuando buscamos referentes negros, ¿qué hacemos? Nos fijamos en Estados Unidos. La referencia actual es él. Antes lo eran 50 Cent, Snoop Dogg…
Cuando escribís, ¿qué queréis transmitir con vuestra música? Hablábamos un poco de los referentes, ¿tenéis en mente crear estos referentes para los jóvenes negros que hay aquí?
P: Eso sería un plus, queremos ser un referente para los jóvenes negros. Mostrarles que hay otras vías, más allá del fútbol o el básquet, para salir adelante. También puedes centrarte en lo artístico.
K: Para mí, la música es también diversión. Si alguien puede disfrutar mi música tanto como yo disfruto la de otros, es algo increíble.
¿Cómo reaccionó vuestra familia a que quisierais hacer música?
P: Mi padre lo sabe, pero nunca lo hemos hablado, no nos hemos sentado a tener una conversación sobre el tema. Mi madre apoya lo que haga, no tiene problema.
K: Mi padre no tuvo ningún problema. Mi madre, quizá por lo que diría la gente…
¿En qué sentido?
P: En qué sentido. ¿De dónde eres? Gambia, ¿no?
Sí
P: Sabes cómo son los gambianos, ¿no? (risas) Bido oya wii, kari ni wadi do ni (El hijo de tal, ha dicho que ha estado haciendo. Traducción del fula). La comunidad te jode el nombre y luego tus padres se preocupan. Pero se preocupan por lo que dice la gente, no por ti. Eso es algo que tenemos que erradicar en la educación de las futuras generaciones. Céntrate en lo tuyo. ¿Para qué miras al otro? Ya tienes suficientes problemas en casa.
K: A mí me da igual lo que piense todo el mundo.
P: A mí también me da igual, que se preocupen de lo suyo.
Los hijos de los migrantes que llegaron en los años 80 estamos creciendo y entrando en diferentes sectores laborales, lo cual está creando un ambiente donde, como personas negras, parece haber más facilidad para irrumpir en lo que queramos hacer. ¿Creéis que esto también ha ayudado a que vuestra música se escuche más?
K: Creo que sí, porque mucha gente que nos escucha es como nosotros. Chavales de origen migrante, de barrios humildes, que se sienten más identificados con nuestra historia que, por ejemplo, un chaval español de un barrio rico. Nuestros padres no tuvieron mucho, hicieron lo que pudieron por nosotros, y eso nos conecta con otros jóvenes que han vivido algo similar.
P: Hay muchos que están en la misma situación.
K: Por desgracia, la mayoría de nuestros padres llegaron a Europa sin estudios y les tocó hacer los trabajos más duros y mal pagados. Nos hemos criado en barrios así, y eso genera más conexión con gente que ha pasado por lo mismo.
Me fijo en mis hermanos, siempre escuchan música francesa, música afroamericana… Antes tenías que buscar fuera lo que aquí no encontrabas.
P: Pero al menos ahora los niños ya no tienen que hacer eso. ¿Sabes cuántos mensajes recibo cada día de chavales pequeños diciéndome: “Pablo, me encanta tu tema”? Por lo menos ahora tienen a alguien a quien mirar, alguien a quien decirle: “¡Me encanta lo que haces!”. Yo no podía hacer eso de pequeño, no tenía referentes así. Es algo que, en parte, me llena de orgullo y me hace feliz.
Todavía falta mucha inclusividad en España, pero lo que estamos haciendo ahora mismo es forzar ese cambio. Estamos abriendo puertas, rompiendo fronteras. Queda camino por recorrer, pero tenemos tiempo para lograrlo.
Meet The Hustle (2023), primer álbum de los Hustle Boys.
Poco a poco vamos viendo cosas que antes no veíamos.
K: Esto lo he hablado mucho con mi padre. Cuando él llegó a Inglaterra y fue al banco por primera vez, lo atendió un negro, y me dijo: “Esto nunca me ha pasado en España.” (risas)
P: O cuando te subes al autobús y el conductor es negro.
K: Es cuestión de tiempo. Cada uno en su área abre camino para quien viene detrás. Estoy seguro de que en 30 años, España será diferente.
P: A nuestros padres, por ejemplo, les decían cosas como: “Negro de mierda, vete a tu país,” y ellos tenían que tragárselo. Pero nosotros ya no, y nuestros hijos tampoco lo van a tener que aguantar, porque este es nuestro país. También tenemos derecho a esa inclusividad. Es más, no es solo un derecho, es algo que nos merecemos. Somos tan españoles como cualquier otro y merecemos ser tratados de forma igualitaria. Punto.
¿Os conocéis desde que pequeños, verdad?
P: Sí, nuestros padres vivieron en la misma casa. Nos conocemos literalmente desde que estábamos en pañales. Al ser inmigrantes y no tener mucho dinero, sus padres y los míos alquilaron una casa juntos para compartir gastos. Vivíamos allí las dos familias, y cuando pudieron ahorrar lo suficiente, cada uno se compró su propia casa.
Yo tengo una historia similar. De pequeña me crié viviendo con mis tíos y primos hasta que nos mudamos a otra casa.
K: ¿Ves? Sin saberlo, es una historia parecida. Es lo mismo. Y hablando de eso, puede que conectes más con nosotros, ¿sabes?
P: Claro, te sentirás identificada y dirás: “¡Walla! Yo también he vivido con otra familia en un piso”. Es algo que solo entenderían negros, gambianos, senegaleses de nuestra edad que hayan pasado por lo mismo en España. Eso crea una conexión, pensarás “me gustan estos artistas porque cantan cosas que yo también he vivido”.
Algunos artistas comentan que se sienten más inspirados cuando están tristes, cuando tienen sentimientos fuertes y cuando están felices no les es tan fácil escribir. ¿Os pasa lo mismo?
P: Puede que esté mal decirlo, pero nuestros padres no entienden lo que es la depresión. Para ellos, puedes sentirte mal uno o dos días, pero al tercero hay que levantarse, trabajar y seguir adelante. Nosotros, al ser negros criados en Cataluña y con una cultura tan africana, no hemos crecido con el concepto de depresión como algo reconocido. Es cierto que escribimos canciones cuando pasamos por momentos difíciles, es inevitable. Pero no siempre. No queremos que esa sea nuestra única forma de canalizar nuestra energía.
K: Es verdad. Hay artistas cuya música se centra mucho en temas tristes, como Rod Wave. La mayoría de sus canciones tienen ese tono.
P: Sí, pero no es solo tristeza, también habla de superación. Ahora bien, si alguien hace música triste todo el tiempo, al final no me apetece escuchar eso.
¿Cómo fue la experiencia de tocar en las fiestas de Sabadell de 2023? ¿Cómo se dio la oportunidad y qué significó para vosotros?
P: Fue una locura. Contactaron primero con Munic, y él nos llamó para decirnos que también teníamos que actuar. Sin pensarlo, cogimos un billete y nos plantamos allí. Te digo una cosa, si mi madre llega a ver eso, se pone a llorar. Seguro diría: “Lo he parido yo en el Taulí, ha nacido aquí mismo en el Taulí”.
K: Estaba petado de gente, fue increíble.
P: Había como diez mil personas, mínimo. Una experiencia inolvidable.
¿El público que os escucha es mayoritariamente negro? ¿Es algo que os importa?
P: Cuando tocamos en Sabadell, por ejemplo en Balboa, viene gente de todos los colores: blancos, negros, árabes, latinos… de todo. Pero sobre todo, notamos que hay muchas personas de minorías, es la noche con más inmigrantes en esa discoteca.
K: Balboa está en el centro, y los chicos de nuestros barrios, Les Termes, Els Merinals, y yo soy de Torre-Romeu, no suelen salir mucho por allí. Pero cuando lo hacen, es por nosotros. Son los que más nos escuchan, pero también hay chicos blancos que nos siguen.
P: Sí, muchos chicos blancos también, pero son los del barrio.
¿Os habéis planteado alguna vez cantar en pular o en wolof?
P: Ya hemos metido alguna barra en nuestros idiomas. Él en wolof y yo en pular. Eso le va a gustar a los senegaleses y gambianos que hablen nuestros idiomas.
K: Es algo que queremos hacer más, meter nuestros idiomas maternos. Es una forma diferente de conectar con el público gambiano.
P: Conectar con los negros.
¿Qué creéis que debería cambiar en el panorama musical español?
P: Más inclusividad. Somos igual de españoles que cualquiera y ya es hora de que se refleje.
K: Nosotros seguiremos mejorando y trabajando. Que estén atentos, porque venimos fuertes.
¿Qué es lo siguiente que tenéis pensado?
P: Vamos a inundar el año con singles, uno tras otro. Diferentes géneros, diferentes vibras, la gente va a flipar. 2024 va a ser nuestro, venimos muy duros.
K: Como se descuiden, sacamos una sardana en breve. (risas)
Fuentes consultadas
Castro, E., & Córdoba, E. C. (2019). El trap: filosofía millennial para la crisis en España.
Gómez, L. (2023). El trap e España: Una expresion subcultural de descontento juvenil en el siglo XXI https://digibuo.uniovi.es/dspace/bitstream/handle/10651/68498/tfg_LauraGómezTrinidad.pdf?sequence=5
López, S. (2019). El impacto del trap en la cultura popular española
Rey-Gayoso, R., & Diz, C. (2021). Música trap en España: Estéticas juveniles en tiempos de crisis. AIBR, Revista de Antropologia Iberoamericana, 16(03). https://doi.org/10.11156/aibr.160307
Tsadwa, Z. (2024, 8 junio). A Brief History of Drill Music, Globally. Across The Culture. https://www.acrosstheculture.com/media/music/history-drill-music/
What is drill music? | The Children’s Society. (2021, 6 enero). https://www.childrenssociety.org.uk/what-we-do/blogs/culture-of-drill-music
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Rahmata Dem Njie, periodista cultural centrada en la identidad, la historia y las diversas expresiones de la negritud.
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