María Bueno - Málaga

Acercándonos a la obra del artista Plácido “Pocho” Guimaraes

De un tiempo para acá, Pocho Guimaraes y yo nos encontramos en su estudio de la Alpujarra granaína. Prepara exposiciones para Sudáfrica y Francia. Lo noto feliz, muy ocupado en la producción de su obra.

Suelo leerle poemas de mi madre en voz alta mientras teje y los comentamos. El ventilador y la radio suenan de fondo. Cuando Pocho decide hacer una pausa, me habla de su obra. En un momento dado acordamos centrarnos en ella, así que el texto que expongo a continuación es fruto de esas sobremesas compartidas y visitas al taller, las cuales se extienden hasta la noche.

 

Pocho Guimaraes trabajando en su telar, 2022. Créditos: Maiá Fernandes.

 

Conexiones y “puntadas”

Nos juntamos Pocho Guimaraes y yo. Él teje, fuma y habla, mientras bebo café y le recito poemas.

El artista se encuentra en la zona de Granada de donde son originarias las “jarapas”; La Alpujarra. No puedo evitar hacer conexiones entre cómo surgen estos tejidos granaínos, cómo confecciona él su obra textil y cómo cosieron las mujeres de Gee’s Bend las colchas que cobijarían a sus gentes. Estos tres ejemplos son atravesados por el concepto de “despojo”.

 

…Los restos, lo mismo que los residuos o los rastrojos, poseen una diversidad infinita que nos invita a pensar los vacíos, las ausencias, los silencios y, de paso, profundizar en la herida epistémica que nos conforma…

Marta Mantecón, acerca de Wheat and Loaf.

 

La jarapa viene del término harapo: textil muy gastado, roto o sucio. La jarapa es el tejido grueso hecho con tiras y/o fibras textiles de distintos colores y procedencias, a menudo de telas y prendas desgastadas. Su origen se remonta al siglo XVI con la expulsión de los moriscos de la Alpujarra. Los telares que usaron los árabes para tejer fueron adaptados y reutilizados por los que se quedaron. En esta zona geográfica de Granada, los moriscos generaron uno de los mercados más importantes de seda que había en España, mercado que cayó en picado al ser expulsados. Esto generó que los campos y tierras donde se cultivaban moreras -alimento de los gusanos de seda- quedaran desiertos. Al re-usar espacios e instrumentos que habían permitido el desarrollo del telar, se inició “la economía del despojo”, a partir de la cual lo inservible tenía nuevo uso.

La fabricación de la jarapa fue potenciada por las mujeres y llegó a suponer un importante sustento para la economía doméstica. Los vecinos le entregaban a la tejedora una serie de ovillos textiles e incluso fibra, los cuales ella lavaba y cortaba, realizando tiras de un centímetro de ancho aproximadamente. De éstos se obtenía el canillo, gracias al cual se realizaban tejidos únicos.

Además de alfombras, cortinas y mantas, las jarapas tienen la función de aislar y proteger (en especial del frío). Inicialmente se hacían jarapas para colocarlas entre el colchón y el soporte en el que se encontraba éste, como el suelo.

 

Obra textil de Pocho Guimaraes, 2022. Créditos: Maiá Fernandes.

 

Pocho Guimaraes teje con papel de periódico, plástico, fibra textil, basura y elementos de la naturaleza tales que conchas marinas, raíces y ramas, entre otros. Pocho entrelaza con cada nudo, agarre y costura, vida y obra. Desarraigos, re-arraigos y vuelta a empezar. Ocurre a veces que el tejido elaborado es colocado por el artista sobre su cuerpo. Pocho se mueve, danza y atraviesa el espacio. Sin duda alguna y tal y como ocurre con la jarapa, su obra textil aísla y protege.

Me detengo en el uso que el artista hace del papel de periódico, vehículo que nos conduce a uno de sus orígenes; el bosque bubi de la isla de Bioko. Según Guimaraes, no hay nada mejor para perder la conexión cuerpo-natura que la urbe. Así pues, si el cemento, acero y hormigón son los responsables de alejarlo de su esencia, la misión en cuanto que artista será justo lo contrario; reconocer la reminiscencia del bosque y su niñez en los materiales o situaciones que encuentre a su paso.

Es así que un día, observando a un grupo de pescadores confeccionar redes, Pocho decide tejer su obra utilizando esta técnica, gracias a pliegos de noticieros caducos esparcidos en la arena. El artista sabe que al tejer con papel, estará nutriéndose de la savia que lo vio crecer. Por un lado se sentirá acompañado de la abuela Mercedes Mete que le enseñó a hacer cestas y tejados de nipa*. Por otro lado, estará honrando a los árboles talados que tanto le han dado, desde que tiene uso de razón.

Las mujeres descendientes de personas esclavizadas del pequeño pueblo sureño, cerca del río Alabama y llamado Gees’ Bend, decidieron unirse y aprovechar telas del ejército, de sus propios hogares y familias, para tejer colchas que respondieran a las necesidades de las casas, mal aisladas y sin calefacción. Ingenio, necesidad, protección, dignidad y despojo, dieron lugar a una actividad textil que ponía a la familia y a la comunidad en el centro, transmitiendo saberes y técnicas que permitían heredar colchas de generación en generación. Este tipo de actividad exclusivamente de mujeres contribuía al mantenimiento del hogar, al desarrollo personal, creativo y social de las tejedoras.

No es de extrañar que algún día podamos ver a estas sabias señoras, o más bien a sus descendientes, tejiendo junto a Pocho Guimaraes en corrillo, intercambiando con él técnicas de confección textil. Nunca estuvieron tan cerca la Alpujarra granaína, la isla de Bioko y Alabama…

Cosido, bien-cocido / Nudo, desnudo / Hacer, qué-hacer / Vida y desvida. Palabras y asociaciones, todas ellas juntas que repite Pocho entre risas, nudos de tela y sorbos de café, a modo de coplilla.

* Hoja de un árbol parecido a la platanera y del que se obtiene la abarca o rafia. Nota de Pocho Guimaraes.

 

Fibra natural en el estudio de Pocho Guimaraes, 2022. Créditos: Maiá Fernandes.

 

Pocho Guimaraes explicando acerca de las fibras naturales utilizadas y tintadas a mano, en su obra, 2022. Créditos: Maiá Fernandes.

 

Artículo surgido a partir de las charlas entre María Bueno y Pocho Guimaraes en la Alpujarra de Granada, domicilio actual del artista. Verano de 2022.

 

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María Bueno (IG: @mb.mariabueno / FB: María Bueno) es artista plástica formada entre Europa y EE.UU. apasionada del arte y la cocina, así como de la vinculación entre ambos, María Bueno practica un activismo cultural que, ya sea a través de sus propias obras y recetas culinarias o a través de trabajos colaborativos, comisariados y textos publicados, atienden al concepto de MEMORIA; en este caso colectiva. Sus proyectos de sesgo social han sido recogidos en el New York Times.

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