yos erchxs piña narváez y Esther Mayoko Ortega

El texto que sigue es un diálogo biomitográfico, que no se produjo tal cual, pero que tuvo lugar en “Foni” y en “Colores”, dos espacios separados por 600 kilómetros y 10 semanas en el verano de 2017. El primero de estos encuentros placenteros se produjo en el bar Foni, un restaurante-bar africano en Barcelona; el segundo, en el restaurante Colores, un restaurante-bar africano en Madrid. Ambos encuentros nos sirvieron para darle gusto al cuerpo y poner en marcha sentimientos y pensamientos, para conocernos, querernos, amar nuestra negrura y nuestra disidencia, confiar la una en la otra y sentarnos a conversar sobre nuestra participación en dos eventos de/por/para la comunidad: Black Barcelona y Afroconciencia.

También es un diálogo que llevábamos teniendo siglos.

– yos: Qué rico pararse a preparar una conversación con las hermanas sobre temas de los que no hablamos habitualmente.

– Esther: Sí, está bueno… está bien bueno. ¿Tú de qué quieres hablar?

– yos: A mí me gustaría empezar con una oración: iré elese arikú. Hay que agradecer a nuestrxs muertxs, a nuestrxs ancestros y no olvidar la trata. “No esperaban que sobreviviésemos”[1] y acá estamos (Lorde). Es importante para mí hablar de cómo construimos nuestrxs cuerpos desobedientes y disidentes sexuales siendo negrxs y habiendo sido socializadxs en ambientes hostiles, de homofobia, lesbofobofobia, transfobia. Siempre digo que fui obligatoriamente “masculinizadx” -esas comillas no son de adorno- y con esto no quiero decir que rechazo esos gestos “masculinos” que aún forman parte de mí; tampoco quiero decir que los cuerpos negros “masculinos” no reciban violencia. Al contrario, son los cuerpos criminalizados, perseguidos por la supremacía blanca. Son cuerpos negros. Y nosotrxs somos eso, ante todo, negrxs. Nuestros cuerpxs sobrepasan la invención de la feminidad y la masculinidad, inclusive la invención de la heterosexualidad como proyecto colonial.

– Esther: Sí, a mí me gustaría hablar de quién soy y por qué estoy aquí; y después preguntárselo a las hermanas, como hizo Audre Lorde en su día: “Soy una feminista negra lesbiana guerrera poeta madre, que hago mi trabajo”, para después añadir: “Ahora decidme, ¿Quiénes sois y cómo estáis vosotras haciendo el vuestro?”[2].

Siento una gran emoción al hablar delante de las hermanas sobre identidades invisibilizadas y desde esta posición disidente respecto a la sexualidad. Hay cuestiones que obviamente siento que no tengo que explicar a las hermanas, el hecho de crecer como afrodescendiente en un estado como el español, que ha sido históricamente construido como uniforme y homogéneo, tanto racial como religiosa y culturalmente. Sin embargo, siento que sí tengo que explicarles que mi disidencia sexual, que nuestra disidencia sexo-genérica es profundamente negra y que eso marca una diferencia radical con el espacio de lo LGBT, que se piensa ahora como un espacio occidental y civilizado, y aunque eluda nombrarse así, nosotras debemos decirlo, profundamente blanco; pero también decirles que el espacio que ocupamos con nuestros cuerpos negros disidentes ha sido marcado como Otro, como Otredad, por nuestra propia comunidad y eso duele, eso sí que duele.

– yos: Es difícil hablar de esto en público, es sobreexponernos, aunque lo veo necesario y más interpelar a nuestra propia comunidad. ¿Qué implica no ser complaciente con la heterosexualidad en nuestros espacios? Obviamente recordé cuando era peque. Las camisas de Jordan y mi fascinación por los Lakers y el álbum de los jugadores de basquet, que me compró mi padre- Varios deseos bailaban allí. Le comenté a Rubén H. Bermúdez que al abrir su libro: Y tú, ¿por qué eres negro?” y ver a Magic Johnson, en las primeras páginas, me llevó a un flashback: juego entre “varones”, barrio, basketball, mi feminidad. También las fotos de Michael Jackson que vi en el libro, sus bailes y mis muñecas partidas. ¿Cómo hablar de sexualidades/cuerpxs no heterosexuales en nuestrxs espacios? Esos recuerdos bailaron con las representaciones y Orishas de la religión Yoruba que arropaba a gran parte de mi familia. Esos cuerpxs y deidades que se alejan mucho del mundo binario de los blancos. Son muchas cosas, de verdad me genera una linda angustia poner estos temas en discusión. Hablar de toda la imposición colonial que moldeó nuestrxs cuerpxs y sexualidades, hablar del culo, del castigo desde el culo como técnica de masacre colonial y como eso aún lo llevamos en nuestra memoria negra y cuerpxs negrxs. ¿Tú cómo lo sientes?

– Esther: Yo siento que tengo que contarles cómo he experimentado ese dolor del que te hablaba antes porque, desde ahí, es desde dónde me construyo. Desde ese dolor vivido me comunico con mis ancestros, con todos ellos, los africanos y los andaluces y desde ese dolor, superado pero no olvidado, es que pienso que puedo poner cimientos para construir esa “casa de la diferencia”[3] que imaginó Audre Lorde. Recuperar nuestra memoria encarnada pasa por recuperar sensaciones y sentimientos de un pasado ancestral y también de un pasado más reciente. Recuperar esa memoria encarnada y ser capaz de narrarla, compartirla con la comunidad me pone contenta, me hace sonreír. Contarles todo esto a las hermanas y saber que me escuchan, saber que me entienden y saber que, nunca más un nosotras repleto de negritud que ignore o que lime las múltiples aristas de nuestras descarnadas diferencias encarnadas.

– yos: Mayoko, esta conversaciòn no acaba acá, eso lo sabemos. La llevamos siempre en nuestros espacios, en el bar con lxs amigxs hasta en las fiestas, cuando aún hermanxs de la comunidad nos lanzan miradas apuñalantes al vernos bailar. Nos cruzan varios hilos, que componen el tejido de nuestrxs cuerpxs: raza, ancestralidad, espiritualidad, géneros; es imposible deshacernos de uno de esos hilos para existir. Lo lindo de todo esto es que en nuestros espacios hay muchos abrazos para (re)existir juntxs.

– Esther: Sí yos, tengo la sensación de que esta conversación no ha hecho más que empezar. El reto seguramente sea cómo continuarla, o más bien, cómo trascender estas conversaciones que tenemos entre las dos, que compartimos en diferentes espacios con las hermanas. Poder compartirlo en estos espacios es sanador, en el sentido de que nos empodera y tengo la sensación de que no solo se nos escucha sino que se nos respeta y se comparte experiencia. También es importante que otras hermanas disidentes sepan que los espacios de la comunidad son sus espacios, que no tienen o no tenemos que pedir permiso para ocuparlos. Pero, más allá de poner el cuerpo, más allá hacer comprender a las hermanas y compartir con ellas que hay múltiples hilos, como tú los llamas, que nos atraviesan y que dan sentido a nuestra existencia, me gustaría pensar y comenzar a trabajar en cómo transmitir el registro de disidencias ancestrales e investigar qué tiene eso que ver con nosotras, con lo afro y con la diáspora.

Cuando tú antes me decías que nuestros cuerpos sobrepasan tanto la invención de la feminidad y la masculinidad como la de la heterosexualidad en tanto que proyecto colonial, se me viene a la cabeza la forma concreta en la que la sociedad Yoruba de la actual Nigeria no responde o no encaja con las categorías de masculino y femenino como nos cuenta Oyewumi[4], o cómo en otros lugares de África han existido ancestralmente matrimonios entre mujeres; y entonces, ¿no es posible que tanto en África, como en la diáspora nuestros cuerpos hayan sido disidentes y sólo plegados ante el empuje del proyecto imperial heterosexual europeo? Y entonces pienso que siempre fuimos disidentes.

 

[1] Letanía de la supervivencia. The Black Unicorn. Audre Lorde.
[2] Citado en: De Lauretis, Teresa (1999). “El feminismo y sus diferencias” en, De Lauretis, Diferencias: Etapas de un camino a través del feminismo. Madrid: horas y Horas.
[3] Lorde, Audre (1982 [2009]). Zami: A new spelling of my name. [Traducción al castellano como Zami: una biomitografía. Una nueva forma de escribir mi nombre. Madrid: horas y Horas].
[4] Oyewumi, Oyeronke (1997 [2017]). La invención de las mujeres. Una perspectiva africana sobre los discursos occidentales del género. Edit. La frontera.

***

Esther Mayoko Ortega, es Doctora en Filosofía de la Ciencia por la Universidad de Santiago de Compostela (USC), Máster en Teoría Feminista por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y Licenciada en Historia, especializada en Antropología Americana e Historia de América, por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). En su tesis doctoral profundizó sobre la regulación biomédica de los cuerpos sexuados, las prácticas de género y las controversias socio-médicas asociadas a estas regulaciones en el caso de las identidades trans* en el estado español.

yos erchxs piña narváez, es migrante, nomádicx disidente al régimen blanco-hetero-colonial. Intensamente negrx. Sociólogx-activista-(de)formadx en Universidad Central de Venezuela (UCV). Máster en Sociología de la(s) Ciencia(s) en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Máster en estudios críticos en el Programa de Estudios Independientes (PEI, 2014-2015) del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Con experiencia en educación popular-descolonial y prácticas artísticas en comunidades racializadas. Dibujante compulsivx de garabatos. Escritxr noctámbulx. Actualmente sobre-vivo en Madrid y formo parte del colectivo Migrantes Transgresorxs.

 

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Comentarios

One Comment Radio Africa

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  1. Srdelapalisse / 4 dic 2017 12:28 #

    […] Audre Lorde [2]. […]

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