Mescladís - Convite

Es jueves por la tarde, y estamos en Barcelona. Una persona sale de una estación de metro y camina rápidamente por la Gran Vía. Más allá, otra persona llega a Comte Borrell paseando con mucha calma, incluso deteniéndose de vez en cuando, quizás para observar algo que llama su atención. Ambas personas tienen algunas cosas en común, como que se dirigen al mismo lugar. Pero además, a ambas les gusta conversar. Y se conocen, saben el uno del otro, pero nunca han hablado. En unos minutos se encontrarán cara a cara, sentados cómodamente para intercambiar opiniones y contrastar ideas sobre la negritud o el hecho de ser negros. Tania Adam y Justo Bolekia están a punto de iniciar una conversación inspiradora, y nosotros tendremos el privilegio de poder escucharlos.

Observa las caras de las personas que escuchan La conversa. Hay una que mueve un poco la cabeza para escucharla mejor. Nadie quiere perderse ningún detalle. A veces sonríen o hacen un gesto de preocupación, según el tema del que se esté hablando. Es interesante, porque vivimos en un contexto que va en otra dirección, donde cada vez nos cuesta más escuchar, estar atentos, y donde los medios nos hacen cómplices de la dictadura del estímulo corto, rápido y superficial. La conversación va contracorriente, solo tiene sentido y es posible si las personas que la protagonizan tienen cosas relevantes que decir.

Tania Adam y Justo Bolekia © Sol Bela Mele

***

Tania Adam. Ahora sí que no te puedes escapar, Justo.

Justo Bolekia. Lo haría, lo haría.

TA. ¿Adónde irías?

JB. Lo tendría que pensar… Pues a Essabikoula. Essabikoula es una aldea de Camerún donde no llegan los medios ni los coches, no hay radio, no hay televisión… Cuando dejas el coche para ir a la aldea, por lo menos hay cuatro horas selva adentro. Precisamente iría para huir, pero ya estoy atrapado en este mundo europeo occidental y no sé si podría aguantar.

TA. ¿Has estado alguna vez?

JB. Claro, pero bueno, son cosas que uno sueña…

TA. Seguro que hay Essabikoulas que puedes encontrar, ¿no? ¿No puedes crearte una Essabikoula? ¿Como concepto?

JB. De conceptos procuro no entender, porque yo quiero agarrarme a lo evidente, a lo real. El concepto es algo etéreo y no nos lleva a ninguna parte.

TA. A la imaginación, y la imaginación te lleva a poder hacer que las cosas sean posibles.

JB. ¿Soñar?

TA. Sí.

JB. Soñar es gratis, pero los no nos llevan a mucho. Es como soñar ser y no se puede ser, es como soñar hacer y no se puede hacer, es como buscar y no se puede buscar. Esto me recuerda a un poeta rumano, Max Blecher. Murió muy joven, era paralítico absoluto. Pero escribió la poesía más profunda. A veces los seres humanos intentamos buscar lo que no encontraremos jamás.

(…)

TA. Pero ¿sabes una cosa?, que yo confío en la idea del sueño y en la imaginación. Porque sin ese sueño, sin esa capacidad de imaginar la libertad, todavía habría cierta opresión. Y, de hecho, todavía existe esa opresión, pero no se habría llegado tan lejos. A veces se cree que la liberación de las personas negras es por parte de las personas blancas, pero muy pocas veces se cuentan las luchas y las resistencias. Y ese sueño, esa utopía, es algo que no se puede menospreciar, porque en general es lo que nos mueve como seres humanos.

JB. ¿Y quién es negro?

TA. Negro es aquel al que en un momento dado le han dicho que lo era, y tiene que aceptar esa condición para salir de ella.

JB. O sea, que lo han fabricado: le han dado una lengua, le han dado una cultura. Lo han fabricado, entonces tenemos dos: el negro en su espacio y el negro fuera de su espacio.

TA. Sí y no. Yo me refiero a que, en cierta manera, la construcción de la raza, la negrura, la negritud… O antes has dicho otra palabra.

JB. La «negredad», el hecho de ser negro… Te llamas Tania, ¿verdad? ¿Cómo me llamas cuando estamos aquí?

TA. Te llamo por tu nombre occidental: Justo.

JB. Entonces, ¿qué me queda de ser africano o negro? ¿El color? Cualquier blanco puede tomar el sol y ser negro momentáneamente. ¿Qué es lo que me identifica como negro africano? Una lengua, sí, pero tengo tres… Me he convertido en una especie de afropolitano.

TA. Los africanos siempre lo han sido, en cierta manera. A lo largo de las fronteras la gente se ha movido y ha habido mucho movimiento interno, dentro del continente.

JB. Sí, pero no te mueves si no hablas francés, inglés o portugués. Si hablas wolof en Senegal no puedes ir a Ghana, tendrás que hablar twi o akan; si hablas twi o akan no podrás moverte por Camerún, tendrás que hablar fula. Hay una especie de destrucción de las identidades negras, algo que estamos intentando abrazar, agarrar los que estamos en la diáspora y resulta que a los que están viviendo en África, a menos que estén en una aldea o en un pueblo, ya les están creando una conciencia que se desvincula de su entorno.

TA. Es que para mí la negritud no es una identidad, es un proyecto.

JB. La negritud la inventó Léopold Sédar Senghor.

TA. Yo lo utilizo como «negredad», no haciendo referencia al movimiento de Senghor, de Aimé Césaire ni Léon-Gontran Damas. Lo utilizo como una traducción de blackness, que es una palabra que vendría a englobar a aquellas personas que tienen un color de piel en concreto. Es todo un debate, porque después están los black&brown, que son aquellas personas que no son blancas. Pero, para mí, la gramática no es el debate. El debate es entender la negritud como una identidad. O sea, aunque tú no tengas ninguna relación con el continente, tú no dejas de ser negro.
Es como te ve todo el mundo, por mucho que quieras separarte de ello. Yo siempre pongo el mismo ejemplo: imagínate que un extraterrestre llega a la Tierra y se mete en tu cuerpo. En función del cuerpo que adquiera, a este extraterrestre le van a tratar de una manera u otra. Entonces, por mucho que tú quieras despegarte, por mucho que para mí no sea un proyecto identitario, la negrura, la negritud, hay una sociedad que te empuja y que te hace pensar y te hace tratar de entender, y de liberarte.

Tania Adam © Sol Bela Mele

 

JB. ¿Y quién piensa, Tania? Estás buscando desde donde estás, al mirar a tu alrededor; te has dado cuenta de que tu alrededor está enfermo y ese alrededor te ha afectado con su enfermedad. Y tú estás buscando tu sanación y vas a África a buscar tu curación. Quieres ser una persona normal, quieres que te rodee gente normal. Y la «negredad» no te va a aportar eso, porque en la «negredad» hay conflictos, claro; en la blanquitud también hay conflictos. Entonces, uno necesita primero mirarse, curarse, y tú te estás curando. Y tú quieres ser una persona con una identidad construida con su conocimiento, no por lo que su alrededor le ha impuesto.

TA. Absolutamente. Es el proceso de búsqueda del sujeto, del ser humano. Cada uno tiene su búsqueda, desde que nace hasta que se va de este mundo. La mía está relacionada quizás con la huida de un cuerpo que está lleno de connotaciones, pero yo sé que soy más que ese cuerpo.

JB. ¿Y si te digo que el negro ha muerto? Nietzsche dijo que Dios había muerto y casi se lo cargan. Uno dijo que la Tierra giraba alrededor del Sol y casi le linchan, y yo acabo de decir que el negro ha muerto.
Yo siempre quiero ir atrás, al momento del crecimiento del individuo. Quiero ir allí. A África, a la aldea donde ni siquiera llega internet. Hay una escuela, donde al niño se le empieza a formatear en una lengua que no tiene nada que ver con su contexto. En sus años más tiernos, antes de que se desarrolle su cerebro, lo van formateando, van construyendo una identidad con contenidos, va creciendo y lo van exiliando de su propio espacio.
Lo van desvinculando de su espacio cognitivo, cultural, social, etcétera. Entonces, cuando esa persona llegue a los dieciocho, diecinueve o veinte años, ¿qué tendrá de africano?

(…)

TA. Ya sé lo que quieres.

JB. ¿Qué quiero?

TA. Quieres volver.

JB. Sí, quiero volver a un lugar que no existe. A mis entrañas.

TA. Pero esto… ¿Sabes qué es esto? Es un sueño, una utopía.

JB. Quiero volver a mi esencia, encontrar a una muchacha y que apeste a sudor, que no se haya bañado en tres días. No sé si lo podría resistir o me daría la vuelta, porque como estoy acostumbrado a bañarme con gel, a ir trajeado… Y soy, ah, «intelectual».

TA. Para mí, intelectual es una persona que piensa en lo que es de manera colectiva. Y yo, desde ahí, puedo tomar su palabra y reformularla y traducirla y crear o no.

JB. Cheikh Anta Diop dijo: « Un intelectual africano es que el que dice que es intelectual africano; pero el intelectual africano jamás te va a decir que es intelectual».

(…)

Justo Bolekia © Sol Bela Mele

 

TA. Yo creo que tenemos una visión del mundo muy diferente porque…

JB. …porque somos de generaciones diferentes…

TA. …y somos de lugares diferentes, diferentes…

JB. …de edades diferentes…

TA. …pero tenemos algo en común: nuestro color de piel (risas). Cuando vamos por la calle, la gente solo ve que somos dos negros caminando. Hay poca profundidad en ese pensamiento. Cuando hablo del trabajo de los intelectuales es porque están introduciendo una gran complejidad en lo que es básico de cuando alguien mira a una persona negra. Fuera de la batería de simplicidades y absurdidades que ha llegado un punto que nosotros viviendo aquí, o yo, al menos, me las creí. Yo me las creí. Ahí sí que estaba alienada. Porque cuando empecé a coger los libros, empecé a entender a los seminales. Aquellos que empezaron cuando nadie estaba escribiendo; aquellos que, cuando nadie estaba pensando, empezaron a cuestionar las relaciones de poder, a crear algo para realmente transformar, aunque después no lo consiguieran. Pero a mí me sirve, me ha servido mucho.

JB. Sabes, esta conversación que estamos teniendo me lleva a pensar en el desplazamiento del individuo, en la búsqueda del individuo. Vamos a decir la búsqueda a través del inxilio o la búsqueda a través del exilio., ¿no? Y eso me recuerda a una especie de emigración… Emixilio, podríamos decir, exilio por razones económicas. Entonces vemos cómo la nueva diáspora africana es una diáspora económica. Quieren mejorar su condición teniendo como modelo Occidente.Ese modelo occidental parte del exilio que han tenido en la escuela. Por eso ves que los mismos espacios africanos destruyen el entorno cultural. ¿Por qué? Porque desde el momento en que al muchacho, o a la muchacha, no le haces identificarse con su entorno, no le das recursos para sentirse orgulloso de su entorno, le estás forzando a emigrar.

TA. Estoy de acuerdo contigo hasta cierto punto. Yo creo que ahora mismo hay una generación de personas africanas que están muy orgullosas de lo que tienen, o a pesar de lo que tienen. Evidentemente, no es el África precolonial, sino que es un África perturbada, turbada y distorsionada. Es verdad que estamos todos atravesados por los males del capitalismo, de la globalización, pero los jóvenes africanos intentan recuperar cada vez más esas formas esenciales. Creo que hay una nueva generación que está yendo hacia un lugar. ¿Por qué viene la gente aquí? Pues, porque los países no tienen la capacidad para responder a los sueños de la población, y las razones son muy complejas. Y tú sabes que no podemos decir que es culpa de los gobiernos, que es culpa de Occidente, que es culpa de él, o sea, es un cóctel tan fuerte de razones el que hace que los países africanos estén tan dañados…

JB. No hay ni un ser humano que se libre del síndrome de Hybris, aquel que te hace creer que eres un dios o una diosa. ¿Por qué? Porque el entorno te lo hace creer. El mundo está así estructurado… Dios arriba y, entonces, el Papa, el rey, el presidente, el primer ministro, el jefe de gobierno, el ministro o el director de producción de una película… todos son semidioses. Y luego el músico, el padre o la madre de la casa, el maestro en la escuela… Pero hay un momento en el que hay que hacer lo posible para que ese semidiós vuelva a ser humano. Y cuando eso llega, lamentablemente, ya no suele tener poder, porque es cuando pierde su humanismo. Ya no tiene poder para decir «Oh, dadme un poco de poder para enmendar lo que he destruido». Ya es demasiado tarde. Entonces, no tenemos cómo empezar. ¿Por qué? Porque los dirigentes africanos o los dirigentes mundiales están alienados, están afectados por el síndrome de Hybris.

(…)

JB. En 2099, habrá más de 4.000 millones de africanos. De esos, el 60% serán jóvenes de menos de veinte años. Sí. Entonces, ¿sabes qué va a pasar? Tendrán que salir, porque África no tendrá tiempo para responder a sus necesidades. Tendrán que salir 4.000 millones a la puerta de Gibraltar porque no pueden quedarse en África. África está totalmente vaciada a nivel cultural, a nivel comunicativo, a nivel religioso…

(…)

TA. Dentro de la idea de intelectuales tengo un periplo muy complejo, pero en un momento dado pasé por el mundo del pensamiento desarrollista: África tiene que desarrollarse, el mundo tiene que evolucionar, etc. Por suerte, conseguí salir de ahí. Fui a otro mundo, que es el mundo de la cultura y del arte, que es el mundo donde las cosas son posibles. Al final, es el mundo de la imaginación que te decía y es el mundo en el que, desde esa imaginación y ese pensamiento, existe gente que dice cosas interesantes sin complejos, sin necesidad de aplicar teorías.
Cuando he empezado a leer sobre música o literatura, cuando he empezado a entrar en el continente desde ese lugar, ha sido cuando he empezad do a entenderlo. Y es cuando he empezado a tener esperanza y a entender que, a pesar de los pesares, hay gente que hace cosas maravillosas.

JB. Sí, es cierto.

(…)

 

Estas son algunas partes que hemos seleccionado de La conversa, pero si te parecen tan interesantes como a aquellos que la presenciaron, te invitamos a verla y escucharla íntegramente en el canal de YouTube de Mescladís.

Texto publicado originalmente en marzo de 2023, en la Revista El Convit/e Edición nº1 ‘Una mirada a la Catalunya negra’.

Con curaduría de contenidos por la artista Agnes Essonti (@essonti).

 

***

Tania Adam (Maputo, 1979) | fundadora y editora de radio africa magazine. Alter ego musical: Safura @taniasafuraadam

Justo Bolekia (Guinea Ecuatorial, 1954) | filólogo, novelista y poeta. Es catedrático del Departamento de Filología Francesa de la Universidad de Salamanca. Desde 2015 es académico de la RAE en Guinea Ecuatorial. Reconocido por sus publicaciones sobre la lengua bubi, tiene una extensa obra literaria y poética, así como una trayectoria política que incluye diversas acciones en oposición al régimen de su país.

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