En 1949, dos años después de la aparición de la revista y, con toda probabilidad, espoleada por el éxito que tanto ésta como la «Antología de la nueva poesía negra y malgache en lengua francesa», publicada en 1948 por Léopold Sédar Senghor y prologada maravillosamente por Sartre bajo el título «Orfeo Negro», tuvieron en la expansión mundial del movimiento literario y político de la Negritud, Présence Africaine se decide a abrir editorial con la intención de convertirse en «un espacio en el que novelistas, cuentistas, ensayistas, poetas y pensadores del Mundo Negro puedan por fin expresarse y ver circular sus obras».
Alioune Diop decía entonces:
«… Los colonizadores latinos tienen el genio de desarrollar un poder asimilador (quiero decir, un poder que tiende a reducir las diferencias culturales en provecho de un denominador común: la herencia latina). Con frecuencia este poder se da a sí mismo el nombre de universalidad. La asimilación como método político es uno de los productos de esta vocación cultural de los pueblos latinos: éstos admiten sin problemas que todos los hombres se parecen y valen pero sólo en la medida en la que se asimilan al pueblo colonizador, se integran en su historia, se someten a sus valores y a sus autoridades culturales y, bien entendido, en la medida en la que renuncian a aquello que no ha nacido del genio latino y, en particular, a sus propios valores culturales y espirituales. Es en primer lugar como reacción contra esta asimilación por lo que los escritores negros francófonos han creado sus obras…».
Izq.: Présence africaine, n° 8-9-10. Primer Congreso Internacional de Escritores y Artistas Negros: París-Sorbona, 19-22 de septiembre de 1956/ Dcha: Cartel de Picasso para el
Primer Congreso Internacional de Escritores y Artistas Negros, 1956. © Présence Africaine
Es evidente la intención política que subyace a estas palabras de Alioune Diop. En una época en la que las luchas por las independencias de las colonias africanas está alcanzando su apogeo, la creación de una editorial que pretende ser el espacio en el que los escritores negros puedan por fin expresarse y ver circular sus obras, obras de las que nos habla con tanta contundencia el propio Diop en esta reflexión, tiene inevitablemente el sabor de la militancia y la pulsión del compromiso. De hecho, a lo largo de la inagotable década de los cincuenta del siglo XX, década que con justicia debe ser calificada no sólo como la de las luchas por la primera liberación de África, sino como la del renacimiento intelectual negroafricano, la editorial Présence Africaine publica obras de marcado carácter político. De entre ellas cabe destacar cuatro que, en palabras de la profesora Lilyan Kesteloot, se convertirían en los pilares del movimiento de la Negritud.
La primera de ellas, de la que ya hemos hablado en un artículo anterior titulado Nyama, fue la del misionero franciscano Placide Temples (1906-1997) titulada «La Philosophie Bantoue» (La Filosofía Bantú). Con ella, la editorial, inicia un camino que no ha dejado de recorrer hasta hoy con la publicación de una ingente cantidad de títulos concernientes al mundo negro.
Obra de pensamiento y sin aparente filiación política, La Filosofía Bantú, se convierte sin embargo en libro de cabecera de los estudiantes negros de la época. Controvertida pero fundacional la obra muestra por primera vez al lector blanco la profundidad del alma negra y la similar estructura de su pensamiento. Reconoce la existencia de un pensamiento negro en un tiempo en el que el continente negro, ¡cuna de la humanidad!, no tenía siquiera reconocida su historicidad.
El primer Congreso de Escritores y Artistas Negros se celebró en París en 1956 por iniciativa de Alioune Diop y la revista Présence Africaine. Participaron Aimé Césaire, Cheikh Anta Diop, Jean Price Mars, Claude Lévy Strauss, Frantz Fanon, Édouard Glissant, Richard Wright, Amadou Hampâté Bâ, Abdoulaye Wade… y otras personalidades, así como muchos estudiantes negros parisinos. © Présence Africaine
Cours de La Sorbonne, septembre 1956, Aimé Cèsaire, acompañado de estudiantes asistentes al primer Congreso de Escritores y Artistas Negros, París, 1956. ©Présence Africaine
Tras ella van apareciendo las otras tres obras claves de la década éstas sí auténticamente revolucionarias y, por lo mismo, profundamente críticas. Las tres escritas por autores negros: «Peau noire, masques blancs» (Piel negra, máscaras blancas), obra del malogrado psiquiatra, filósofo y ensayista martiniqués Frantz Fanon (1925-1961) publicada por la editorial el año 1952; «Nations nègres et culture» (Naciones negras y cultura) obra del sabio multifacético senegalés, historiador, antropólogo, físico nuclear, lingüista y político panafricanista enfrentado a Léopold Sédar Senghor en los años en los que éste ejerció la presidencia de Senegal, Cheikh Anta Diop (1923-1986) publicada el año 1954 y «Discours sur le colonialisme» (Discurso sobre el colonialismo) del poeta, político y ensayista, también martiniqués y maestro de Fanon, cofundador de las revistas L’Étudiant Noir y Tropiques y del movimiento de la Negritud, Aimé Césaire (1913-2008) publicada el año 1955.
Tres autores marxistas que hacen de su obra un arma implacable en contra de la alienación, la explotación, la fabricación de la dependencia y el discurso de dominación. En Piel negra, máscaras blancas, Fanon, sin duda uno de los pensadores marxistas cuyo discurso conserva hoy la máxima actualidad, elabora un primer estudio en profundidad, desde la perspectiva de su experiencia como psiquiatra, de las relaciones acomplejadas entre negros y blancos. De él diría la ensayista y altermundialista maliense Aminata Traoré que fue la mente más lúcida que jamás hubiese pensado la alienación negra en un mundo de blancos y para blancos.
Naciones negras y cultura, cuyo contenido fue originalmente una tesis doctoral propuesta a La Sorbona y rechazada como una herejía pues, la falsedad del discurso colonial de entonces ni quería ni podía aceptar, en palabras del propio autor, que: «… el nacimiento de la egiptología se caracterizó por la necesidad de destruir a toda costa y en todos los espíritus, de la forma más radical y completa, el recuerdo de un Egipto negro…» [1], nos habla de la historicidad de África y demuestra, de forma exhaustiva y minuciosa, la anterioridad de las civilizaciones negroafricanas por relación a cualquier otra civilización planetaria, así como la naturaleza negroafricana de todas las culturas de los antiguos pueblos del Nilo y su valle: Etiopía, Nubia y el Egipto predinástico y dinástico. De igual forma nos muestra la importancia de estas culturas en la conformación de lo que hoy conocemos como civilización occidental. De esta obra, Aimé Césaire, que casi la leyó en una noche y al día siguiente recorrió París en busca de editor que no encontró hasta que Présence Africaine se hizo cargo de su publicación, nos dice que se trata de una obra mayor y de un momento clave en el despertar de África.
«Peau noire, masques blancs» (Piel negra, máscaras blancas) de Frantz Fanon, 1952.
Y en cuanto a la obra del propio Césaire, Discurso sobre el colonialismo, decir que se trata probablemente del panfleto más lúcido jamás escrito en contra del colonialismo como degradación moral. En ella Césaire no sólo desentraña la pestilencia colonial europea, la patológica y cruel relación dialéctica entre el colono y el colonizado, sino que además se permite el lujo de profetizarnos, en su última página, y de ponernos en guardia contra el que para él, en 1955, era ya el peor colonialismo por llegar, el norteamericano, entiéndase estadounidense.
Pero, a lo largo de todos estos años desde su fundación en 1949, la editorial no sólo se ha dedicado a la publicación de libros, sino que desde su posición preeminente ha creado conocimiento de la civilización negra a través de congresos, festivales, sociedades, coloquios, seminarios, etc.
El primer congreso, denominado Primer Congreso de Escritores y Artistas Negros, cuyo cartel promocional fue realizado por Pablo Picasso (1881-1973), fue organizado por la editorial Présence Africaine, entre los días 19 y 22 de septiembre de 1956, en el anfiteatro Descartes de la Universidad de la Sorbona en París.
«Nations nègres et culture» (Naciones negras y cultura) de Cheikh Anta Diop, 1954.
Las actas de este congreso fueron publicadas por la revista Présence Africaine bajo el título «La crisis de la cultura negroafricana», entre otras temáticas el congreso trató del racismo y sus dimensiones psicosociales, la colonización occidental, las formas negras que debería adoptar el cristianismo en África y Haití, tema este último todavía muy vivo entre las comunidades cristianas del África negra, y la supervivencia africana de la cultura de la América francesa y portuguesa. Las principales conclusiones alcanzadas en este encuentro entre escritores y artistas africanos, americanos y antillanos podemos reducirlas a tres: no hay pueblos sin cultura, no hay cultura sin ancestros y no hay auténtica liberación cultural sin liberación política previa.
Desde hacía tiempo, Alioune Diop, reflexionaba sobre la necesidad de crear un espacio de encuentro permanente entre los creadores de cultura del Mundo Negro. Así fue como, al cierre de este primer congreso, una resolución pide la creación de «un espacio de reflexión e intercambio necesario para el renacimiento del Mundo Negro». Este espacio recibiría el nombre de Société Africaine de Culture (Sociedad Africana de Cultura) y en el preámbulo de su acta fundacional define así sus objetivos:
«… unir por lazos de solidaridad y de amistad a los hombres de cultura del mundo negro, quienes, conscientes de su misión, se comprometen a crear o favorecer, en la crisis actual, las condiciones necesarias al pleno desenvolvimiento de sus propias culturas, así como a cooperar en el desarrollo y saneamiento de la cultura universal…».
«Discours sur le colonialisme» (Discurso sobre el colonialismo) de Aimé Césaire, 1955.
Desde su creación, la Sociedad Africana de Cultura se compromete pues tanto a la defensa de las culturas nacionales como a la de las culturas de mundo, así como a la «… promoción de los Derechos Humanos y a trabajar por la igualdad de derechos económicos de todo individuo de cualquier comunidad humana con independencia de su raza o religión…». Muy pronto la Sociedad abre secciones en diversas partes del mundo y la revista Présence Africaine, convirtiéndose en su órgano de comunicación, favorece el intercambio entre las mismas. El primer presidente de la SAC fue el médico, antropólogo y diplomático haitiano Jean Price-Mars (1876-1969), quien ocupa el cargo desde su creación el año 1956 hasta su muerte en 1969, le releva entonces el político y escritor de Trinidad y Tobago Eric Williams (1911-1981), autor de un libro referencial publicado el año 1944 bajo el título Capitalism and Slavery (Capitalismo y Esclavitud), quien permanece en el cargo hasta su muerte el año 1981 y es relevado desde entonces por el poeta y político martiniqués Aimé Césaire, fallecido en 2008. El prestigio intelectual de estos tres presidentes, su compromiso con la causa negra y a través de ella con la humanidad, están fuera de toda duda.
Tres años después del Primer Congreso, calificado en la época como un «Bandung cultural«, la Sociedad Africana de Cultura organiza en el Capitolio de Roma, entre los días 26 de marzo y 1 de abril de 1959, el Segundo Congreso de Escritores y Artistas Negros, cuyo cartel promocional es realizado esta vez por el artista sudafricano Gérard Sekoto (1913-1993) y cuyas actas serán publicadas, en la revista Présence Africaine, bajo el título general «La unidad de las culturas negroafricanas». Este congreso giró en torno a las relaciones entre colonización y cultura y en él se destacó la existencia de una civilización negroafricana como base de la unidad y solidaridad de los distintos pueblos negros.
Producto de una resolución tomada en este Segundo Congreso, se organizó en Dakar (Senegal), entre los días 1 y 24 de abril de 1966 el Primer Festival Mundial de las Artes Negras que se convertiría en una auténtica celebración de la cultura africana en sus manifestaciones tanto cultas como populares. En Dakar coincidieron entonces la cultura, la política y el folklore africano al más alto nivel. Se dieron todo tipo de manifestaciones artísticas: esculturas, teatro, danza, acrobacias, música…etc. En cuanto a exposiciones, se reunieron en Dakar 500 piezas representativas del arte negro procedentes de museos de todo el mundo y se promovió un coloquio titulado «Funciones y significaciones del arte negro en la vida del pueblo y para el pueblo», cuyas conclusiones fueron posteriormente publicadas por la revista Présence Africaine.
Alioune Diop, Léopold Sédar Senghor y Amadou Cissé Dia en la inauguración del primer Festival Mundial de las Artes Negras, Dakar, 1966. © Présence Africaine
Once años después, en 1977, Nigeria acoge el Festival de las Artes y de la Cultura (FESTAC). A través de numerosos espectáculos en vivo, exposiciones, salones de arquitectura…etc. estuvieron representados en Lagos más de un centenar de países. El coloquio central giró en torno al tema «Civilización Negra y Educación» y, entre otras conclusiones, refiriéndose a la necesaria relación entre la cultura y la educación, se destacó lo siguiente:
«… El problema de la civilización negra no es una simple curiosidad arqueológica, ni una cuestión de balance. Es un problema de formación de tipos de hombres, de tipos de sociedad, de tipos de relaciones sociales en un mundo en el que el hombre negro debe reconquistar su lugar bajo el sol a partir de su ingenio técnico, el peso de sus sociedades, su creatividad artística y su irremplazable humanismo. El problema de la civilización negra hoy es esencialmente un problema de educación…».
A lo largo de todos estos años, desde su creación, Présence Africaine ha estado en la organización no sólo de estos congresos y festivales que fueron, en sí mismos, hitos en la rehabilitación del mundo negro, sino también de innumerables coloquios y seminarios que se fueron sucediendo desde entonces hasta hoy. Entre ellos cabe destacar «Las religiones africanas como fuente de valores de civilización» (Cotonú, Benín, 1970); «La civilización de la mujer en la Tradición Africana» (Abiyán, Costa de Marfil, 1972); «El papel del cineasta africano en el despertar de la conciencia de la Civilización Negra» (Uagadugú, Burkina Faso -Alto Volta- 1974); «La problemática del Estado en el África Negra» (Dakar, Senegal, 1980) o «El centenario de la Conferencia de Berlín, 1884-1885» (Brazzaville, Congo, 1985).
Celebración del 70 aniversario de la editorial “Présence Africaine” a cargo de la Organización Internacional de la Francofonía (OIF). Entre los participantes se encontraban Christiane Yandé Diop, una de las fundadoras y viuda de Alioune Diop; Wole Soyinka, Nobel de Literatura; Macky Sall, presidente de Senegal; Ngugi Wa Thiong’o, Djibril Tamsir Niane y Sidiki Bakaba, 2019. © OIF
Y todo esto fue posible gracias a la labor mayúscula de mujeres y de hombres como Christiane Yandé y Alioune Diop, cuyo espíritu se resume tal vez en estas palabras de Diop que nos sirven para clausurar este artículo:
«… La palabra negro designa menos un color que un conjunto de experiencias y de valores propios a la civilización de los llamados pueblos negroafricanos…».
[1] Anta Diop, Cheikh: «Nations nègres et culture» («Naciones negras y cultura») Editions Présence Africaine, París, 1954.
Fuente: Texto publicado originalmente en la Revista Guinguinbali y extraído de Rebelión.
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Juan Montero Gómez (TW: @JonMonGo) es filósofo, con una larga trayectoria como especialista en el estudio y el conocimiento del mundo africano. Ha sido parte del Comité Nacional de trabajos en torno al XX aniversario del asesinato de Thomas Sankara (2007), coordinar del Área África del Centro Unesco Gran Canaria (2009) y Director del Curso Civilización Africana de CAAM desde 2017 hasta 2022. Además de haber impartido y presentado numerosas conferencias, seminarios y cursos como: “África, historia y tradición oral”,“Síntesis y recorrido histórico por la filosofía africana”y “Panafricanismo: ayer, hoy y mañana”.
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