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Es imposible leer la obra del joven poeta senegalés Modou Kara Faye y no sentir el deseo de compartir su voz con el mundo. En su breve estancia en España, dejó un legado de nueve poemas, unos escritos que reflejan su profunda sensibilidad. A sus 16 años encontró en la poesía una forma de expresar su lucha, su amor y su esperanza.

A continuación, podréis leer El doble regreso de Modou Kara Faye, un texto del poeta Enrique Falcón donde nos invita a conocer a este joven poeta y su breve pero intensa obra. Modou llegó a España en 1999, a los 16 años, para unirse a su padre y falleció en 2003. A pesar de los desafíos de su enfermedad y la amputación de su pierna, no dejó de soñar y de compartir su visión del mundo a través de sus versos. Con su partida dejó un vacío, pero también una huella indeleble en aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo y de escuchar su voz. Modou escribía en francés, compartimos algunos de sus poemas traducidos al castellano como un homenaje a su memoria.

 

El doble regreso de Modou Kara Faye – Enrique Falcón

He destruido la fachada tapiada del odio.
Finalizo el asalto:
no hay nada más fuerte que el amor.
M. K. F.

No hace ni un año llegaba a nuestro Barrio un sobre remitido desde Alicante con unos cuantos poemas, y el acompañamiento de unas líneas pidiendo el favor –el tiempo– de leerlos y de dar una opinión aun fuera a vuelapluma. Los poemas los firmaba Modou Kara Faye, un poeta senegalés francófono de apenas 16 años de edad. Las líneas las mandaba Pep Buades, un infatigable viajero del Magreb y del mundo islámico, que había dado con Modou en las habitaciones de oncología de un hospital de Alicante.

Aquellos poemas –“Le monde est infidèle à mes rêves”, “Mes fréres”, “Le monde a mûri”…– rabiaban fuerza por todos sus costados y estaban escritos con la insobornable ansia de quien –salido de África por la fuerza y arribado a los muros de nuestra rica Europa– todavía tenía voz para cantarle al amor y a la fraternidad, a pesar de su combate cotidiano con el sufrimiento. Desde aquella primera lectura, desde aquella emoción primera, se fue recopilando la poesía de Faye conforme iba siendo escrita: la obra de Modou, breve e intensa, no parece alcanzar la docena de textos.

Modou Kara Faye llegó a España hace cosa de dos años, para reencontrarse con su padre (la madre quedó en Senegal) y para que le amputaran –una vez en Alicante– la pierna derecha a la altura de medio muslo. El cáncer para entonces, cuando nosotros tuvimos la suerte de conocerlo, ya se le extendía por los pulmones. En su terca rebelión contra la muerte, Modou había adquirido –así lo recuerda Buades– una rara madurez, consciente de la libertad que había perdido tanto con el cáncer como con la amputación de una de sus piernas. Sus ojos alternaban la ternura con la desconfianza, el dolor con una timidez extrema, la dureza en la mirada y la sonrisa más desconcertante. Con el cuerpo deshecho por las sesiones de quimioterapia, su caso era presentado como terminal por los doctores de la planta de oncología. En su cuerpo de adolescente radiaba, con toda su fuerza, un poeta de palabras como cuchillas.

La silla de ruedas pronto dio paso a las muletas; éstas, a una pierna ortopédica. Por aquel entonces una muchacha del Liceo empezó a rasgarle el corazón y Modou ya había empezado a tener contacto con otros jóvenes de su edad. Comenzaba a aprender castellano en la Cruz Roja. Fue en esa época cuando empezó a escribir su poesía. Cuando tuvimos la suerte de que algunos de sus poemas nos llegaran a casa. Cuando lo invitamos a pasar unos días a Valencia. Cuando intervino en el Foro Social de las Artes –la pasada primavera– y sus versos nos arañaron el corazón en una lectura pública compartida con un exiliado salvadoreño de la teología de la liberación, un poeta ecosocialista madrileño y un poeta chileno de los barrios periféricos de Valdivia. Modou –repito– nos arañó con sus poemas, y lo seguirá haciendo. Ana Carrión, que viajó con él desde Alicante, nos recuerda el posterior llanto de Modou –en el viaje de regreso–, la pura emoción por haber podido cantar en público sus propios versos. En una larga conversación en el Paseo Marítimo de la Malva, me había reconocido que sus poemas habían sido trazados en el silencio y que tenían como primer detonante un profundo sufrimiento y las ganas alzadas por querer conjurarlo.

A principios de septiembre Pep Buades, que acompañó a Modou en tantos y tantos momentos (la historia de este acompañamiento habla de una fidelidad, de una salvación, de una irrenunciable cercanía), comunicaba la noticia de su muerte:

«(…) Recordarás a Modou, y la fuerza de su poesía. Es duro comunicarte su muerte. Y sin embargo me queda un poso de paz. En estos dos años pasó de dejarse morir a querer vivir, de verse reducido a la impotencia a aumentar su autonomía. Albergaba sueños y se mantenía lúcido acerca de sus posibilidades. Durante el verano se puso al servicio de la Cruz Roja, para atender a los viajeros argelinos en el puerto de Alicante.

»Le vi por última vez a finales de julio. Entonces me despedí como quien se muda de ciudad (vivo ahora en Salamanca). Le veía más robusto. Los médicos le decían de no volver al hospital hasta septiembre. En verano viajé bastante. Al regreso de mi último viaje me comunicaron su fallecimiento. Su última crisis fue breve. Quiso verme antes de entrar en coma. Pero no estaba localizable. Esto me apena, aunque nada podía hacer.

»Modou se mostraba reacio a publicar su obra, tan breve, tan intensa. La ofreció de viva voz. Imagino que autorizó que publicarais el material que tenía. Creo que tengo algo más en mi poder: más reciente y menos pulido: ya me dirás si interesa. Sería una lástima que se perdiera».

Contra esa amenaza del olvido, contra la posibilidad de esa misma pérdida, se publica aquí el breve puñado de poemas que Modou nos dejara en Valencia y que buscaban convocarle en su regreso primero. De este doble regreso de Modou me da noticias Ana Carrión estos días: del regreso a su tierra y del regreso a ese cielo del mundo que él deseaba acabar de habitar en uno de sus poemas. Me alegra pensar que su cuerpo está de nuevo en Senegal, visitable por su madre y por su pueblo (de éste, cantó: “Yo soy de un pueblo ebrio de universalidad / animado de comunión y que comparte el mundo”).

Y rezo hoy –creedme– con los versos finales de uno de sus más intensos poemas:

“El alfabeto de mi lengua empieza por
Comunitario
Mi Salvación está hecha de Amor
Y soy soldado de una patria infinita”.

E. F.
Barrio del Cristo (Valencia), noviembre de 2003

 

Modou Kara Faye [1985-2003]. Fotografía de Alberto Di Lolli, Ateneo Russafa, Valencia, abril de 2003.

 

 

EL MUNDO ES INFIEL A MIS SUEÑOS

Nada más que gaviotas sangrientas
golondrinas enlutadas
Nada más que buitres de fuego
Pero el amor tan testarudo
Me lanza violentos guiños
Y en el fondo de las promesas
Axilas ambarinas
Noches locas como el deseo
Pero a pesar de las presas fáciles
Paso mis noches lejos de las estrellas
Puesto que sé que la luna no vela por doquier
Las risas infantiles ni las alegrías de hombre
Debo todavía alzar corazones arrodillados
Hablar a los cuchillos de odio
Andar sobre los corazones levantados
Gritar al sol que caldee el camino de los inviernos
Acallar el aullido de las fieras
Hermanos míos, permanecemos en la alucinación
Busco el gentío del mundo
Pues es menester que el mundo se dé la mano
Allí donde la soledad nombra el vasto desierto de la fraternidad
Y tantas veces rehago el recorrido del desastre
Herido en la lengua y con el alma sangrante
Sosteniendo entre mis brazos pueblos vanidosos
Pueblos autoproclamados ombligo del mundo
Pueblos autoproclamados dios único del mundo
Pueblos autoproclamados raza escogida del mundo
Yo soy de un pueblo ebrio de universalidad
Animado de comunión y que comparte el mundo
Mas no el único poseedor de la tierra
Y si quiero cantar, quiero llorar
Me hacen falta otras coplas otros hermanos
No sé si tendré con qué alimentar mi voz

***

 

 

HERMANOS MÍOS

Es preciso que llevemos así el mundo de costado
Sé de carreteras desviadas
De apetitos profundos
De miradas sin salida
De mentiras encanecidas
De odio en el odio mejorado
De fraternidad engañada
De amor crucificado
Del antepasado abofeteado
Del padre abofeteado
De la madre abofeteada
Vigilo ese cielo esas tierras esos hombres esas mujeres
Esos niños que ya no cantan
Esas madres que ya no acunan
Esos padres de lejos padres
Esos viejos que ya no cuentan
Vigilo ese país mi país
Ese país loco por sus hijos
Loco por su libertad
Infiel a sus sueños
Pero el mundo se orina en un baño de sangre
Y a las mujeres se les amputa el deseo de amar
A los hombres el deseo de envejecer
Y mis sueños se llenan de peces asados
Dejadme acurrucado en lo profundo de mis cuevas
Pues el día avanza sobre juventudes amargas
Y desvela viandantes sin caminos
Y revuelve el exilio guardado
Mañana quizá devolvedme el día
Pero dádmelo sólo si el niño
Aprende a jugar de nuevo
La madre a acunar el soldado a enternecerse
Ensayo la noche fiel
El día silba a los harapos
Introduce la vergüenza en la calle
El día da la paz del mundo sin tapujos
Que ya no se vote más por el amor del hombre
Que ya no se pertenezca a un solo país
A una sola raza
A un solo continente
A una sola felicidad
Sino a todos los países
Todas las razas
Todos los continentes
Todas las felicidades
Entonces los corazones todos los corazones
Terminarán de amasar la suave arcilla para el mismo
[dulce techo de los hombres
Mis hermanos
He acabado por habitar el cielo del mundo
Y la sangre interminable de los días
Pero puesto que he experimentado el sufrimiento
Sé que el amor existe
Y pues que el amor existe ya no quiero llorar
Porque tarde te cortejé
Ya no podré odiar más
Pues he vivido todas las estaciones
Perdonaré siempre…
Oigo ya la lluvia sobre mis sueños de junio
Por fin volveré a dar vida al ideal roto
En nombre de la pared levantada del Amor
Firme en mis silencios
El alfabeto de mi lengua empieza por
Comunitario
Mi Salvación está hecha de Amor
Y soy soldado de una patria infinita.

***

 

 

QUIERO SER HOMBRE

Quiero ser el hombre de la tierra
La mujer el niño la tierra aún la tierra
Pero nunca ser
Un viejo con corazón carroñero
El malvado vertebrado
Nunca el hombre que pudre
Cuanto es bello

Quiero vivir sin permiso
Reír sin permiso
Llorar sin permiso
Quiero bailar sin permiso
Odiar sin permiso
Perdonar sin permiso
Quiero morir sin permiso
Pudrirme sin permiso
Llegar a ser flor sin permiso
Brotar como hierba silvestre
Ser tierra y mar sin permiso
Sin permiso ser sueño
Sin memoria sin rostro
Quiero hacer callar de vergüenzas la noche
Sin permiso resonar como tam-tam salvaje
Sin permiso gritar
Libertad

Puede que mañana seamos viejos
Con tantos soles en nuestros corazones
Tanto amor por vivir
Tantos ecos locos por contestar
Tantas ofrendas en que empeñarse
Tantas sendas noches en las que dejar
la huella de nuestra juventud
Quizá mañana seamos sí
por fin compañeros del invierno

***

 

 

MIENTRAS HAYA CIELO

Mientras haya Cielo
Queda siempre la esperanza
De que pase un pájaro
E iré con el cuerpo suplicante
De puerta en puerta
De corazón en corazón
De techo en techo
Qué importará el frío
Qué importará la lluvia
Y el sol del que me nutro
Dadme el azul del Cielo como limosna

Nunca expresaré bastante
Mi reconocimiento a la mujer al amor
Les debo mi existencia
Rompamos la espada
Enarbolemos la pluma
Liberemos el sueño
Y que el poeta coja el relevo del soldado
El amor es un solo grito
Si es verdadero
Sus meros ecos nos bastan para vivir y seguir
He destruido la fachada amurallada del odio
Pongo fin al asalto
El amor lo vence todo

***

 

 

LA CIUDAD ES GRANDE

La ciudad es grande en mi cabeza
Y con todo mis pasos son breves en la calle
Todas las direcciones quedan a mi abasto
Pero tantas puertas se me cierran
Mi puerta se abre a puertas cerradas
Mi ventana se asoma sobre ventanas cerradas
Mansiones en las que quiero entrar hasta tal punto
Para compartir la amistad que llevo
La paz que para todos quiero
Y voy andando camino sin comprender demasiado
Acaso ha llegado el tiempo de libar la miel silvestre
Ya no duermo miro la ciudad
Ya no hablo la ciudad miro
Por qué se construyen casas en las que vigila la soledad
En las que uno esconde sus lágrimas
En las que uno llora su amor no correspondido

La ciudad es grande en mi cabeza
Pero las puertas sin flores y los patios sin flores
Por qué
Y no tengo para reír, creer y amar
Que la certeza del cielo la certeza
De las aceras, las miradas, los ruidos
La certeza del día y de la noche
Si no se trata de nuevo
De esperanzas infinitas
De sollozos infinitos
De suicidas infinitos
De promesas deshojadas.

***

 

Traducciones del francés: Isaak Calderón, Antonio Méndez Rubio, Pep Buades y Maximiliano Alcañiz.

 

Durante la Conferencia de la Radical Film Network 2024 “Archivos del cine radical”, que reunió en Madrid, del 19 al 22 de junio, a artistas, cineastas y creadores de todo el mundo, se reflexionó sobre nuestra relación con los “archivos de cine radical”: archivos fílmicos y de vídeo de movimientos políticos, organizaciones de base, cooperativas de artistas y grupos independientes. El artista visual Isaías Griñolo presentó su propuesta “He destruido la fachada tapiada del odio”, una lectura performativa de los poemas de Modou en francés, español e inglés, acompañada de archivos que denuncian las condiciones de trabajo de los trabajadores de los campos de Huelva, su tierra. Esta fue la cuarta vez que se leyeron los poemas de Modou en público.

 

Radical Film Network 2024 “Archivos del cine radical”

 

Podéis encontrar la colección entera de la poesía póstuma de Modou Kara Faye publicada en este documento.

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