Janira Gómez – Barcelona | El panorama musical africano, muy rico y variado, no se limita a vivir dentro del continente. La música en general, por sí misma, nunca ha entendido de fronteras, siempre intenta unir y acercar a otras realidades. Pero en el caso de África, las lenguas oficiales impuestas durante la colonización, le sirven además hoy en día como una gran puerta de acceso al mundo y, en concreto, a otros mercados musicales en los que mezclarse sin pudor a no saber el idioma.

Son muchos los artistas de la diáspora que contribuyen a ese intercambio de culturas y ritmos, y los hay como Milton Gulli (Lisboa, 1978) que hacen lo propio en el movimiento musical afro-lusófono con el fin de que el portugués, porqué no, y ambas músicas, hermanen a diferentes continentes. Ya sea como músico, como productor y mentor de otros artistas, o bien como Dj, Gulli es uno de esos creadores que entienden la música como una fuente de energía positiva y la sienten como una disciplina que tiene mucho trabajo por hacer. Pues son muchas las cosas que comparten Lisboa, la ciudad en la que nació, y Maputo, la ciudad en que nacieron sus padres, pero que se desconocen y no llegan a oídos de la gente.

Por eso desde 2011 vive en Mozambique dispuesto a conocer esa escena creativa de la que siempre se había empapado en casa, pero que no conocía in situ. Sus inicios musicales se remontan a 1997 con la exitosa banda underground Philarmonic Weed, pero por muchos años ha sido vocalista y guitarrista en grupos como Cool Hipnoise, Cacique 97 y The Grasspoppers, en los que ha canalizado su pasión por el reggae, el hip hop, el acid jazz, el funk y el soul, además de la música tradicional africana. Su último trabajo, ‘The Heroes’, realizado junto al mozambiqueño Simba, es un viaje por la historia del hip hop y un homenaje a la banda estadounidense de los 90, A Tribe Called Quest. La razón: haber apostado siempre por la creación y nunca haber temido ser diferentes.

Milton2©BBE Music

Sueles decir que Cool Hipnoise fue “la universidad de tu música” pero, ¿por qué decidiste ser músico?

Comencé a tocar la guitarra a los 15 años, mientras cantaba en la escuela con los amigos. Fui tocando y tocando hasta que pasaron otros ocho años y empecé a formar parte de la Philharmonic Weed. Al principio no, pero luego la banda acabó siendo un proyecto más serio y reconocido, y así fue como tomé la decisión de ser músico y formarme en música.

¿Cuándo fue la primera vez que recuerdas haber escuchado hip hop, jazz, soul y reggae?

Tanto el jazz, como el soul o el reggae se escuchaban mucho en casa, teníamos grandes discos de vinilo sobre música brasileña y música africana. En mi adolescencia, en la escuela, con 12 o 13 años conocí el hip hop en un concierto, y me encantó. Era la primera vez que sentía un estilo musical así y lo escuchaba sin estar influenciado por mis padres o amigos.

¿Qué significan para ti estos géneros y qué emociones te transmiten?

Son géneros completamente diferentes. El reggae fue lo primero que empecé a tocar con la Philharmonic Weed, desde entonces es como mi hábitat natural. Antes de hacer otras cosas, el reggae fue y es mi primer abordaje hacia la música. Entonces escuchaba mucho reggae, y aún hoy sigo consumiéndolo mucho, a pesar de que ya no lo toque tanto. Con el hip hop también siento que tengo una relación desde los inicios, porque soy muy fan y me ha acompañado desde la adolescencia. Cuando vivía en Portugal seguía a los raperos más famosos de Lisboa. No sé, no sé cómo puedo explicar cuáles son los sentimientos que tengo al escuchar reggae, hip hop o afrobeat, no lo consigo. Es que la música, si es buena, si tiene musicalidad, si está trabajada, me hace sentir muy bien.

A la hora de crear música, ¿cuáles son tus fuentes de inspiración? ¿De qué manera influyen tus raíces africanas?

Las noticias del mundo, el cine o muchos libros son mi fuente de inspiración. Pero lo que más la vida real, el día a día, todo eso me influencia a la hora de hacer música. Me inspiran también muchas bandas de hip hop de los 90, como A Tribe Called Quest (ATCQ), mezcladas con el jazz, el soul o la música más instrumental. Sobre el reggae también me gusta escuchar a los clásicos: Dennis Brown, Bob Marley, Gregory Isaacs, Jacob Miller…

Es que me influencian muchas cosas… Mis padres son mozambiqueños, y aunque yo crecí en Lisboa y pasé allí toda mi vida, en casa siempre había música africana, al igual que en las fiestas de familia. Por eso está muy presente en mí, no fue una cosa que me llegara al tocar al principio, ha sido por mi vida en sí. Eso sin duda ha influenciado mi carrera profesional y en mi técnica a la hora de tocar. El resto lo fui descubriendo.

En tu música hay una mezcla muy potente entre lo tradicional, los sonidos mozambiqueños, por ejemplo, y lo urbano/electrónico.

Respecto a la música no discrimino, podría decirse. Escucho tanto músicas antiguas, escucho música africana de los años 50, como música africana hecha hoy en día. Para mí no hay diferencia, y me ocurre lo mismo con el resto de estilos porque al final sólo me interesa la calidad.

¿Cómo surgió la idea de hacer un viaje por los inicios y la historia del hip hop, en concreto un homenaje al clásico grupo A Tribe Called Quest?

Esta banda siempre me ha acompañado, era una de las bandas de hip hop más famosas y más originales, además. La idea del disco surgió cuando vine a vivir a Mozambique en 2011. Conocí a un músico de Maputo, Simba, que por entonces estaba tentado de hacer un álbum tributo a una banda de hip hop antigua. Valoramos varios grupos hasta que vimos un documental muy bueno sobre ATCQ y nos acabamos decidiendo por ellos.

Estuvimos seis meses trabajando en el estudio de mi casa y produciendo los temas. No buscábamos hacer algo muy grande, pero a medida que los temas fueron tomando forma y efecto vimos que nos había salido un disco fuera de lo normal [Risas]. Muchos amigos músicos nos recomendaron enviarlo a un editor de fuera, porque era un proyecto que podía aportar. Así que lo mandamos a BBE (Barely Breaking Even), respondieron, y así le dimos inicio.

En una entrevista sobre el álbum dijiste que era una oportunidad para Mozambique. 

Es una oportunidad porque la música mozambiqueña raramente sale de Mozambique. Los artistas mozambiqueños o su música no son conocidos en Europa o Estados Unidos, ni siquiera la música producida por mozambiqueños. Incluso en Portugal llega muy poca música de aquí, llega más de Angola o Cabo Verde. También es como una pequeña aportación para animar a otros músicos. A pesar de ser un país grande, Mozambique tiene un mercado musical muy pequeño que está concentrado en la capital, en Maputo. Los artistas no suelen viajar más allá de África del Sur, raramente lo consiguen. Por eso cree Kongoloti Records y me hice editor. Con los artistas con los que trabajo intento ponerles en la cabeza que la música mozambiqueña tiene que empezar a ser exportada, empezar a ser conocida, y eso debería darse en todas las músicas.

¿Eso sólo pasa con la música?

Ocurre con todo. En el caso de la pintura o la fotografía, Mozambique tiene a creadores bastante conocidos fuera. Pero en el caso de la música es todavía más difícil, es menos seguida. Pese a todo comienza a haber un mayor interés por las cosas de África y en los últimos dos años se ha empezado a hablar más de Mozambique; sólo espero que continúe.

Y en Maputo, ¿qué acogida tiene el hip hop, cuál es su situación allí?

Es un movimiento muy grande, cuenta con algunos artistas famosos en el país como Azagaia, el propio Simba o Iveth, una rapera muy conocida. Es un mercado muy underground, no es nada mainstream, no se oye mucho en la radio ni en la televisión, es una cosa que tiene mucha vida en los barrios y en los ghettos. También en la misma ciudad, pero de forma alternativa, se toca en el local Gil Vicente o el centro cultural franco-mozambiqueño o en Africa Bar, donde se imparten varias clases de hip hop. No es como el R&B que es mucho más famoso aquí. Se escucha más música del estilo de Rihanna que hip hop mozambiqueño, por ejemplo. Aún así, hay muchos artistas, muchos festivales y muchos conciertos; todas las semanas hay conciertos de hip hop.

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¿Qué diferencias hay entre el panorama musical portugués y el mozambiqueño?  

Son completamente diferentes. Portugal, a pesar de ser un país pequeño, tiene un mercado en el que las bandas tocan de norte a sur del país. Cuando una banda lanza un disco, puede hacer unos cien conciertos en un año. En Mozambique, es mucho más difícil que las bandas puedan viajar de punta a punta del país, hasta otras ciudades, porque los billetes de avión son muy caros. Además de que hay ciudades en las que es difícil llegar, a veces tampoco hay las condiciones necesarias de sonido o luz. En Portugal es mucho más fácil viajar con una producción de mínima calidad. Mozambique debe aprender en ese aspecto, tiene que conseguir mucho para llegar a un mercado profesional de música que ahora no existe.

Pese a esos problemas técnicos, ¿crees que son públicos diferentes?

El público portugués es más tímido, en cambio los mozambiqueños son muy sinceros, ya sea cuando escuchan música o ven una pieza de teatro. Aquí en Mozambique se da una relación más honesta con el público porque reacciona naturalmente. No tiene vergüenza de decir que no le gusta algo o que pares de tocar. Eso me gusta, está muy bien.

¿Qué crees que necesita la música en portugués para darse a conocer, por ejemplo en España o el mundo hispano hablante, que es el más próximo en distancia y fonética?

Tal vez Portugal debería ejercer un papel más fuerte en ese aspecto. Nunca ha apoyado los movimientos culturales afro-lusófonos. Francia, por ejemplo, apoya con dinero, cursos y estructuras a los países francófonos de África. Por eso la música en francés tiene un peso tan fuerte, es un movimiento que hace que sus artistas toquen en Japón, Canadá o Estados Unidos. Lo bueno de Portugal es que tiene una red de locales y bares musicales, tiene el Instituto Camoes, pero el problema es que no tiene un papel fuerte dentro de la cultura. Por esa razón, muchos artistas de habla portuguesa se dirigen directamente al mercado francés, cuando podrían llegar a Portugal o Brasil, que es un mercado muy grande que los artistas deberían aprovechar.

¿De esa necesidad surgió tu productora Kongoloti Records?

Mi objetivo principal era intentar difundir la música lusófona. Al llegar a Mozambique descubrí cuánto talento profesional y amateur había. Con Kongoloti actúo con los artistas como una especie de mentor, les doy consejos sobre lo que deben o no hacer. El papel de la productora es apoyar a los artistas, editarlos y hacer que puedan llegar a todo Mozambique y a otros mercados de Europa, Estados Unidos, América Latina, Asia, el mundo, todo… [Risas] Ese es el objetivo.

The Heroes, sobre ATCQ, es el proyecto más destacado en el que has trabajado desde que estás en Mozambique. ¿En qué estás trabajando ahora? ¿Qué escucharemos de Milton Gulli próximamente?

Sí, es cierto. Ahora estoy trabajando en varias cosas. Acabo de editar el disco de un músico, Deltino Guerreiro, que salió a la venta el mes pasado. También estoy metido en la producción de Raz Gang, un artista de reggae, y cuando acabe esto pasaré a producir a otra cantante. Porque también hay buenos artistas aquí en Mozambique.

+ Janira Gómez | Redactora y jefa de comunicación de Radio Africa. Formada entre Barcelona, Francia y Perú, siempre ha pensado que su hogar está entre las tapas de un libro. Le atraen las personas y la diversidad de pensamiento, acercarse hasta otras realidades. Es periodista cultural y social por la Universidad Autónoma de Barcelona y máster en Periodismo Internacional por la Universidad Pompeu Fabra.

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