Mia Couto (Beira, 1955), es el máximo embajador cultural de Mozambique en el mundo. Por su condición de africano y mozambiqueño, se espera que tenga la tez oscura y cabellos afro negros. Nada más lejos de la realidad; sus ojos azules y tez clara delatan, de alguna manera, el pasado colonial y el futuro multirracial y multicultural de este país del África Austral.

Sabe contar de historias como pocos: sus obras se han publicado en más de 20 países y en diversos idiomas. A pesar de ello, es poco conocido en España. Su público es básicamente lusófono. Couto es escritor, aunque también biólogo, una profesión a la que ama tanto como la escritura y la poesía. Pero es que además de escribir y mirar de cerca a los seres vivos es activista político; una labor que no puede abandonar desde que combatió en la guerra por la independencia de Mozambique. Se lamenta de los problemas de su país, y alza la voz para proponer un despertar en los mozambiqueños con el fin de que puedan trazar un futuro decente.

Quiénes siguen de cerca el trabajo y activismo de este intelectual mozambiqueño, sabrán apreciar el lujo de tener una conversación con él, y nosotras pudimos disfrutar de su compañía. Nos encontramos con Mia Couto en el CCCB, un día después de su conferencia, y a pesar del cansancio y de la jornada maratoniana de entrevistas nos recibió con esa humildad mozambiqueña que tanto gusta. Teníamos claro que no queríamos hablar de literatura ni de biología, queríamos conversar sobre aquello que tenemos en común: Maputo y Mozambique.

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Sarah Ardite: Maputo es la ciudad que nos une; yo he tenido la oportunidad de vivir unos meses allí, prácticamente toda la familia de Tania reside allí y también es donde vive usted. De hecho, nos sentimos como en casa porque, una vez que entramos, cuesta salir de la ciudad. ¿De dónde cree que procede ese enamoramiento por Maputo y Mozambique?

Mia Couto: Los lugares se convierten en una historia, se introducen dentro de nosotros, nos poseen e incluso nos cuidan. Yo nunca salgo de mi infancia porque es un lugar lleno de historias. Siento que mi casa está hecha de poesías, de objetos y relatos que me contaban, que se vuelven reales por vía de la ficción cuando se transforman en una historia.

S.A.: A Mozambique le llaman A terra da boa gente; personas con buena voluntad a las que les cuesta contrariar. De alguna manera es como un imán para el que viene de fuera, ¿no?

M.C.: Los mozambiqueños hablan a través de historias, de un lenguaje metafórico, y existe una educación sutil en la cultural oral mozambiqueña de no contrariar ni negar al otro. Hace tiempo en un programa de televisión llamado Por uma vida melhor, que recogía testimonios de una campaña del Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO), el periodista preguntó a un campesino: “Entonces, ¿la vida aquí está mejorando?” Y él respondió: “Está mejorando sí, pero está mejorando muy mal”. Me fascina su respuesta, ¿cómo algo puede mejorar mal? Otro ejemplo: como biólogo necesito respuestas sencillas y concisas, como sí o no. En una ocasión pregunté si la marea estaba subiendo y me respondieron: “Sí, está subiendo, pero ha empezado a bajar hace media hora”.

Tania Adam: ¿Y, usted considera que esta actitud del mozambiqueño puede llegar a crear un ambiente más fluido, quizás, encantando?

M.C.: En Mozambique existe otra idea de intimidad; si yo te pregunto si estás bien, aunque no lo estés no lo vas a decir al momento. Se necesita un tempo para la conversación, tiene que girar y fluir, como si fuera una espiral que llega a un punto: primero empezaremos hablando de cosas positivas, y luego iré averiguando si estás mal o si has tenido alguna enfermedad. Pero en un primer momento no puedes volcar todo lo negativo porque eso atrae a los malos espíritus. Es una razón casi religiosa.

T.A.: ¿De qué religión hablamos?

M.C.: De la africana, aquella que busca armonía y consenso.

T.A.: En su conferencia expuso 4 puntos clave: las lenguas, la condición de mujer, la simplificación del pasado y la religión. Nos plasmó su preocupación por una modernidad que deja de lado a la religión africana politeísta, porque ello no permite, según su parecer, entender el funcionamiento de un país africano. Sin embargo, he de decirle que tengo la sensación contraria; a pesar de la importancia que están adquiriendo en la vida de las personas las religiones monoteístas como el islam o catolicismo, no percibo que se estén dejando de lado las creencias animistas.

M.C.: Las religiones monoteístas son excluyentes, no pueden aceptar que otras estén presentes y piden, por no decir que exigen, a sus fieles que abandonen las creencias animistas: la religiosidad africana antigua no tiene nombre y permite diferentes dioses: los chikwembos (antepasados). A mi parecer, estas religiones de los grandes libros, están en guerra con esta religiosidad animista y fuerzan a la persona a tener que optar, y eso produce una gran tensión, porque son elecciones complicadas. Por ejemplo: en las grandes ceremonias, como pueden ser un matrimonio, los mozambiqueños acostumbran a celebrar dos: una oficial en la iglesia o en la mezquita, y la otra tradicional, más intensa y vivida, como puede ser el lobolo, hecho casi en la clandestinidad. Entonces, estamos creando una situación casi esquizofrénica.

Creo que las personas africanas están un poco perdidas, al igual que lo pueden estar los europeos, y necesitan encontrar “anclas”, algún punto de certeza. Probablemente sea por la crisis que vivimos. Cuando estamos en ese punto solemos necesitar refugio en una creencia, y aquí en África, supone conflicto entre religiones: las personas son cada vez más musulmanas o católicas, pero no pueden dejar de lado otra creencia africana.

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© Pirra Lorenzo. Maputo, 2011. Ceremonia tradicional

T.A.: ¿Entonces, de donde proviene esa guerra? Por lo que cuenta parece que existe una convivencia en conflicto.

M.C.: Esta es una guerra absurda que no sale en los periódicos, cuando se habla de guerras en África se hace referencia a las que tienen armas de por medio, con militares. Pero África está llena de otras guerras silenciosas: guerra contra la mujer, la África diversa (se tiende a presentar como única y homogénea), las religiones…

T.A.: Quizás sería más acertado hablar de conflicto, contrariedades, no de guerra…

M.C.: Hablo de guerra en un sentido amplio y simbólico, y me refiero a las guerras interiores, ya sean de una sociedad o de uno mismo… Si te dicen que sólo puedes ser una “Tania”, y que no puedes ser muchas, pero existen muchas “Tanias” dentro de ti, con sus religiones, estirpes, edades… te originará un conflicto porque habrá días que tienes 80 años y otros 8. Pero en nombre de la coherencia tienes que decir a la sociedad que solo existe una Tania Adam. Tal vez sea metafísico o filosófico, pero es un punto clave para entender a lo que me refiero con “guerras”.

T.A.: Cuando voy a Maputo es común que sienta, en ciertos momentos, falta de libertad para ser alguna “Tania”.

M.A.: Sí, es probable, es una cuestión un tanto pesada en Mozambique. Por el hecho de que seas mujer, se espera que tengas un cierto comportamiento: que te vistas y te muevas bajo ciertos parámetros, y que seas alguien en función de tu marido. Es una sociedad patriarcal y machista. Aunque también considero que es una cuestión que tiene que ver con los momentos de crisis, porque son esos momentos los que exigen identidades puras, a menudo manipuladas por fuerzas políticas, que no hacen más que reforzar las diferencias para encontrar culpables en “los otros”: mujeres, inmigrantes…

T.A.: Me hace gracia que mencione “los momentos de crisis” en Mozambique. Me pregunto si ha habido algún momento de “no de crisis”, al menos desde que nací.

M.C.: Cierto. Mozambique siempre ha estado en una constante transición: de la colonia hacía el país independiente, de la guerra a la paz, de la paz a la guerra, del socialismo al capitalismo… Siempre hemos estado en metamorfosis. Y lo triste es que en medio de los cambios nunca hemos llegado a ser nada; no hemos sido socialistas y el capitalismo que vivimos es vacuo. Vivimos en la superficie de una apariencia.

También es cierto que no todas las transiciones son crisis. Esta viene cuando ves un puente pero no consigues divisar nada al otro lado, y creo que estamos viviendo ese momento; miramos al frente y no logramos entender qué futuro viene, y eso nos genera un sentimiento de vacío, por lo que tendemos a inventarnos cualquier cosa para tranquilizarnos. Observo a personas amigas, intelectuales, que se ven incapaces de divisar el porvenir, y al no verlo, proponen regresiones al pasado como los ritos de iniciación (que son terribles para la mujer). Estas mismas personas hace diez años eran constructoras de futuro; estaban a favor de propuestas de emancipación de la mujer. Creo que realmente estamos muy perdidos.

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© Pirra Lorenzo. Maputo, 2011

S. A.: Sí, en ese sentido, y mirando el trabajo del fotógrafo maliense Malik Sidibé (1936 – 2016), podemos ver como recrea en la vida de Bamako de los años 60-70’ -la Dolce Vita-, unas libertades que hoy en día no existen. Él mismo manifestó en sus últimas entrevistas que la modernidad que supuestamente tenía que llegar, no llegó, y que algunas de las fotografías de mujeres en bañador en el río, hoy en día son prohibidas. Las mujeres, en nombre de ley y la religión, van completamente tapadas en Bamako. Creo que este ejemplo ilustra esta regresión que se vive en muchas partes y que viene acompañado de la institucionalización del Islam. Algo, que por ejemplo, Angola no ha dejado que pasara.

M.C.: Hablando del Islam, estaría muy bien que Mozambique tuviera una regresión en ese aspecto; desde mi infancia el islamismo en Mozambique siempre ha sido una religión muy tolerante, sin ningún problema, una religión de armonía. Pero desde hace unos años se está empezando a imponer un tipo de islamismo más intolerante.

T.A.: Tristemente he ido viendo esa involución en la sociedad mozambiqueña. Y desde mi punto de vista lo que existe es una fachada; esa apariencia de cual hablaba antes.

S.A.: ¿Usted cree que hay alguna fuerza política del país que utiliza la religión o las diferencias étnicas con el fin de segregar la sociedad?

M.C.: No. Será una tragedia si llega a pasar algún día. La convivencia todavía es pacífica y la guerra que vivimos actualmente en el país no tiene contornos religiosos ni étnicos sino de poder regional; este es un problema que viene de antes de la independencia porque se diseñó una propuesta para dividir el país por el rio Save. Esta es la mayor reivindicación de la Resistencia Nacional Mozambiqueña (RENAMO).

S.A.: Desde el acuerdo de paz, el FRELIMO siempre ha estado en el poder. ¿El hecho de que no hayan vivido alternancia (uno de los principales pilares de la democracia) también puede ser uno de los motivos del conflicto?

M.C.: La verdad es que tengo mis dudas al respecto. La alternancia puede ser un criterio para medir una democracia, pero no sé si es el principal. ¿Por qué? Si suponemos que unas elecciones se han desarrollado de forma limpia, ¿qué puedes hacer al respeto? Podrías cuestionar si las elecciones fueron correctas o justas, y poco más. Por lo que no veo claro que una democracia se mida por su grado de alternancia.

T.A.: Tal vez sería el momento de crear otra democracia, no tan eurocéntrica, un modelo adhoc a las realidades africanas. Pero la pregunta es si hay capacidad para ello.

M.C.: Algún dictador ya ha recurrido a ese argumento alegando que desarrollan una democracia propia: la africana. Nosotros hemos aceptado y adoptado el modelo europeo de democracia bajo las condiciones impuestas. Si la mayoría de los países africanos se han sometido a ese arquetipo abanderado por la modernidad y el capitalismo, ¿por qué ahora se lamentan diciendo que no se adapta a la realidad africana? Si se quiere alterar el modelo habría que establecer los criterios de antemano y el problema principal es el tiempo. No hay margen de acción porque hay una serie de exigencias globales impuestas por el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. ¿Qué opciones nos quedan? ¿Hacer una nueva revolución? Todo apunta a que nos convertiríamos en una isla en el mundo. Tristemente, no existen muchas alternativas.

T.A.: No me refiero a un modelo alternativo, sino a la creación de una democracia propia en la que si la alternancia no es la solución, al menos habría la posibilidad de establecer soluciones alternas, como por ejemplo, un gobierno RENAMO-FRELIMO.

M.C.: Podría ser. Se podría encontrar representaciones de instituciones tradicionales en el Senado o a la Cámara; una gobernanza más consensuada con fuerzas que tienen su autoridad legitimada de manera alternativa al voto. Porque hay formas de gobernanza dinásticas o de sangre, como pueden ser los Régulos. Se podrían encontrar maneras de incorporarlos o que exista representación de las entidades religiosas politeístas, o de la mujer… Creo que podríamos crear un margen dentro de la “democracia como se espera”, con un funcionamiento interno adaptado, ¿por qué no? ¿Por qué no tener una gobernación provincial? En parte esa es la reivindicación de la RENAMO.

S. A.: ¿Entonces, cree que es posible la propuesta de la RENAMO?

M.C.: Probablemente exista miedo de pérdida de control por parte del FRELIMO si accede a esa petición. El mismo que puede haber en España en relación al Referéndum de Catalunya.

T.A.: No obstante, y a pesar de las diferencias regionales y los conflictos entre los partidos, ambos apelan a una patria y los sentimientos nacionalistas entre los ciudadanos van en aumento. ¿De dónde proviene este sentimiento?

M.C.: El sentimiento está muy ligado a la historia del FRELIMO, constituido a partir de tres movimientos regionales y tribales. Su fusión supuso la incorporación de guerrilleros de diferentes partes que tenían que crear una identidad común y esta fue la nación. Hasta hoy en día esta identidad es vista como un bien común; una riqueza y punto de encuentro. Y todo aquello que apele a la diversidad se ve como una amenaza. Por un lado, puedo llegar a entenderlo, pero lo que no acabo de ver es la imposición de dicha unidad nacional. No puede ser un valor que se imponga sin ningún fundamento. Si los mozambiqueños entienden que puede haber una gobernación regional y que ello no supone un peligro para la nación, podríamos avanzar en esa dirección. Es importante que se intente percibir que la diversidad del país puede coexistir con el sentimiento de unidad nacional, porque a pesar de las diferencias existe un punto en común.

T.A.: ¿Cuál es?

M.C.: En Cabo Delgado, en Maputo o en Tete, me encuentro en mi casa. Y es porque los mozambiqueños han participado en una historia anterior a ellos mismos como nación, la región fue “formateada” por un mismo colonizador, y curiosamente, hoy es la lengua de ese colonizador, la “del otro”, que crea eso punto de unión. Por otro lado, y al contrario a los países todos los países vecinos, los mozambiqueños han vivido una política de asimilación y esto crea una diferencia que une internamente. El asimilacionismo es negativo, sí, pero es su propia historia no compartida.

T.A.: Hablando de vecinos… ¿Cómo valora la relación de Sudáfrica con Mozambique y como considera que esta afecta a los mozambiqueños?

M.C.: Mozambique siempre ha sido la sombra y el patio de Sudáfrica. Todo el sur de Mozambique con los magaisas (inmigrantes sudafricanos), ha sido moldeado según los intereses de Sudáfrica. No sólo eso, sino que la economía mozambiqueña ha sido pensada para servir al capital sudafricano: las vías férreas, la electricidad, los productos manufacturados… Todo viene de Sudáfrica. Nosotros somos una periferia, una colonia de ese país y siempre nos hemos dividido entre dos ligaciones coloniales: una con Portugal y otra con Sudáfrica. Por lo que todo lo que pase en Sudáfrica, sea bueno o malo, se reflejará en Mozambique y su sociedad. Y Sudáfrica es una sociedad enferma; tiene una enfermedad anterior al Apartheid.

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© Pirra Lorenzo. Maputo, 2011

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Publicado en septiembre del 2016

+ Sarah Ardite – Dj Conga. Activista cultural e impulsora de proyectos musicales como los Afro-Latin Sundays en Ciudad del Cabo, ha colaborado con Pan African Space Station en Sudáfrica. Entusiasta de los ritmos afro-latinos, colabora en la difusión de la cultura y la música afro-lusófona. Sus sesiones de DJ son un viaje sonoro por las músicas de raíz de los orígenes más diversos. Máster en Ciencias Políticas y consultora en Tecnologías de la Información.

Tania Adam (Maputo, 1979), es fundadora y editora de www.radioafricamagazine.com Gestora cultural, licenciada en Administración y Dirección de Empresas, está especializada en cultura contemporánea africana, inmigraciones e interculturalidad. Desarrolla proyectos culturales relacionados con el continente africano y el fomento de las formas y prácticas culturales de procedencia no occidental. Twitter: @TaniaSafuraAdam

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