Hace unos meses en un ciclo de conferencias en Santander al que asistí, Albert Roca Álvarez, doctor en Antropología Social y Cultural por la Universitat de Barcelona y profesor de la Universidad de Lleida, hablando de África mencionó “las malas razones de un olvido”. Debido a que, a lo largo de la vida académica de muchos, tanto en el colegio como en la universidad, es inusual que se hable sobre la historia de África y si lo hacen, se estudia sobre todo el Antiguo Egipto, mientras que el África subsahariana se estudia de manera muy superficial o ni siquiera se menciona.
En mi caso, recién hace unos años me empecé a interesar en la historia africana. En el año 2017 me encontraba caminando por la Avenida Corrientes en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, cuando decidí entrar a una de las tantas librerías que hay en esa zona. Me gustaba perderme entre los pasillos de distintas librerías y dejarme sorprender por algún libro, y ese día no fue la excepción. La obra en cuestión es El fantasma del rey Leopoldo del historiador estadounidense Adam Hochschild. Desconocía quién era ese tal Leopoldo.
El fantasma del rey Leopoldo, Adam Hochschild
Una caricatura de Punch de 1906 de Edward Linley Sambourne, que representa a Leopoldo II como una serpiente que enreda a un hombre congoleño / Caricatura del caricaturista británico Francis Carruthers Gould que representa al rey Leopoldo II y el Estado Libre del Congo.
Lo primero que me llamó la atención fue una imagen suya en la portada con su prominente barba. Luego leí la contratapa para saber de qué trataba y al enterarme que Leopoldo II de Bélgica fue dueño personal del Estado Libre del Congo (actual República Democrática del Congo) durante 23 años y que la explotación de sus recursos naturales, como el marfil y el caucho, dejó el saldo de entre 5 y 10 millones de muertos (los historiadores aún siguen cuestionando el número) decidí llevarlo y lo leí en tan solo un par de días. A medida que lo leía me iban surgiendo algunas preguntas, entre ellas ¿Cómo puede ser nunca haya escuchado hablar sobre semejantes masacres? Quise saber si mis familiares o amigos habían escuchado hablar al respecto, pero su respuesta fue negativa. Entonces me puse a pensar ¿El hecho de que muchos ni siquiera hayan escuchado hablar sobre lo que ocurrió en el Estado Libre del Congo estará relacionada al racismo? Sí, no tuve ninguna duda al respecto. A partir de ese momento empecé a leer e informarme más no sólo sobre el Estado Libre del Congo, cuestión que me llevó a poner el foco en el reparto del continente africano entre las potencias europeas (que comenzó en 1885 luego de la Conferencia de Berlín), sino también sobre el racismo en general. La cuestión de la discriminación racial es tan amplia que jamás podría abarcar para escribir un solo artículo, pero me gustaría destacar algunas cuestiones al respecto.
En el siglo XVIII, Friedrich Hegel, entre otros filósofos sumamente racistas, habló del “síndrome africano”. Es significativo que hablase de esto, ya que va de la mano con la colonización europea en el continente africano. Hegel, entre otras cuestiones, dijo que existía la creencia de que África necesitaba alguien que los guiara, como si fuese un continente sin conciencia de que formasen parte de la humanidad. Otros pensadores ilustrados como Voltaire y David Hume no veían ninguna contradicción entre los valores de libertad y fraternidad, y su idea de que los no-blancos eran inferiores a los blancos de forma innata.
Uno de los tantos ejemplos en los que se puede apreciar el racismo extremo que había en Europa durante la época de colonización es el caso de Ota Benga, un joven congoleño que en 1904 fue llevado a Estados Unidos para ser exhibido en la Feria Mundial de St.Louis. Terminó en la jaula de los monos del zoológico del Bronx, en Nueva York, donde los visitantes lo iban a ver como si fuese un animal más. Finalmente fue rescatado por unos sacerdotes africanos que le buscaron alojamiento en un orfanato. Diez años después, desesperado porque no podía volver al Congo, pidió prestada un arma y se disparó.
Cuatro pigmeos posando con lanzas. Ota Benga a la derecha. (Tomada durante la Exposición Universal de 1904). Fuente: Museo de Historia de Missouri / Ota Benga en el Zoológico del Bronx, 1906
La colonización en África finalizó, pero eso no significa que el racismo haya acabado, sino que sigue más vigente que nunca. Constantemente nos enteramos de casos de racismo en todas partes. En agosto pasado se conoció la noticia de que en la ciudad de Civitanova, en la provincia de Macerata, en Italia, un vendedor ambulante nigeriano de 39 años llamado Alika Ogorchukwu, fue asesinado en plena calle por un hombre que lo persiguió y lo golpeó hasta asesinarlo. Los transeúntes que se encontraban allí no hicieron mucho por impedir que el hombre dejara de golpear a Alika, solo hubo algunos comentarios como: “Lo estás matando”, pero nadie intervino físicamente para impedir la golpiza, sino que solo se atuvieron a filmar lo que estaba ocurriendo.
A raíz del asesinato de George Floyd en Mineápolis el 25 de mayo del 2020 a manos de un policía, el movimiento “Black Lives Matter”, creado en 2013, comenzó a tener mayor trascendencia no solo en Estados Unidos, sino que traspasó sus barreras y su gritó llegó a otras partes del mundo. Recordemos que el objetivo de “Black Lives Matter” es “erradicar la supremacía blanca” e intervenir a través del poder local “en la violencia infligida en las comunidades negras por el estado y los vigilantes”. Las protestas globales Black Lives Matter desembocaron en ataques contra monumentos de distintos personajes históricos acusados de haber defendido posturas racistas, entre los que se encuentran Cristóbal Colón, Leopoldo II de Bélgica, Edward Colston, Winston Churchill, entre otros. A raíz de esto se llegó a publicar un libro titulado Decapitados. Una historia contra los monumentos a racistas, esclavistas e invasores de Peio Riaño.
Finalmente, para los interesados en saber un poco más del racismo, dos libros recomendados y publicados recientemente son Vamos a hablar de racismo, de Ijeoma Oluo y Superior: el retorno del racismo científico, de Angela Saini.
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Martín Speroni, es argentino, licenciado en sociología en la Universidad del Salvador, de Buenos Aires. Actualmente está finalizando el máster de historia contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). En su trabajo final de máster realizó un análisis comparativo de las fuerzas militares en el Estado Libre del Congo y el África del Sudoeste Alemana, en este último caso haciendo hincapié en el genocidio de los pueblos Ovaherero y Nama. El próximo curso comenzará el máster de relaciones internacionales y estudios africanos en la UAM.
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