Valentín Roma - Barcelona

Podríamos entender Harlem Stirs (1966) –Harlem resiste– como una suerte de patchwork de diversos géneros editoriales, un homenaje a la relectura crítica y la reapropiación. Cierto es que el documento de agit-prop siempre se ha servido de los arquetipos para subvertirlos, parodiarlos o redirigirlos hacia otras semánticas, sin embargo, este fotolibro tiene, además, cierto sentido fundacional, sobre todo en lo que se refiere al uso de eslóganes mediático-políticos, a las asépticas enumeraciones de datos o a los collages de información descriptiva, extraída de boletines gubernamentales. Por todo ello, es decir, por confrontar unas imágenes densas desde el punto de vista ideológico con unos textos muy elocuentes de la gramática del poder, cabría decir que Harlem Stirs se anticipa a ese discurso contra-informativo que hizo furor durante los setenta, algo que también le convierte en una pieza conceptual avant la lettre.

Editado por Carl Marzani, miembro del Communist Party USA, veterano de la Guerra Civil española y fundador de Union Films, una productora de documentales subversivos que realizó películas como Deadline for Action (1946) y The Great Swindle (1948), sufriendo por ello tres años de cárcel, los textos de Harlem Stirs son obra de Fred Halstead, la voz más prominente del Socialist Workers Party en los sesenta, quien fue candidato a la presidencia de Estados Unidos en 1968. Aparte, salpicando el conjunto, aparecen fragmentos de discursos públicos del escritor y activista James Baldwin, uno de los grandes referentes de la cultura afro-americana y de las luchas por los derechos civiles de los homosexuales.

A modo de presentación hay un prólogo de John O. Killens, otro novelista crucial para entender los imaginarios de la comunidad negra y proletaria neoyorquina del momento, quien creó en 1950, junto a Rosa Guy y distintos literatos, el Harlem Writers Guild. Finalmente, según hemos señalado, abundan aquí y allá fragmentos de información oficial, carrerillas de cifras o residuos de memorándums que proporcionan cierto horizonte socio-económico, cierto baño de dura realidad, a los despliegues más propagandísticos.

Esta antología de firmas disidentes tiene su continuación en las fotografías de Anthony Aviles y Don Charles, cuyas imágenes ilustran las disparidades económicas y los conflictos raciales, la «resistencia» de los habitantes de Harlem organizando su descontento mediante actos de protesta y asambleas comunitarias, también las condiciones de pobreza y precariedad.

Desde la misma portada hasta el clímax final, que homenajea el pensamiento y la figura de Malcolm X, asesinado poco antes, sin olvidar la conocida huelga de alquileres de 1963 y 1964, que movilizó a los líderes vecinales y a numerosos personajes mediáticos del activismo afro-americano, Harlem Stirs apenas se baja un momento de la proclama inflamada. Así, a diferencia, por ejemplo, de A Seventh Man: Migrant Workers in Europe(1975) de John Berger y Jean Mohr –un libro con el que guarda ciertas similitudes ideológicas–, esta crónica de las irrupciones ciudadanas no sólo se aleja del reportaje poético y humanista acerca de los desposeídos, sino que mantiene la violencia revolucionaria y la lucha de clases como horizonte de acción.

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Valentín Roma nació en Ripollet en 1970 y en la actualidad vive en Barcelona. Doctor en Historia del Arte y Filosofía por la Universidad de Southampton, profesor de Teorías Artísticas Contemporáneas en la UAB y profesor de la Escuela ELISAVA (también en Barcelona), ha comisariado exposiciones de arte contemporáneo en España y el extranjero, del Museo Picasso, la Fundación Tàpies o el CaixaForum de su ciudad a la Bienal de Venecia o la Kunstverein de Stuttgart. Fue conservador jefe del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y, en la actualidad, es director del Centro de la Imagen La Virreina. En 2011, Periférica publicó su libro Rostros, a medio camino entre la ficción y el ensayo.

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