Rahmata Dem Njie - Barcelona

Recuerdo la primera vez que leí una novela en la que todos los personajes, absolutamente todos, eran negros. Tras leer un solo capítulo, el sentimiento que prevalecía sobre mí era tan solo uno: confusión. No concebía cómo un libro podía tener sólo personajes negros. Me pregunté, ¿estará ambientado en algún país africano y no me he dado cuenta? ¿Por qué no aparecen personajes blancos?

Empecé a hacerme estas preguntas y me di cuenta de que nunca me había preguntado, porqué en algunos libros todos los personajes son blancos. Nunca me había parecido extraño. Había crecido leyendo historias donde nunca encontraba a alguien que se pareciera a mí y aprendí a normalizar que las personas negras no eran protagonistas en la literatura, si aparecían eran personajes secundarios, pero nunca la voz cantante de la historia.

Esto para mí, fue mi despertar. A partir de este momento, empecé a leer novelas donde sólo salieran personajes negros, o donde fueran protagonistas. Empecé a necesitar que las historias que leyera fueran protagonizadas por mujeres que fueran como yo, por personas que vivían la misma realidad que yo.

Me di cuenta de lo poco que conocía y me sentí muy ignorante. Cómo yo, una chica negra que llevaba años leyendo, nunca me había adentrado en el mundo de la literatura con personajes negros. Aquí empezó mi necesidad de leer libros protagonizados por mujeres negras, por mujeres africanas. Por primera vez, mis vivencias se veían reflejadas en las de las protagonistas de las historias que leía.

Leía historias donde las protagonistas tenían que lidiar con el racismo o el colorismo y sabía en primera persona lo que estaban sintiendo. Sin irnos tan lejos, leía sobre lo cansado que era estar sentada durante horas para hacerse las box braids. Pequeñas anécdotas como esta que forman parte de mi vida, de mi infancia y ahora veía plasmadas en un papel. Estos detalles me permitían meterme de lleno en su piel, eso no me había pasado antes.

Ese nuevo mundo se fue ensanchando, y de repente, también era posible imaginar historias con personajes negros en dimensiones totalmente distintas. Así fue como de las novelas juveniles salté al mundo de la ciencia ficción. Otro gran despertar.

Un género del cual me había familiarizado, desde muy pequeña, a través de la cinematografía. Películas que estaban siempre protagonizadas por personas blancas. Por desgracia, en el mundo de la literatura el patrón era el mismo. La mayoría de las historias se centraban en héroes blancos que luchaban contra aliens o robots para salvar el mundo, el perfecto arquetipo del salvador americano.

No es sorprendente entonces, que los inicios de la literatura de ciencia ficción fueron predominantemente masculinos, historias escritas por hombres blancos, protagonizadas por hombres blancos y escritas para hombres blancos. Además de esto, el género apenas gozaba del prestigio que tiene ahora. Teniendo en cuenta todo esto, triunfar como mujer en el mundo de la literatura fantástica no era tarea fácil. Sin embargo, una de las precursoras en la popularización del género fue una mujer, la escritora estadounidense Ursula K. Le Guin, que supo evolucionar el género hasta llevarlo al estatus actual.

Le Guin supo introducir problemáticas del presente, salir del círculo de los robots y los aliens, y tratar temas más humanos. Incluso, en algunas de sus obras los protagonistas tenían la piel oscura, algo remarcable en una época donde, como he dicho antes, predominaban los héroes blancos.

Una de sus reflexiones en el filme Los mundos de Ursula K. Le Guin que más comparto es la siguiente: “Creo que la ficción imaginativa facilita que la gente sea consciente de que hay otras formas de hacer las cosas, otras formas de ser, que no hay solo una civilización que es buena y como tiene que ser.” Le Guin entendía perfectamente que la ficción nos permite cuestionar nuestras sociedades y ver más allá de lo que somos. No son simples historias fantásticas, son historias reflexivas y con trasfondo que pueden tener un gran impacto.

De aquí la importancia de tener obras protagonizadas por personajes negros, para que nosotras mismas podamos también imaginar y reflexionar sobre nuestras sociedades. Sobre todo, son necesarios relatos ficticios con voces negras que hablen sobre temas distintos a los que estamos acostumbrados. No todas las historias deben ser sobre esclavitud y miseria, describiendo a los personajes negros siempre como víctimas y no como dueñas de sus propios destinos.

Quiero dejar claro que, no estoy diciendo que se deba parar de escribir historias sobre temas como la esclavitud, porque tengo claro que son hechos que forman parte de nuestra historia y que nunca debemos olvidar. Sólo apunto que, a la vez, debemos intentar producir relatos de otras temáticas. Con la meta de conseguir crear nuevas narrativas entorno a la idea de negritud y lo que significa ser negro.

El bombardeo continuo de imágenes de cuerpos negros sufriendo no hace más que deshumanizarnos. Perpetua la asociación de la negritud con el sufrimiento. Estas preconcepciones de nuestra realidad, que refuerzan nuestros medios de comunicación, se vuelcan en los relatos ficticios. Escribir una historia con protagonistas negros sin caer en los mismos clichés que se asocian con nuestra persona parte de la necesidad de hacer un trabajo de autoconcienciación.

Al igual que antes hablábamos de K. Leguin, en el mundo de la literatura de ficción de autoras negras, una mujer que es importante recordar es a la escritora afroamericana Octavia Butler. Si era difícil ser reconocida en el género como mujer, la cosa se complicaba más en el caso de las mujeres negras. K Leguin allanó el camino para que las mujeres tuvieran menos obstáculos para tener una voz en el género, Octavia Butler hizo lo mismo para las mujeres negras.

Butler además de colocar a las mujeres negras como protagonistas de sus historias, introdujo en ellas introdujo en ellas temas tan cotidianos como la discriminación racial, la violencia sexual, la ambigüedad sexual o la desigualdad de clases. Parece más fácil hablar sobre estas problemáticas cuando el marco es un mundo imaginario y los personajes son ficticios. Aun así, las historias que narra están basadas en la realidad que ella vivía y que vivimos muchas de nosotras, las dificultades a las que nos enfrontamos ya sea por razón de raza, sexo, género y/o clase.

A Butler también se la considera, por la temática de sus obras, como una representante del afrofuturismo.Entendido como una corriente cultural y artística que combina la ciencia ficción, la historia, la magia y la fantasía para explorar la identidad africana. Podríamos decir que es una forma de reivindicar los derechos afro, imaginar cómo se transformará nuestra negritud en el futuro conectando con nuestro pasado y nuestro presente.

Este movimiento se extiende por diferentes ámbitos culturales además de la literatura. Entre otros, se expresa en el cine con películas como Touki Bouki, Black Panther y Afronauts; a través de la música de artistas como Sun Ra, uno de sus máximos exponentes y considerado uno de los pioneros del género, FKA Twigs, Ibeyi, Solange, Erykah Badu y un largo etcétera.

Mostrando este panorama, vemos que no es imposible encontrar referentes culturales que escriban sobre personajes negros. Pero, siempre es importante destacar que las figuras más visibles vienen de Estados Unidos y, como es lógico, crean narrativas con perspectiva afroestadounidense.

Es decir, aunque se reconoce la importancia del trabajo de escritoras como Octavia Butler, que pusieron los cimientos para que otras escritoras negras tuvieran un hueco en la literatura fantástica. Se trata tan sólo de un trozo del pastel, existen muchos más tipos de negritudes.

 

Who Fears Death

 

Aquí entran en escena escritoras como Nnedi Okorafor, una de las voces actuales del movimiento afrofuturista, quienes dan un paso más allá. Crean historias fantásticas, protagonizadas también por mujeres negras, donde consiguen integrar en sus obras tradiciones africanas con el mundo futurista y además el escenario en el cual se desarrolla la trama es el continente africano.

Okorafor en concreto, al ser una escritora afroamericana de origen nigeriano, utiliza sus experiencias y sus conocimientos sobre las tradiciones de su etnia igbo para dibujar el mundo de sus personajes. Eso es exactamente lo que logra en su obra Who Fears Death (Quién teme a la muerte). Nos permite imaginar una África distinta. Es cierto que sus personajes afrontan muchos de los problemas que tenemos en el presente, pero lo hacen en un escenario totalmente diferente.

En el mundo de Who Fears Death, Okorafor consigue ejemplificar algunos conceptos de las sociedades africanas. Como el estilo de vida de la “gente roja”, uno de los grupos étnicos de la historia, me resulta más que familiar. Unas gentes nómadas del desierto que viven el día a día sin esa obsesión por el futuro que caracteriza al mundo occidental. Conforman una sociedad donde los niños crecen en comunidad, un niño es amamantado por distintas mujeres y las reconoce a todas como madre. Okorafor retrata perfectamente esta estructura familiar, que siguen algunas sociedades africanas, distinta al rígido modelo occidental.

A la misma vez, destaca de este pueblo la libertad con la que viven su sexualidad, tanto mujeres como hombres tienen distintas parejas sexuales a la vez, viven sin ataduras con total normalidad y felicidad. Estas gentes rojas que vagan por el desierto representan un oasis de bondad dentro del mundo de Okorafor, una sociedad casi perfecta. Sus vidas son muy distintas a las de la protagonista.

En la sociedad en la que crece nuestro personaje principal, la joven Onyesonwu Ubaid-Ogundimu, las mujeres no gozan de tales libertades. Criada en el este del país, donde las mujeres siguen practicando la mutilación genital femenina, a diferencia de sus vecinas del oeste. Donde las mujeres se visten de forma modesta y la sexualidad es vista como un tabú y como algo sólo disfrutable después del matrimonio.

Donde las mujeres siguen estando reprimidas por los hombres, un ejemplo claro de esto es cuando la protagonista, descubre su magia, también conocida como juju, y se dirige a Aro el chamán del pueblo. Este debe enseñarle a manejar sus poderes, para adquirir su máximo potencial, y al principio se niega por el sólo hecho de que Onyesonwu es mujer.

Estas son las tradiciones de los Okeke, a quien se describe como personas con piel del color de la noche, porque fueron creados antes de que existiera el día. Los Okeke viven esclavizados y perseguidos por los Nuru, de piel clara, del color del sol. Desde el principio de la historia esta dicotomía queda claramente establecida, piel clara dominando sobre piel oscura. Un espejo de nuestras sociedades.

Además de la desigualdad que vive por ser mujer, Onyesonwu carga también con que no es Okeke, ella es Ewu: una hija de la violencia. Su condición de joven mestiza la coloca en la total marginalización, por las implicaciones que tiene ser Ewu. Los Ewu son consideradas personas violentas, que no hacen nada más que atraer la mala suerte. Se les describe como hijos de la violencia ya que, son fruto de las violaciones en grupo que utilizan los Nuru como arma para derrotar a los Okeke. Esta condición es la que provoca que sea rechazada por su sociedad y vista como parte del enemigo.

Who Fears Death es una lectura difícil, Okorafor nos retrata un mundo violento, cruel y muchas veces injusto, donde se siguen luchando guerras sin sentido. A la vez, es capaz de trasladarnos su riqueza cultural, mientras vamos navegando el camino de la protagonista, descubriendo nuevos pueblos, distintas formas de hacer y de pensar.

La primera mitad del relato está muy bien conseguida, Okorafor nos presenta un universo atrayente y nos describe a la perfección distintos estilos de vida en este mundo mágico. Pero, personalmente, creo que en la segunda parte pierde un poco de fuerza. El final resulta apresurado, se resuelven todas las tramas en muy pocos capítulos y de forma aparentemente fácil.

Aun así, eso no quita que este libro sea un perfecto ejemplo de la necesidad de crear historias, relatos ficticios con voces negras. La herramienta perfecta para que así, cuando las niñas negras del futuro lean libros en los que se vean representadas, eso sea parte de su normalidad y no una mera excepción.

 

Quién teme la Muerte (Crononauta) | Qui tem la mort (Raig Verd)

***

Rahmata Dem Njie. Estudiante de Periodismo en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Hija de padres gambianos, amante de la literatura y de la música. Entre mis intereses están el periodismo de investigación y el cultural, además del continente africano por su gran riqueza cultural, diversidad y porque es donde se encuentran mis raíces. Twitter: @rahmatadem

Share
[ssba] x

Comentarios

No hay comentarios Radio Africa

LogIn

  • (no será publicado)