Inicio estas reflexiones con un juego de definiciones, tomando como punto de partida las de la Real Academia Española (RAE), para seguir con una serie de consideraciones que pueden alimentar el debate sobre la descolonización de los museos y de los discursos.
Colonización.
- f. Acción y efecto de colonizar.
Colonizar:
- tr. Formar o establecer colonia en un país.
Colonialismo (La RAE propone dos definiciones)
- m. Régimen político y económico en el que un Estado controla y explota un territorio ajeno al suyo.
- m. Ideología que defiende el colonialismo.
Neocolonialismo:
- m. Predominio e influencia determinantes, especialmente en el campo de la economía, por parte de antiguas potencias coloniales, naciones poderosas y empresas internacionales sobre países descolonizados.
Descolonización:
- f. Supresión de la condición colonial de un territorio.
Anticolonialismo
- m. Oposición al colonialismo.
La palabra Poscolonialismo no está en el Diccionario.
Todas estas definiciones tienen connotaciones básicamente territoriales y plantean la “colonización” y la “descolonización” como fenómenos mayoritariamente del pasado. No obstante, la actual ocupación israelí en Palestina, es una colonización.
En general, la RAE es pobre en sus definiciones y no contempla cómo el proceso colonizador afecta profundamente a las vidas en un territorio porque en el proceso colonizador, la potencia colonizadora no solo ocupa territorio ajeno, sino que lo “cultiva”; impone su propia lengua, cultura y civilización.
Para palear estas deficiencias, podríamos proponer las siguientes definiciones:
Colonización
- Proceso imperialista de ocupación y determinación externa de territorios, pueblos, economías y culturas por parte de un poder conquistador que usa medidas militares, políticas, económicas, culturales, religiosas y étnicas.
Colonialismo
- Ideología concomitante que justifica y hasta legitima el orden asimétrico y hegemónico establecido por el poder colonial. Un proceso no finaliza con la descolonización territorial. Esta continuidad y persistencia de la ideología colonial se denomina la “colonialidad”, y persiste en gran parte de las regiones, poblaciones (y sus diásporas) que fueron objeto del proceso de “colonización”.
La Colonialidad representa una gran variedad de fenómenos, desde lo psicológico y existencial hasta lo económico, y tienen una característica común: la determinación y dominación de una cultura, cosmovisión, filosofía, religiosidad y un modo de vivir sobre otras del mismo tipo. La colonialidad habla del poder y de todos los mecanismos que hacen que este persista.
Esto evidentemente nos sitúa en el presente. Y es algo que a veces no se entiende. A modo de ejemplo: Las estrategias colonizadoras de las diferentes potencias coloniales europeas: Inglaterra, Francia, España, Holanda, Bélgica y Portugal han persistido en las llamadas políticas de la gestión de la diversidad. Que, en definitiva, son políticas para la asimilación de las poblaciones migrantes y de la otredad, en sus respectivos países, que en su día fueron sus metrópolis.
Creo que no podemos abrazar los discursos actuales de la descolonización de los museos sin tener en cuenta estos procesos historiográficos. Porque esa colonialidad del poder ha puesto sobre la mesa una única historia: la de la conquista, la de los pueblos primitivos, la falacia de la civilización superior, la del mestizaje y la mejora de la raza, la de la colonización soft… Detrás de esta historia única, llamada historia universal, hay miles de historias, entre ellas, las de las personas negras; totalmente borradas e invisibilizadas de la historia de España, como si jamás hubieran pertenecido a este territorio. Pero el Reino de España fue el promotor de la comercialización con personas esclavizadas negras, sobre todo a partir de la Controversia de Valladolid. Y desde luego, podríamos afirmar que, durante siglos, esta nación se ha sostenido sobre el sudor, la sangre y el dolor de las personas negras.
Así pues, cuando hablamos de descolonizar los museos, también hablamos de los discursos y de los procesos historiográficos. A mi entender, no solo hablamos de revisar el discurso de la colonización o los procesos historiográficos, hay que acompañarlo con nuevas historias, en un ejercicio de reparación y restitución. En este sentido, a mí, personalmente, me gusta mucho trabajar con la microhistoria.
¿Por qué es importante todo este proceso?
Porque el presente es insostenible, insoportable para muchas personas, que hoy en día todavía acarreamos sobre nuestras existencias la colonialidad de ser, del poder… No podemos hablar de igualdad, de justicia social, de derechos si no se revisa y se abre la posibilidad de introducir múltiples centros a la ciudadanía que conforma la sociedad española del presente. No se puede hablar de ciudadanía porque estamos en condiciones desiguales. No se trata de desplazar el centro, sino de incorporar más, como apuntaría Ngũgĩ wa Thiong’o.
Entonces, la descolonización del discurso es una actitud de compromiso crítico con las secuelas del colonialismo, que presupone un conocimiento de las historias coloniales del mundo contemporáneo para deconstruir la lectura de la historia: haciendo del pasado colonial y esclavista no solo un periodo determinado, sino una estructura de organización de las relaciones humanas que decae a la vez en las relaciones sociales, en el imaginario y en las conexiones con la tierra, el trabajo, el tiempo y la existencia.
Imagen: Anónimo. La Flaca. 1873. “Los esclavos serán libres”. Ilustración. Biblioteca Nacional de España
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Tania Safura Adam (Maputo, 1979) | Investigadora social. Fundadora y editora de Radio Africa Magazine. Autora de “Voces Negras: Una historia oral de las músicas populares africanas”. Alter ego musical: Safura @taniasafuraadam
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