Raquel Villar y Manon Schwich – Londres |
Por tercer año consecutivo, el Southbank Centre de Londres ha hospedado el festival Africa Utopia, evento multidisciplinar que tiene como objetivo principal acercar a los londinenses las últimas expresiones artísticas e ideas que están teniendo lugar tanto en el continente africano como en su diáspora. Ahí pudimos entrevistar a la legendaria “Orquesta Baobab”.
A lo largo de tres días, el Southbank Centre ha desplegado un diverso programa que ha incluido muestras de cine, conciertos, clases de danza y un programa de charlas y debates sobre arte y activismo en el continente. Además, los asistentes al festival pudieron pasearse por los puestos de moda, bisutería y literatura africana. Los sibaritas, que como yo, quieren disfrutar de nuevos sabores y texturas culinarias, pudieron degustar platos típicos de Etiopía, Nigeria, Ghana y Sudáfrica en el ‘street food market’ de la plaza del Southbank Centre. (‘street food market’ es un concepto gastronómico que se está poniendo muy de moda en la capital británica). Curiosamente, la oferta para el postre se reducía a un muy español “chocolate con churros”.
Entre la inmensidad de actividades organizadas a lo largo de los tres días, una de las más destacadas y esperadas por el público era el concierto de la Orchestra Baobab, legendario grupo de música afrocubana, formado en Dakar en 1970, y que a pesar de los años, demostró no sólo mantenerse en plena forma, si no que además retaron a más de dos horas de baile y disfrute a un público súper entregado que coreó grandes éxitos como Bul ma miin, Utrus Horas, Autorail, On verra ça y Werente Serigne, entre otros. Momentos antes del concierto, nos recibieron dos de sus componentes, Rudy Gomis y Ndiouga Dieng, con los que hicimos un recorrido por la historia de la banda y echamos un vistazo a sus planes futuros.
Seguro que habéis contado esta historia cientos de veces, pero ¿cómo empezó Orquesta Baobab?
Tienes razón, ¡hemos contado esta historia cientos de veces! La Orquesta se formó en 1970. Era un jueves, no recuerdo la fecha, pero recuerdo que fue la noche de un jueves de 1970. En aquel momento sólo éramos 5 porque los que financiaron Orquesta Baobab en sus inicios, no querían un grupo musical grande. Era un grupo pequeño que tocaba cada sábado frente a ministros y embajadores que se reunían en el club Baobab para tomar algo y escuchar buena música.
¿Al principio tocabais en ocasiones informales para personajes oficiales? ¿Era en un club o espacios privados?
No, era en espacios privados y la cosa fue creciendo. La gente de Dakar oía que había músicos tocando otro tipo de música y empezaron a asistir a los conciertos. Al final, fue necesario incrementar el número de músicos. Empezamos a tocar cada noche y entonces a diferentes horas cada noche: a las 10, a las 11, y estaba lleno. Más tarde empezamos a tocar también a medianoche o pasada la medianoche.
Muchos de vosotros os formasteis en la banda Star. ¿Cuál era la diferencia entre la Banda Star y la Orquesta Baobab?
La diferencia era una diferencia global, de visión, del camino de la propia banda. La banda Star era un trabajo; venías, tocabas, te pagaban y ya está. Cando creamos Baobab fue por la cantidad de audiencia que venía a escucharnos y porque había un club nocturno que quería encontrar una banda de música permanente. Era un club nocturno dirigido por la élite del país. Ellos inauguraron el local para entretener a sus amigos venidos de otros países por cuestiones de negocios y trabajo. Pero el club fue bien, y acabaron abriéndolo para el público en general, quiero decir, para aquellos que podían permitirse el pagar la entrada y vestir adecuadamente. No teníamos un nombre propio; nosotros éramos la Orquesta del Baobab. Cuando el club cerró, le preguntamos al jefe si podíamos mantener el nombre, y dijo que era un orgullo para él dejarnos usarlo. Uno de los que financiaron el local era el sobrino del Presidente Senghor, Adrien Senghor, que era el ministro de finanzas.
¿Dónde encontrasteis los ritmos cubanos que integrasteis en vuestra música? Hay ritmos africanos que viajaron a Cuba a través del esclavismo y volvieron al continente con los returneé. ¿Qué países africanos tuvieron una relación más estrecha con Cuba?
Los ritmos cubanos estaban en Senegal antes de la formación de la Orquesta. Por ejemplo, a mis padres, que les gustaba bailar, bailaban el Septeto Habanero. Nos gustase o no, la rumba, la pachanga, la charanga, el cha cha cha, entre otros, tienen el mismo origen, y este es África. Dakar era un puerto grande donde llegaban un gran número de marineros que traían consigo un montón de cosas y entre ellas discos de música cubana. Lo que yo suelo decir es que los colonizadores vinieron, se llevaron lo que nos pertenecía a Cuba y la gente las trajo de vuelta a su regreso. Y nosotros le añadimos un poco de sal e hicimos una buena ensalada.
Durante el Africa Utopia | Roger Thomas
Ahora en Dakar, el hip hop y el reggeaton son los ritmos que dominan la escena musical; ya no hay conciertos de música Afrocubana…
Sí, porque la audiencia es diferente. Si organizas un concierto de salsa, los asistentes serán gente de cierta edad. La gente que viene a escucharnos tocar cada sábado en Must, local donde la orquesta toca en la actualidad, son mayores, bien vestidos, respetables y tranquilos. A ellos les gusta nuestra música y nosotros hacemos un montón de cosas diferentes. Es una orquesta de variedades: tocamos salsa, rumba, highlife o bolero. Cada uno encuentra lo que más le gusta, sin problemas de identificación.
¿Cómo fue el encuentro con Nick Gold y la marca World Circuit en el año 2000?
Esta es la marca que sacó a la orquesta Baobab del agujero en el que estaba enterrada. Habíamos cesado la banda; cada uno había marchado a continuar con sus vidas por separado. Algunos de nosotros nos mantuvimos en la industria musical, otros se convirtieron en profesores o cualquier otra cosa. Youssou N’dour fue quien nos contactó con Nick Gold. Tardamos tres años en acordar las condiciones del contrato. Nick tenía cierta desconfianza porque habíamos estado 15 años sin tocar, sin embargo, creyó en que el concierto en el Barbican Centre funcionaría; y estaba en lo cierto. Le debemos mucho. Cuando alguien hace algo así por ti y contigo, no sólo puedes estar feliz, sino también agradecido.
¿Qué tal veis a las nuevas generaciones, quienes hacen principalmente hip hop? ¿Os escuchan? ¿Mezclan vuestra música con la de ellos?
¡No pueden evitar escucharnos! Nosotros hemos acaparado las ondas musicales por mucho tiempo desde los años 70. Las nuevas generaciones no van a decir nada que no hayamos dicho nosotros. Nos respetan y vienen a vernos tocar. Algunas veces usan piezas de la orquesta Baobab. A veces las variaciones que aportan es el introducir mayor percusión a ellas.
Por último, ¿cuáles son vuestros planes futuros? ¿Pensáis tocar con otros músicos senegaleses?
Acabamos de regresar de Helsinki, y en verdad estamos más interesados en hacer planes en el extranjero. ¡Hemos estado en Senegal por décadas! El césped parece más verde siempre en otros lugares. Queremos ampliar nuestra experiencia con otros fuera de Senegal. En Senegal damos más que recibimos porque allí muchos nos consideran como una ‘orquesta legendaria’, piensan que no nos pueden ofrecer nada interesante y esto bloquea el intercambio.Por otro lado, el hip hop es comprometido políticamente. ¡Pero la orquesta Baobab no es así! Nosotros cuidamos de nuestra música y nos gusta así. ¡Nosotros no hacemos política!
Manon Schwich es una historiadora del arte, formada entre la Universidad de Paris I, La Sorbona y la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, SOAS, en Londres. Se especializa en Artes y Música contemporánea africanas, y más en concreto de Senegal. Además, ha trabajado en el proyecto de videoarte “Jour de fête: Vidéo et 10 ans après” del Centro Pompidou en París, como investigadora de los archivos de Friedrich Axt y El Sy en el Weltkulturen Museum, Frankfurt, y actualmente como asistente en el estudio de Isaac Julien
Raquel Villar-Perez es una investigadora cultural y artista visual. Su investigación se centra en la producción artística y cinematográfica de mujeres africanas y de la diáspora latinoamericana, así como en los diálogos temáticos y estéticos que se establecen entre un lado y el otro del Atlántico. Su práctica artística se enmarca dentro de la fotografía y el cine-documental a través de los cuales celebra la africanidad. Para ello establece colaboraciones con diferentes entidades dentro y fuera del continente africano.
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