Anna Sans – Lleida | Ibrahim Diakité, original de Mali, procede de donde, según él, proceden todos los músicos malienses: Wassolou, ciudad casi fronteriza con Guinea. La música le viene de familia, tal como indica su apellido. Además es de etnia Fola como la mayoría de cantantes en Mali, aunque el terreno de la música tradicional, en los países del oeste africano, se atribuya normalmente a los griot. Ibrahim toca el kamalengoni o n’goni, un instrumento de cuerda a medio camino entre el arpa y el laúd, parecido a la kora pero con menos cuerdas, y fabricado generalmente a partir de una calabaza.
Llegó a España hace cinco años y empezó un proyecto musical en Barcelona; el grupo Banankalo, que duró casi tres años. A principios de 2014 creó en Granada el grupo Namu con otras conocidas personalidades de la escena musical granadina, y grabaron un disco en tiempo récord, en el que mezclan la tradición musical de Mali, que Ibrahim lleva en la sangre, con sonidos eléctrónicos y guiños al jazz y al rock.
¿El oficio de cantante te viene de familia?
Sí, mi padre toca el balafón y mi madre canta. Yo he crecido desde niño con la música. Vivíamos de lo que ellos ganaban cantando en otros pueblos, eran los artistas del pueblo.
Entonces, ¿empezaste tu carrera musical tocando el N’goni con tu familia?
En realidad aprendí con otra gente. La familia me enseñó un montón, pero cuando ya escuché otros artistas que me gustaban fuera de la familia, me fui a la ciudad a estudiar con estos artistas que me gustaban más.
A veces tocas el N’goni como si fuera una guitarra eléctrica…
Es que me gusta muchísimo la guitarra. Me gusta tocarla y escucharla también. Y me fascinan los grandes guitarristas, desde Paco de Lucía a Jimi Hendrix, los llevo escuchando desde niño. El N’goni, como contaba antes, tradicionalmente es un instrumento que se toca para contar historias, para niños, para dormir, para relajarse… Pero con el N’goni se puede hacer rock’n’roll también. Me gustaría llegar a hacer sonar el N’goni como una guitarra, o hacer que sea más que una guitarra. El N’goni es el padre de la guitarra, es más viejo, pero tiene menos posibilidades.
¿Aprender a fabricar tu propio instrumento es parte del aprendizaje musical que te dio tu familia?
Sí, aprendí a fabricarlos allí. Desde niño los fabrico para mí y para mi hermano.
Cuéntame como fue el salto de África a Europa en relación a tu carrera musical
Yo empecé mi carrera musical en África. Desde allí vine aquí con mi grupo para hacer una gira. Ese grupo se llamaba Dossou Bagayogo… Es una cantante famosa de Mali, que su madre canta también y son una familia de músicos. Yo trabajaba con la hija, acompañándola a cantar y haciendo coros de vez en cuando. Eso es lo que me hizo venir y luego ya me quedé aquí.
¿Qué es lo que te hizo elegir Granada?
Granada… Aquí, ya sabes, es un poco como África, es cerca para mí. Hay tanta música aquí que me encanta por eso. Encuentro músicos aquí que saben acompañarme bien, mejor que nadie en Europa.
¿Qué opinas del flamenco? Está muy presente en Granada, ¿Has probado a experimentar con los palos y ritmos del flamenco?El flamenco es como la música africana en muchos aspectos. En el tempo, en los palos, en la melodía y en el sentimiento. Hay muchas cosas en el flamenco que me llevan a África y a Mali. He improvisado mucho aquí con músicos flamencos, con amigos, buscando sonidos, experimentando.
Debe ser interesante la fusión del N’goni con el flamenco.
Pues sí, la verdad, a mí me encanta el flamenco porque me hace sufrir bastante (risas). Siempre me dicen, “no tú no tienes que sufrir, tú tienes que escuchar y hacer improvisaciones…” Como con la soleá por ejemplo, y me encanta esa parte de improvisar, pero me gusta también pillar el ritmo y apoyar al cantante para que tenga el compás… Pero cuando intento entrar ahí, sufro, porque es verdaderamente difícil.
Recientemente tocabas en el Womad de Cáceres y estabas de gira con tu grupo Namu. ¿Cuales son ahora tus próximos planes? ¿Sigues con Namu?, ¿Tienes otros proyectos musicales a la vista?
Lo que tengo con Namu es lo que me hace quedarme aquí y estar en Granada, estoy concentrado con este proyecto que es algo que me llena. Sobre todo mi cabeza me dice que, si seguimos todos, si tenemos ganas de hacer algo guay, con este proyecto podemos tener éxito y llegar a vivir bien (risas) Son todos músicos increíbles, músicos de verdad, y me encantan.
En el mundo de la música a menudo te deben pedir que etiquetes tu estilo. ¿Cómo definirías la música de Namu?
Ahora mismo el estilo de Namu… No puedo decirlo. Son mis temas y cada uno lo escucha a su manera. Unos dicen jazz, otros dicen fusion blues, otros dicen funky… Para mí es música, mi música. No quiero encasillarme y decir ‘esto es música africana porque este es un instrumento tradicional africano’ porque puedes tocar otras cosas con él, buscar sonidos. Mi música es combinable, busca combinaciones con otros instrumentos y estilos.
¿Esta posibilidad de fusionar y combinar con distintos estilos te la ofrece más Europa que África?
No, ninguno de los dos me ofrece lo que es mi idea, pero me encanta esto. Todo es parte del camino que me puede ayudar a llegar donde quiero llegar.
¿Y a dónde quieres llegar?
A donde quiero llegar es a poder vivir de la música. La música es mi trabajo. Hacer mis proyectos y poder trabajar bien con ella es lo que me gustaría.
¿Qué cantantes y músicos africanos podrías decir que han sido una influencia clara para ti?
Muchos artistas como Salif Keita, artistas de Mali… Luego están Yossoun Dour, Ismael Lo… Son para mí grandes dioses y los escucho para inspirarme. Hay tantos en África como en Europa.
¿Escribes y compones todas tus canciones?
Sí, las grabo con mi teléfono (risas). Es que no puedo componer un tema en una noche, yo compongo poco a poco. Si tengo una melodía o una letra que me gusta, aunque sea corta, lo grabo en el teléfono, porque el día siguiente me despierto y ya no tengo ni idea de cuál era la melodía ni las palabras. Entonces lo escucho y ya vienen más palabras.
¿Piensas en volver a Malí?
Ahora mismo voy y vengo. Voy a visitar la familia casi cada 2 años y vengo. Pero sí, si todo va bien, en unos años mi sueño es volver ahí, a Malí, o África.
¿Cómo construyes tus instrumentos aquí?
Con calabazas pequeñas que consigo en la Alpujarra, pero las grandes tengo que pedirlas en África. Esta me la regaló un amigo en Ibiza. Una vez él me invitó a hacer un concierto y yo iba a tocar pero mi calabaza, que había traído de Malí, estaba rota. Entonces me dijo: ‘yo tengo en mi casa un instrumento que te va a gustar mucho’, me llevó allí y me trajo una calabaza más grande que la mía y me puse muy contento. Me dijo: ‘esto es un regalo, cuando seas mayor como yo tienes que hacer este regalo a alguien más joven’. (risas)
Yo diría, por el tiempo que he vivido aquí, que a pesar de ser tan joven, Namu ha entrado ya en la escena de músicos y grupos locales granadinos, uno de estos grupos que dentro de Granada triunfan y son conocidos.
Namu es una idea criada aquí en Granada, muchos de los temas han estado creados e inspirados aquí en Granada, muchos arreglos… Para mí este grupo, aunque no seamos todos de aquí, es un grupo de Granada y poco a poco queremos estar en la lista de grupos granadinos, pero con proyección internacional (risas). Hay que picar alto, por ahora estaría bien picar a África.
¿Es un buen momento para la música africana?
Es el mejor momento, hay curiosidad; la gente tiene el oído más abierto, pero no solo el oído. Cada vez hay gente más abierta al resto de la humanidad y en la música se atreven cada vez más con nuevos instrumentos para incluirlos en su música. Les gusta descubrir cosas nuevas y eso les hace mirar hacia la música africana. Solo al verme, mucha gente se para y me pregunta qué instrumento es porque nunca jamás habían visto nada parecido.
¿De qué hablas en tus letras?
Mis letras tratan muchas cosas… De la vida en general. De cosas que yo he pasado, del amor y también los problemas de Mali. Ahora hablo mucho de cosas que están pasando en Mali. Como muchos artistas de allí, todos queremos decir algo, da igual si la gente te escucha o no, hay que hablar de ello, de lo que está pasando en Mali.
¿Has cantado en algún otro idioma a parte del bambara?
Sí, aunque mi lengua es el bambara y ahora todas mis canciones son en bambara estoy intentando escribir en español. Tengo 3 temas pero me cuesta muchísimo cantar en español todavía. Yo quiero cantarlo pero tengo que prepararlo y estudiarlo muchísimo para no decir algo que la gente lo entienda en otro sentido, aún no puedo explicar a todo el mundo lo que quiero decir (risas).
Durante tu trayectoria has colaborado con muchísimos grupos y cantantes solistas, tanto africanos como de otras procedencias
Sí, recientemente en Barcelona he colaborado con Kalimba, aquí en Granada con un cantante cubano que se llama Mauricio, del grupo granadino Milxakas, luego con flamencos he tocado con tantos que no me acuerdo ya ni como se llaman (risas), con las chicas de Yemanjá… Luego con muchos africanos: Ramata Diakité, Yorró Djaló, Sali Sibidé, Mama Toumani Koné…
Con tanta fusión y experimentación de estilos ¿te queda alguno que te gustaría investigar, algo que tengas pendiente?
Sí, bueno a parte de cantar en español, que es un reto ya que tengo, el estilo que quiero investigar ahora mismo con este instrumento y que queremos trabajar con el grupo es el afrobeat.
¿Y cuáles son los siguientes pasos a dar con Namu?
Con Namu todos tenemos ganas de tocar, de tocar en festivales, pero somos 5, y todos tienen otros trabajos porque la música no nos da para vivir. Ahora hemos avanzado muchísimo la verdad, porque hemos tocado todo el verano, hemos hecho conciertos todo el grupo juntos en Almería, luego en Granada de vez en cuando. No tenemos trabajo pero tenemos ganas de hacer cosas, todos tenemos de tocar en festivales, estar en el cartel, pero todo llegará en su momento. Yo solo sé que mi trabajo y mi vida son la música.
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Publicado originariamente en: Blogs El Pais “Africa no es un país”
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