Ángela Rodríguez Perea – Afribuku / Lisboa | Difícilmente me viene a la cabeza el nombre de un solo rapero con un bagaje intelectual tan grande. Porque, además de ser un gran músico, Elom 20ce tiene la particularidad de haber realizado estudios avanzados y de trabajar en eso que algunos consideran el mundo laboral y profesional serio.

Creo que es precisamente eso lo que permite definirlo mejor, esa hiperactividad crónica que lo lleva a salir de la oficina para implicarse de lleno en todas las fases de su producción artística: desde el estudio de grabación y la concepción de sus videoclips, hasta la gestión de la publicidad y las redes sociales. Nada se le escapa en su búsqueda de la calidad. Y a eso hay que añadir las mil y una iniciativas que ha emprendido, desde proyecciones documentales hasta una línea de ropa, principalmente en su ciudad, Lomé (Togo), y siempre desde una lógica comprometida con el Panafricanismo. Hoy algunos de los nombres más conocidos del rap francés o africano aparecen regularmente junto al suyo. Y todo esto lo consigue sin exiliarse de su continente ni perteneciendo a algún tipo de élite económica.

Por lo anterior y también por una humildad que acompaña siempre con bromas y sonrisas llenas, se ha vuelto uno de mis artistas más admirados. El jazz nos terminó hermanando y ha hecho que, entre emoticonos y mensajes vocales de WhatsApp, haya podido hablar con él sobre su nuevo álbum, Indigo, aparecido a finales de 2015.

elom 20ce perfil

©Elom 20ce

Han pasado más de tres meses, pero por fin podemos decir que ha salido tu segundo LP. Somos muchos los que llevábamos tiempo esperando…

[Risas] Yo también…

Te has rodeado de un buen número de músicos para hacer este álbum, ¿ha tenido eso algo que ver con la larga espera?

Sí, por supuesto que ha tenido bastante culpa. Son artistas conocidos, que están muy ocupados, tienen sus propias agendas y por eso juntarlos en un mismo disco no ha sido fácil. Blitz the Ambassador, por ejemplo, está ya trabajando en su nuevo álbum, con todo lo que eso implica. Al principio yo quería haber contado con La Rumeur al completo, es decir, le Bavar, Ékoué y Hamé, pero al final solo pudo librarse le Bavar. Con Oxmo [Puccino] también ha llevado tiempo: él tenía muchas ganas de hacer su parte pero como trabaja con una casa de discos, había que “convencerlos” de alguna manera. Quizás no sea esa la palabra; el caso es que su mánager tenía que ver más de cerca nuestro proyecto. Todas estas cosas son las que han retrasado la salida.

Muchos de ellos, por cierto, son músicos con los que ya habías trabajado antes. ¿Cómo consigues poner en marcha colaboraciones con artistas de lugares tan diferentes y estilos tan variados?

Hoy con internet es fácil establecer puentes de manera rápida. Aparte de los featurings con Pépé Oléka y Prince Mo, todos los demás se han hecho a distancia. Los músicos grabaron por su lado, me enviaron las voces, se hicieron los premixes en Lomé y la masterización tuvo lugar en París.

Pero, ¿cómo lo consigo? No te lo podría decir exactamente. Hay una cosa segura: son gente que respeto, cuya música me inspira, y para mí era importante tenerlos en este proyecto. Ha sido como ir haciendo un dibujo, y mi deseo era que esta gente aportase cada uno un color. No ha sido fácil, pero lo hemos conseguido con trabajo, determinación y supongo que también con suerte.

Indigo

©Elom 20ce

Es gracioso, precisamente gracias a internet estamos haciendo esta entrevista. Internet ha sido una revolución para los artistas. ¿Piensas que ha cambiado la producción para los músicos africanos, en términos de apertura?

Sí, más que cambiar la producción musical, la ha abierto. Pero no es un cambio reservado a África, sino un fenómeno internacional. También en Europa, por ejemplo, internet ha permitido a muchos artistas que se lleguen a dar a conocer sin pasar por las grandes productoras. Conozco a muchos así, muchos de aquellos con quienes trabajo, de hecho. Estas colaboraciones se acaban traduciendo en todo un abanico de influencias musicales. En Indigo no solo suena rap, también hay sonidos de jazz, reggae, música tradicional de África Occidental… Hasta he tenido la impresión por momentos de escuchar algo de rock.

¿Cuál es tu relación con estos estilos?

Yo crecí escuchando todo tipo de música: rumba congoleña, salsa latina, zouk, jazz, reggae, bossa nova, música tradicional… ¡Yo he escuchado todo eso de niño! De hecho, hoy por hoy, escucho más jazz que hip hop, y voy dándome cuenta de que todos esos grandes jazzistas como Coltrane, Miles Davis o Mingus, para mí, son raperos de su época, gente que rapeaba con sus instrumentos. El rock es una música que nunca he escuchado mucho. Pero en la canción ‘Fourmis’ (Hormigas), con Zalem y Sitou Koudadje, hay unos riffs al final que pienso que tienen reminiscencias del rock. Grosso modo, yo no soy una persona cerrada, escucho todo tipo de músicas, aunque lo que me gustaría hacer es hip hop con música tradicional y con un sentido panafricano; mi interpretación del Rythm & Roots.

Hablemos del título de tu álbum, ‘Indigo‘. He leído que hace referencia a la canción ‘Mood Indigo’ de Duke Ellington. ¿Otro guiño al jazz o es un falso rumor?

Es precisamente una referencia al jazz. Al principio había escuchado el tema interpretado por Nina Simone y lo que me impactó es cómo definía el estado de ánimo “índigo”: “El blues en su estado supremo”. Más tarde, cuando me puse a investigar, descubrí que la música había sido escrita por Duke Ellington.

“El blues en su estado supremo”, ¿eso quiere decir un gran sufrimiento?

Sí, eso es. El dolor excedido.

Tu primer álbum, ‘Analgézik, se presentaba como “un medicamento contra los males que azotan el continente africano”; como un analgésico musical. ¿Qué es lo que está pasando ahora? ¿Qué ha cambiado?

Esta enfermedad tiene pinta de ir a peor. Ya me esperaba que me hicieran esta pregunta, alguna vez, en plan: “el analgésico no ha funcionado”. Quizás, antes de hablar de un tratamiento contra la enfermedad, habría que exponerla. Aunque haya podido encontrar el antídoto, antes hay que hablar del problema. Tampoco hay que interpretarlo de manera cronológica, sino simplemente retener que hay una conexión entre ‘Indigo‘ y ‘Analgézik‘.

No me termina de convencer mucho eso de la cronología… Para empezar, se siente mucha más rabia en tu voz.

Bueno, las dos cosas no son incompatibles. Hay un discurso más amargo en ‘Indigo‘, sí, pero no querría que se hiciera una lectura cronológica de lo que estoy intentando producir como obra artística.

Vamos entonces a intentar entender ‘Indigo‘ a través de sus canciones. Con Lamentations, ¿qué quieres decir con que “un hombre que grita no es un oso que baila”?

Es una frase de Aimé Césaire. Si no recuerdo mal, la saqué de ‘Cuadernos de un retorno al país natal‘. Viene a decir que lo que estamos haciendo no es una broma. “Un hombre que grita no es un oso que baila”, no estamos en un circo. En la canción, el grito del inicio es para decir que si estamos hablando de nuestros problemas, lo estamos haciendo en serio.

El tema Voodoo Sakpata se me escapa. Dime que no estás invocando a un grigri o a un vudú aquí…

¡No! ¡No, se trata de eso! Vudú Sakpata es una divinidad de la tierra. Con esta canción quiero decir a la gente que hay que tener cuidado; la tierra sobre la que caminamos es una entidad viva y tenemos que estar pendientes de lo que hacemos, pues todo lo que tragamos tendremos que sacarlo de nosotros mismos un día. Más allá de la óptica espiritual, hay que respetar la Tierra, de ahí sale lo que comemos, ahí vamos cuando morimos, la Tierra gira sobre sí misma.Y bueno [Risas], después ¡el grigri es mi propia voz!

Je ne pleure pas, ce sont mes oignons (Y no lloro, es por mis cebollas), en la que participan Oxmo Puccino y Pépé Oléka. Es un tema muy nostálgico. ¿Se está llorando en esta canción o es solo postureo?

Nada de postureo. Contamos historias que podrían ser reales, de ahí la pregunta: ¿Estamos llorando o no? Son las cebollas… Las cosas que nos ocurren en la vida a veces no las elegimos, es algo que nos toca sufrir.

La mujer tan elegante de la imagen de portada, ¿es tu madre?

Sí, es mi madre. Y es ella misma la que habla al final de la canción Évangèle sur les indigènes (Evangelio por los indígenas).

La última pista del álbum es una entrevista al historiador e investigador Amzat Boukhari en la que explica el Panafricanismo. ¿Qué es para ti ser panafricanista hoy?

Para mí significa trabajar para reconstruir África, trabajar con ella misma, y eso quiere decir trabajar para que África no siga siendo un continente que esté dirigido por corruptos y por imperialistas, a la vez que vienen para explotar y utilizar la mano de obra en los recursos mineros. También pienso en las acciones del día a día, en tender puentes entre las naciones. Es también creer en los Estados Unidos de África, pues es el único medio por el que África podrá imponerse en la escena internacional.

Elom 20ce portada

©Elom 20ce

La mayoría de tus letras tiene un fondo político, también en ‘Analgézik‘, y en tus trabajos y colaboraciones anteriores. ¿Te consideras un artista comprometido?

Me considero un artista que tiene cosas que decir, que tiene el deseo de reflejar las cosas que están pasando a su alrededor. Me hicieron la misma pregunta ayer en una entrevista. Yo diría más bien un artista que vive el Amor con mayúsculas, porque para cantar lo que canto es necesario amarse a sí mismo y a los de alrededor. En resumen, soy un artista que quiere aportar un mensaje a la Humanidad.

Y este mensaje lo llenas de referencias que, tal vez, no todo el mundo conoce. Mencionas a Ben Barka, Franz Fanon, Sylvanus Olympio, Nina Simone, Amílcar Cabral … ¿Piensas que se llega a transmitir ese mensaje? ¿Cuál es el público al que te diriges?

Es una pregunta que me resulta complicada y a la vez simple. Jamás digo “yo hago mi música para tal tipo de persona”. Rapeo en francés sobre todo, porque pienso que es un idioma que se habla en todo el mundo, y mi discurso es universal. ¿Se transmite el mensaje? Yo creo que el artista no tiene que estar haciéndose esas preguntas. Lo que tiene que hacer es intentar comunicar y, los que quieran y se sientan tocados, que tomen esos mensajes. Creo que soy un poco incomprendido. Hoy un amigo me ha preguntado por qué no sacaba un tema más festivo. Ayer en un programa de televisión me preguntaban si no tenía ganas de gustar al público togolés. Gustar al público togolés quiere decir hacer música, no sé, ¿que no se parezca a lo que yo soy? ¿Entonces tengo que renunciar a mi naturaleza para que a la gente le guste lo que hago? Mi música soy yo mismo, sin procesar, creo que lo que estoy diciendo es importante, no le puedo gustar a toda la gente.

Siempre has reivindicado el hecho de rapear en francés, para poder alcanzar a un público más amplio. ‘Indigo‘ es muy rico en cuanto a idiomas: francés, ewe, inglés, hasta alemán y fon. Me ha parecido incluso escuchar yoruba, ¿me equivoco?

¡No te equivocas! Bueno, sobre todo rapeo en francés para llegar a más gente, pero también hablo mina, ewe e inglés. Y el objetivo de invitar a otros artistas que hablan otros idiomas es para llegar a un público diferente. Con Amewu, por ejemplo, que habla alemán, llego a ese público germano. En Afrika is the prezent me hubiera gustado que participase LBC Soldjah, un rapero caboverdiano residente en Lisboa. Por desgracia no ha podido ser.

¿Y para cuándo en castellano?

En mi próximo álbum [Sonríe… con un emoticón].

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