“Primero las lenguas, luego la imagen de África.” La disputa entre Sembene Ousmane y Leopold Sedar Senghor
En mi artículo “Soy Africano…”, he mostrado cómo la ideología de Sembene estaba arraigada en el marxismo, el socialismo científico y el panafricanismo. En el presente texto, propongo explorar las implicaciones de este posicionamiento ideológico para un artista condenado a hacer películas en un país gobernado en solitario por un hombre situado a las antípodas de su ideología. Debo recordar que la relación entre Senghor y Sembene era compleja; uno valoraba su arte (cine y literatura), mientras que el otro quería utilizar ese arte para difundir su ideología: la negritud. Sembene era consciente de ello, ya que solía decir, “estamos haciendo películas en régimen de partido único. Si no estás de acuerdo con Senghor, estás en contra de él.” El régimen de Leopold Sedar Senghor fue marcado por la ideología de la negritud y los revolucionarios como Sembene tenían muchas dificultades para llevar sus ideas a la práctica. Sembene expresó esta situación en una entrevista: “Vivo en una sociedad capitalista y no puedo ir más allá de la gente. Aquellos que buscan el cambio son solo unos pocos, una minoría, y no tenemos esa actitud ‘Don Quijote’ de que podemos transformar la sociedad.”
Tal punto de vista es relevante para la militancia de Sembene en el período de posindependencias. Sabía, como militante panafricanista y Marxista-Leninista, que hacer la revolución lleva su tiempo y las circunstancias socioeconómicas necesarias. El arte no hace el cambio sino que ayuda en el proceso, porque los creadores son capaces de reproducir una imagen de la sociedad para volver a enseñársela a los hombres y las mujeres, ayudándoles a ver su entorno como si estuvieran viéndose en el espejo. Pero allí se queda la cosa, ya que el resto depende del pueblo, lo que lleva a Sembene a decir, “No creo que en la historia haya habido una sola obra revolucionaria que haya llevado a la gente a crear una revolución. No es después de leer a Marx o Lenin que sale uno a hacer la revolución. No es después de leer a Marcus Garvey que uno puede cambiar el destino de los negros. Todas las obras son solo un punto de referencia en la historia. Y eso es todo”.
Tratándose de su compromiso con el análisis crítico de la sociedad, Sembene se basó en la realidad sociopolítica de Senegal y África mientras que su obra permaneció radicalmente vinculada al marxismo. Esto explica la dura crítica de Senghor con respecto a las películas de Sembene. “Desearía que sus películas fueran menos políticas y, por lo tanto, más negras, más cultivadas, con más profundidad. […] Ojalá hubiera un cine que fuera fiel a los valores de la Negritud.” La crítica de Senghor hace referencia al militantismo y el compromiso con la interpretación cultural del arte visual africano, pero también a la narrativa de construcción nacional. Senghor es recordado como el cantor de la África ancestral que quería utilizar para articular su teoría de la negritud y la Francophonie con los estándares de su proyecto nacionalista.
Para el historiador senegalés Mamadou Diouf, “La negritud no era más que un lado literario de un movimiento político nacionalista burgués que buscaba establecer una narrativa de la nación senegalesa que se remontaba a los albores del tiempo mientras que negaba cualquier intento de valorar los tradicionales africanos en el proceso político moderno.” Este punto de vista nos lleva a considerar la negación de Senghor de adoptar una política lingüística que favorezca la enseñanza de las lenguas vernáculas puesto que para él, el Francés es al mismo tiempo “la lengua de cultura” y la “lengua internacional” tal como se percibe en dos de sus textos más importantes sobre esta cuestión. Por lo tanto, el desacuerdo entre Sembene y Senghor debe situarse en el terreno de la cultura nacional. Recordemos una frase de Fanon sobre esta cuestión en Los condenados de la tierra, en el capítulo sobre la Cultura nacional. Fanon escribe: “la demanda de una cultura nacional y la afirmación de la existencia de tal cultura representan un campo de batalla especial.” Así que, para afianzar su discurso filosófico de la négritude, Senghor había extensamente utilizado el poder político para imponer sus “dogmas.”
Para Sembene, Senghor era la “metonimia” del período poscolonial; representaba el símbolo de una cultura de mimesis y un estilo de vida que debía superarse. Sin embargo, Sembene no tiró al bebé con el agua del baño, ya que no compartía con Senghor la idea de dignificar las identidades culturales e históricas africanas. Pero la posición de Sembene merece ser matizada. Por ejemplo, en su novela Vehi Ciosane (1965) admitió que si bien hubo muchas acciones heroicas anónimas en la historia africana, no todo era heroísmo. Estaba convencido de que para entender la historia y las culturas africanas, es necesario reconocer ciertos hechos y comportamientos no honrables. Solo así los africanos pueden recuperar su humanidad, evaluar su fracaso ante las fuerzas invasoras y comprender la profundidad de su “decadencia.” Sembene enfatizó: “La debilidad del Hombre en nuestra sociedad, es lo que llamamos nuestra AFRICANIDAD, nuestra NEGRITUD, la cual, en lugar de favorecer la subyugación de la naturaleza por la ciencia, mantiene la opresión. Esto que desarrolla la venalidad, el nepotismo, la promoción de las debilidades con las que se intenta cubrir los bajos instintos de cualquier ser humano.” Esta crítica a la negritud se desdobla a veces con una exposición sarcástica del Socialismo Africano de Senghor, que Sembene adornaba a menudo con una alegoría de engaño e impotencia.
Senghor y Sembene. Cortesía de Lilly Library, Universidad de Indiana a Bloomington, Estados Unidos.
En su novela de política ficción, Le dernier de l’empire (1981), que Sembene empezó a escribir cuando Senghor dimitió, nos hayamos ante el ataque más virulento contra la alienación del primer presidente de Senegal. Al analizar el personaje de Leon Mignane, uno se da cuenta de que el objetivo es Senghor. Sembene utilizó casi las mismas palabras y argumentos para hablar de Senghor en la correspondencia con Passou Lundula el 25 de junio de 1984. Para la ocasión, Sembene recibió una copia de un libro publicado por Lundula donde el autor hacía referencias a Senghor. El libro impresionó a Sembene y en la respuesta a Lundula, Sembene escribió: “Leopold Sedar Senghor tenía como tutor en París al primer diputado senegalés, Blaise Diagne, casado con una mujer blanca, y que decía en 1914 a los colonizadores ‘nómbrenme diputado. Soy negro, católico, educado y estoy casado con una mujer blanca.'” Esta anécdota está ampliamente discutida en la novela que representa la afirmación de la posición ideológica de Sembene. En esta novela Sembene demuestra su rechazo a la ideología y al proyecto político y cultural de Senghor, al que describe como “nacionalismo burgués”, mientras que al Socialismo Africano de Senghor lo llama irónicamente Authénégraficanitus, una palabra que no significa nada. Es precisamente por esto que Sembene la acuña para indicar el vacío y burlarse así de Senghor.
Pero Sembene no era el único que tenía esta imagen de Senghor. Mientras que algunos senegaleses recuerdan a Senghor como el padre fundador de la nación, otros hablan de él como poeta e incluso hay quienes lo recuerdan como el político que vendió el país a los intereses franceses. No están totalmente equivocados, Senghor era y sigue siendo el político africano más valorado por Francia. Senghor fue la única figura histórica mencionada por Sarkozy en su discurso de Dakar de 2007. El actual presidente de Senegal Macky Sall y algunos de sus colaboradores no dejan de recordar el legado de Senghor. En un encuentro reciente en el marco de un diálogo nacional, Macky Sall afirmó “hemos de admitir que la emoción es negra, Senghor tenía razón”. Esta frase que recuerda el Senghor alienado no es probablemente la más adecuada para conmemorar su legado. Pero Senegal tiene también una parte de la élite que sigue viendo en Senghor desde su nostalgia a los años de Senghor. De modo que frente a la multitud de “Senghores”, a veces un Senghor puede ocultar a otros.
La memoria colectiva de los senegaleses sobre la relación entre Senghor y Sembene a menudo está determinada por la disputa de las dos “d” en el título de la película Ceddo. Lanzada en 1977, Ceddo es la octava película de Sembene y su cuarto largometraje. Se podría esperar que refleje la maestría de Sembene tanto en su expresión artística como en el desarrollo narrativo, especialmente después de rodar La Noire de…, Mandabi, Emitaï y Xala. Sin embargo, Ceddo se asocia a menudo con una controversia que involucra al cineasta y al Presidente de la República, derivada de una disputa sobre la escritura del wolof que se remonta a la publicación del periódico en wolof Kaddu, a principios de los años 1970, por Sembene y sus amigos, entre los cuales está Pathé Diagne, destacado lingüista senegalés.
La controversia giraba en torno a si Ceddo debía tener una “d” conforme a un decreto presidencial de 1970 sobre la escritura de las lenguas nacionales o dos “d” según los propios criterios de Sembene, que dejaba al libre albedrío de los que escriben en wolof usar la grafía que consideren refleja sus entonaciones lingüísticas. A pesar de la atención que los críticos a menudo prestan a este problema, la discrepancia en sí misma es trivial por varias razones. Después de su lanzamiento, Ceddo fue sometida a la revisión de la Comisión Nacional de Control Cinematográfico antes de su proyección en Senegal. Se le pidió a Sembene que añadiera una mención indicando que su película no trataba sobre eventos actuales. Esto sugiere que Ceddo podría interpretarse como una crítica a los líderes islámicos, lo cual es cierto ya que Sembene lo ha afirmado en numerosas entrevistas. También se le pidió que modificara la ortografía del título para cumplir con la solicitud formulada previamente en la aprobación del guion, lo que dio lugar a la famosa polémica.
Apreciemos aquí la carta abierta de Sembene en marzo de 1977: “La prohibición de mi película en nuestros cines está motivada por un decreto que impone una transcripción de la palabra ‘Ceddo’, que ignora la flexibilidad y el genio del idioma wolof… Es inimaginable que elementos ajenos a nuestro idioma puedan pretender entenderlo mejor, al punto de dar consejos a las autoridades para tomar decisiones de este tipo que afectan a los hablantes de fulfulde, sérère, mandinga, diola, soninké y wolof… Es posible que el presidente de la República, un sérère, pronuncie ‘CEDDO’ según la fonética local de su lugar de nacimiento.”
Unos días después de su carta abierta, Senghor le respondió: “Como sabes, las dos funciones más importantes del presidente de la República, según nuestra constitución, son dos: por un lado, hacer cumplir las leyes y decretos, y por otro, definir la política del gobierno. Si te permitiera escribir CEDO con dos ‘d’, fallaría en una de mis obligaciones. Mientras sepas que la ley se aplica a todos sin excepción.” Sin embargo, entre el discurso y la realidad hay una brecha importante, y el presidente era consciente. Dominaba lo que los wolof dicen en lenguaje popular: “Bayil mu sedd” (deje que las cosas amainen) (por cierto, Senghor lo habría escrito con un “d”).
Más allá de las diferencias, Senghor y Sembene se respetaban y puedo arriesgar a decir que se admiraban, por lo menos el presidente admiraba al artista. Esto se debe, quizás, al hecho de que ambos eran artistas, poetas en sus distintas maneras de acercarse a la realidad de África y del mundo. Cada uno siguió un camino pero ambos venían de raíces comunes. Senghor era serer y Sembene lebou, dos grupos que mantienen unos vínculos sagrados. Eran como dos hermanos que el destino separó desde pequeños. Al mayor, Senghor, le robaron su infancia al confiar su educación a los jesuitas, no tuvo más opciones que abrazar la cultura occidental mientras que la densidad de la cultura africana constituía sus aspiraciones. El pequeño, Sembene, rebelde y recalcitrante, creció libre y pudo elegir el camino que le marcaron las circunstancias y los tiempos.
Debo admitir que Sembene es mejor comprendido en África y por los negros en el mundo, no por ser marxista-leninista ni panafricanista, sino por hablar a los africanos y africanas en un idioma que entienden: el cine. El cineasta camerunés Jean-Pierre Bekolo me dijo una vez: “le cinéma c’est Africain parce que c’est la parole et nous avons une culture de la parole.” (el cine es africano, porque se basa en la palabra y nosotros tenemos una cultura de la palabra). De modo que para Bekolo el cine sirve para curar de allí su concepto de “Healing Cinema,” y elemento de esta curación es la palabra. Curiosamente, la idea de Bekolo ya habitaba otros cineastas como Paulin Soumanou Vieyra que solía decir “d’abord ce sont les mots” (primero las palabras). Allí se sitúa la disputa entre dos poetas: Sembene y Senghor no existirían sin las palabras, ya sea en francés o en “africano”.
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Saiba Bayo es politólogo por la Universidad Autónoma de Barcelona con un Master en Filosofía Política por la Universidad Pompeu Fabra donde está escribiendo su tesis doctoral en Ciencias Políticas sobre la obra del escritor y cineasta senegalés Sembene Ousmane. Su campo de investigación abarca el poscolonialismo, los estudios de coloniales y el género. Coordina y enseña el curso sobre introducción a las teorías poscoloniales y los estudios culturales negroafricanos en la Pompeu Fabra.
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