Este es un recorrido por Derecho de Admisión, el poemario del afrocolombiano y afroespañol, Yeison García López, publicado por La Imprenta con evocaciones de Heidi Ramírez.
En palabras del escritor y poeta Leo Zelada: “Este poemario toca con lucidez e indignación temas como el racismo, la falacia de la integración cultural en España, la migración, el exilio; pero a su vez nos habla del amor, de la comunidad, de la magia de nuestras raíces, de una manera cotidiana, apelando a las vivencias del autor, de su infancia, de su barrio, de su lucha, y así lograr contarnos de forma transparente con la belleza de sus palabras, su historia, la de su familia, que es a su vez la historia de todos, todas y todes nosotres, las que habitamos con resplandor la diáspora.”
En Radio Africa hemos hecho una selección de seis poemas evocan a su condición de inmigrante, poniendo de relieve la pesadez de la distancia, el vacío familiar, la búsqueda de un lugar en una sociedad que no te acepta y las problemáticas sociales de la vida en una diáspora constante.
Aturdido
Heme aquí,
sintiendo la distancia en el pecho,
acudiendo al caos de mis párpados que,
ya sin respuestas,
se agitan desperdigando
por las aceras silenciosas y cortantes
mi desorden.
Ya no fabrico excusas para las dolencias,
las ahogó en el fatigado aire de Madrid.
No me doy tiempo.
No lo tengo.
Me levanto,
café,
escribo,
respondo,
llamo,
me levanto,
al metro,
camino,
respondo,
llamo,
sonrío para no crear malestar,
me acuesto.
***
.
Crisis a los 28
Parece que el tiempo no ha pasado.
Me siento.
Me veo
frágil.
En la misma casilla sin color.
Los pies reflejan inestabilidad.
Son 28 años,
el tiempo cicatriza,
ya no veo lo pequeño,
el mundo se transforma a mis espaldas,
quiero volver y no sé adonde,
sólo sé que busco justicia.
¿Qué? ¿Y para quién?
Para las nuestras y nuestros.
¿Quiénes son?
Las que están en la mirada de mi madre,
a todas ellas y ellos pertenezco.
Hasta que el pecho pare,
caminaré.
Aula en flor
Cuántas flores quedaron rotas en la plaza,
desechadas en las aulas de diversificación,
desterradas al rincón por un profesor,
participe del juego de la segregación escolar.
Expulsadas del instituto porque la histeria de su herida
no se podía sellar con castigos,
quizás las paredes del patio de recreo las asfixiaba más.
Aquellas que seguían por el sendero,
a las que alguna profesora había despertado
el esplendor de sus rostros,
pronto eran dirigidas por el orientador,
al ciclo básico de formación profesional.
– Sacalo del instituto y ponlo a trabajar,
le dijo la tutora a la mama.
¿Qué hubiera sido de mí si ella le hubiera hecho caso?
¿A las familias blancas con chicos rebeldes les dirán lo mismo?
Hay un conjunto de voces que nos señalan nuestro papel,
quieren que seamos para siempre sus sirvientes.
Estuve muy cerca de echar a perder,
los anhelos que nuestra madre
situaba en nuestra frente al despedirse
cada mañana.
El amor me abrió los ojos,
no teníamos dinero para clases extraescolares.
Y a la profesora de Lengua,
que intentó empequeñecer mis expresiones,
sólo puedo darle las gracias,
nunca hubiese encontrado al que soy hoy,
sin esa rabia que despertaba en mí pecho.
¿Qué pasó con las que no consiguieron romper con la inercia?
***
.
Control aleatorio
Trece años teníamos,
elegimos cada uno diferentes rutas,
antes de iniciar la cuenta hacia atrás
juntamos nuestras sonrisas:
3, 2, 1, ¡ya!
No recuerdo quién de los dos iba primero,
solo sé que antes de llegar a la meta,
un coche oscuro rompió el juego,
atravesó nuestra niñez.
Tres espantajos blancos descendieron
de aquel habitáculo de goma.
-¿Por qué corréis?
– Echábamos una carrera.
-¿Tenéis drogas?
-No.
Se marchan,
nunca lo hablamos entre nosotros,
pero esa fue una de las primeras veces
que la policía nos marcó,
nos señaló,
nos dijo:
negros.
Hoy te vas como siempre
Marchas,
como cada mañana a recoger café y trigo,
a sembrar con tu luz las acequias,
desde donde bebemos de tu vientre nacidos,
de tus pasos agarrados, de tu dolor amando,
de tu pasión en eco borrando la distancia.
No pude más que agarrar la garganta con las manos,
aguantar en la forma lejana que al parecer me convierto,
cuando la atmósfera produce cuerpos para ser ausencia
y solo queda presente el gesto de la partida.
Otra vez es tu turno,
migrar a otras tierras; somos los y las de siempre,
del sur empobrecido, migramos como resistencia política,
mama, tu lucha está en nuestra sangre rota por la frontera.
Esta vez ya no tengo 7 años,
no lloramos ni mi hermano ni yo detrás de una ventana,
una puerta a la cual fue echada la llave,
¿Lo recuerdas?
En ese momento fuimos rejas y lejanía,
luego llamadas sin contestar,
el paso largo de dos años
creció a modo de sombra en nuestros cuerpos frágiles,
tú no querías dejar de ser el aire del jardín de nuestra infancia,
que tus semillas borraran tu rostro,
nos pedías paciencia,
mientras tus manos apretaban con fuerza el teléfono
y la señal del saldo agotado quebraba tu voz.
No tengas miedo, allí está él,
sabes que con el paso de los años
me he vuelto algo distante,
él ha sido la simiente de tu obra,
es tu hijo sol que no va a cesar de brindarte
refugio entre sus dedos ramas,
así nos enseñaste.
Él imaginara rosas negras
para que se cuelen entre tus ensueños nocturnos,
sonreirá para que en sus gestos me veas presente.
Cierro este poema
convertido en un cuerpo
roto
denso
que en sí
lleva el peso de un:
hoy te vas como siempre.
***
.
Dos abuelas
Todavía en mi mente la frase:
tengo que ir antes de que llegue el cielo.
Mi infancia las divide como el rastro de un aire seco
separa la sal de la tierra,
ella mi abuela blanca, ella mi abuela negra,
una estuvo los últimos años, la otra vio mi nacimiento,
antes del olvido en sus rezos se hallaban nuestros nombres.
No me llega el calor de ninguna,
en sus rostros la vejez se agrieta,
me enmudece cobarde el tiempo,
no supe ser nieto en el exilio,
quizás no quise serlo,
me di a la realidad cercana y desamarre pronto.
Mi abuela blanca, mi abuela negra,
una llamaba en días de fiesta,
la otra buscaba aquella figura que fue un día padre,
las dos convergen en ser presencias agotadas.
No responde mi existencia al proyecto colonial eugenésico del
mestizaje,
no supone mi cuerpo una herida de guerra,
no niego ni el colorismo,
ni el blanqueamiento de las independencias,
***
Vídeos: Heidi Ramirez, fotógrafe y editore de vídeo Web / IG: @pisacielos
Yeison F. García López (IG: @yeison.f.garcia.lopez) es politólogo y activista. Voces del impulso, editado por el Centro de Estudios Panafricanos, es el primer libro de poemas de Yeison F. García López. Nacido el 21 de abril de 1992 en Cali, Colombia y actualmente residente en Madrid, Yeison se ha involucrado en el movimiento asociativo africano y afrodescendiente en España mediante el activismo social y cultural (Kwanzaa, Afroconciencia, SOS Racismo…).
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