Anna Sans – Lleida | La pasión africana por el cine y la cultura india no son ninguna novedad, aunque para mí fue de lo más chocante ver la cantidad de vídeos musicales, series y películas indias que emitía la televisión senegalesa. Pregunté entre mis amigos senegaleses y me hablaron de la fiebre Bollywood. De hecho, en algunos países como Nigeria y Senegal, se habla de una auténtica “indofilia”, (que no se limita solo al sentido cinematográfico sino que se extiende a toda la cultura popular india) a pesar de no haber una diáspora significativa de indios establecidos en África. Empecé a investigar y descubrí que el contacto entre ambas culturas empezó con la importación de películas de la industria de Bombay en los años 50, cuando un empresario libanés se decidió a introducir en el oeste africano películas indias, ya que eran notablemente más baratas que el cine de Hollywood.
La llave del éxito de las películas de Bollywood entre el público africano es que mostraban una realidad mucho más cercana a la suya que las películas occidentales: las películas de Bollywood tratan temas como los matrimonios concertados, la lucha familiar entre la tradición y la modernidad, el colonialismo, los valores de fe, moralidad y honor familiar, temáticas prácticamente inexistentes en las películas de la industria americana. La mitología hindi, con su gran cantidad de dioses y semidioses, y su sociedad estratificada en castas, recuerda a los africanos las grandes epopeyas de los reyes mandinga.
Los africanos son también amantes de las historias de amor romántico y el cine indio les ofrece esas historias sin mostrar desnudos y raramente besos. Los actores de Bollywood, sobre todo las mujeres, aparecen modestamente vestidas, con purdah o velo, turbantes y kaftanes largos que recuerdan los boubous y los trajes tradicionales africanos, otra razón para la aceptación, sobre todo entre el pueblo musulmán del norte de Nigeria, los Hausa.
El antropólogo norteamericano Brian Larkin, que estudió en 1997 el fenómeno social de Bollywood entre los Hausa musulmanes, comenta que en lugar de centrarse en las diferencias entre las sociedades africanas e indias, ellos solo ven similitudes. Los Hausa consideran el cine hollywoodiense como desvergonzado y violento frente a una cultura oriental que les fascina; un mundo paralelo con los mismos valores que las sociedades africanas, una narrativa parecida y un universo de color y música con el que sienten identificados. Hay toda una generación Hausa que ha crecido con el cine de Bombay: es común ver taxis y buses nigerianos decorados con pegatinas y pósters de las estrellas de Bollywood, y que las familias bauticen a sus hijos con los nombres de los actores indios más populares, o al menos con su nombre africanizado.
El corazón de “Indafrica”, sin embargo, se encuentra en Senegal. Es el país más indiófilo de África con más de 40 clubs indios (el primero nacido en 1962, asociación “Amis de l’Inde”, con más de 120 miembros) e incluso un concurso de belleza, organizado en Dakar desde 1998 hasta 2005, llamado “Miss Hindu”, donde las modelos senegalesas desfilaban con sari y ropa tradicional hindú. La henna en manos y pies, e incluso el tradicional punto rojo o bindi en la frente, se han popularizado entre las senegalesas y los negocios de películas regentados por indios, las clases de baile bollywood y la lengua y la música hindi han invadido el país. Después de ver repetidas veces películas como “Mother India” (1957) o “Mangala, fille des indes” (1952), los senegaleses han memorizado los diálogos y las canciones e incluso hay algunas estrellas de la música senegalesa, como el moderno cantante de mbalax Akon, que cantan muchos de sus temas en hindi. La televisión pública senegalesa llena su programación de películas y series de Bollywood, e incluso presentadores como Mamadou Pam hablan hindi perfectamente.
El fenómeno Vaidehi es otra de las muestras de esta fascinación por las películas indias del pueblo senegalés. La actriz protagonista de esta telenovela india de serie B visitó Senegal y fue recibida por el presidente con los honores propios de un cabeza de estado.
El cine de Bollywood también triunfa en Somalia, Chad, Etiopía y Sudáfrica (en menor medida) aunque parece que este matrimonio tan bien avenido entre India y África se está rompiendo. Otra estrella está empezando a brillar tanto o más que el cine de Bollywood: el llamado Nollywood.
Se conoce como Nollywood la floreciente industria cinematográfica nigeriana que empezó a crecer a partir de los años 90 con la proliferación y democratización de tecnologías fílmicas y de edición, que estimuló la industria local. El boom del nuevo cine nigeriano se dio durante la brutal dictadura militar de Sani Abacha, que redujo a la nada una producción fílmica de 35 mm que había sido el orgullo del país. El nuevo cine fue un símbolo de la rebelión y de los movimientos por la democracia, y con el tiempo se convirtió en un nexo de unión entre la población cristiana y la población musulmana. Con la revolución digital la producción de películas se disparó, situándose como la segunda mayor industria cinematográfica del mundo después de Bollywood.
Nigeria produce más de 1200 películas anuales, muy por encima de Hollywood, que representan un 1,4% del PIB del país (generando más de 600 millones de dólares al año) y más de 300 mil empleos, contribuyendo a la expansión económica. En 2014, la industria de Nollywood fue valorada en 5 billones de dólares y un año después, la academia creó el comité para la selección de los Oscar nigerianos, poniendo por fin la alfombra roja debajo los pies del cine nigeriano.
Los temas que trata el cine de Nollywood son típicamente africanos: amores imposibles, dramas familiares, honor, resquicios de la colonización, sida y prostitución, conflictos del petróleo, fantasmas, caníbales… Y están empezando a sustituir a Bollywood en toda África del oeste, incluso en Senegal. El público africano observa y critica la reciente occidentalización y modernización del cine indio. Acercándose cada vez más al cine de Hollywood, parece estar alejándose de África, que además tiene ahora su propia estrella en el firmamento de la industria cinematográfica.
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