Tania Adam – Barcelona | Mia Couto (Beira,1955), uno de los escritores más consagrados de la literatura lusófona, no sólo destaca por su literatura merecedora de galardones sino por su labor como activista y critico social. Su compromiso y responsabilidad responden a al gesto que tuvo lugar durante los disturbios xenófobos producidos en Sudáfrica el pasado mes de abril; atentados contra la población inmigrante en las principales ciudades del país.
Couto le escribe una carta abierta al Jefe de gobierno sudafricano, Jacob Zuma, en la que mira al pasado para explicar el presente; una correspondencia personal en clave de naciones. En ella le recuerda lo mucho que el pueblo mozambiqueño ha hecho por Sudáfrica y lo caro que ha tenido que pagar por ello. Advierte al presidente que la revuelta es un atentado contra la Rainbow Nation; contra los propios sudafricanos. Le plasma su tristeza por ver a Sudáfrica en los medios internacionales por hechos tan deshumanos y le reclama, más allá de medidas puntuales tardías, tomar medidas de prevención para que episodios similares no vuelvan a ocurrir. Y, para ello, se ofrece para colaborar en la construcción de acciones provisorias. Este escrito sirve para contextualizar la relación entre ambos países; una buena relación que se ve dañada cada vez que estallan brotes de xenofobia.
Días más tarde Zuma le contesta; le comenta que es imposible olvidarse de la amistad que los mozambiqueños le ofrecieron cuando estaba en el exilio durante el régimen del Apartheid. Manifiesta que para él Mozambique es como su segunda casa, y reconoce su contribución en la lucha por la liberación del régimen. Expone su pena por las muertes y admite la difícil situación por la que atraviesa su país. Sin embargo, pone el focus del problema en la inmigración ilegal y no propone soluciones. Es una respuesta es cordial ante gesto admirable de Couto; que le escribe una carta dura y entrañable basada en el respeto.
Este episodio se da en el 21 aniversario de la victoria de Mandela; las primeras elecciones sudafricanas tras el Apartheid. Si Nelson Mandela levantara la cabeza no daría crédito a lo que está ocurriendo, o sí, quién sabe, él mejor que nadie conocía a su nación, como si de un hijo se tratara.
Imágenes de los disturbios:
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