Para quienes no son mozambiqueños o no viven en Mozambique, creo que puede resultar difícil comprender el impacto real que Edson da Luz, alias Azagaia, tiene en ese país. Aunque no es un artista pionero en la crítica social -y aquí podemos mencionar nombres importantes como Pedro Langa, Zeca Alage, Salvador Maurício, Simeão Mazuze o Salimo Mohamed-, Azagaia, a través del rap y del uso de la lengua portuguesa, consiguió ser transversal, uniendo a generaciones, independientemente del “estrato social” o del color de la piel.
Nunca antes había aparecido en Mozambique un artista que estuviera tan en sintonía con el alma de su pueblo y de su nación, como un Bob Marley o un Fela Kuti, que cargara sobre sus espaldas toda la frustración de una generación poscolonial y retratara con precisión los anhelos, las decepciones y los sueños del pueblo mozambiqueño.
Azagaia © Cassimano
Edson da Luz nació el 6 de mayo de 1984 en Namaacha, junto a la frontera con Eswatini (antigua Suazilandia). Hijo de padre caboverdiano y madre mozambiqueña, se trasladó con su madre a los 10 años a la ciudad de Maputo tras la separación de sus padres. Terminó el instituto y fue a la universidad en la carrera de Geología, habiendo jugado también en el equipo de baloncesto del Desportivo de Maputo.
A los 13 años, se une al MC Escudo y crea el grupo Dinastia Bantu. Aquí nace el nombre Azagaia (lanza corta). El Escudo y la Azagaia eran las armas guerreras utilizadas por los jércitos de Shaka Zulú y también en Mozambique por los guerreros de Gungunhana. En 2005, Dinastia Bantu publica su álbum Siavuma.
En 2007, publica su primer álbum en solitario Babalaze (resaca en lengua changana) en el sello Cotonete Records, que alcanzó un récord de ventas el día de su lanzamiento. El primer sencillo, “Las mentiras de la verdad”, sitúa a Azagaia en el mapa por su fuerte crítica política y representa un hito en la historia de la música de intervención y en la defensa de la libertad de expresión en Mozambique. Por primera vez aparece un artista que dice lo que todo el mundo piensa, pero nadie tiene el valor de verbalizar.
Abordando varios temas “tabú”, Azagaia habla de la muerte de Samora Machel, del asesinato del periodista Carlos Cardoso, del economista Siba Macuacua o del músico Pedro Langa. Habla de las relaciones promiscuas entre la banca, la televisión y el gobierno. Habla de la corrupción enquistada en diversos sectores de la sociedad.
Destacan los temas “A Marcha”, “As Verdades” y “Eu Não Paro”. Inmediatamente se le otorga el estatus de revolucionario y activista, el hombre con “los testículos en su sitio”. Las emisoras de radio y televisión se niegan a reproducir sus canciones y empieza a recibir amenazas. Le invitan a actuar fuera de Mozambique, la revista Rolling Stone hace referencia a él y le invitan a participar en conferencias sobre Derechos Humanos.
El 5 de febrero de 2008, a raíz de la revuelta popular desencadenada por el aumento de las tarifas del transporte público, lanza el single “Povo no Poder”. Azagaia fue citado a declarar ante el Ministerio Público, sospechoso de atentar contra la seguridad del Estado. Nada de esto frenó al rapero, que en 2009 lanzó “Combatentes da Fortuna” y en 2010 “Arriii”, sobre el escándalo del narcotráfico, la evasión fiscal y los asesinatos políticos.
En 2011 es detenido, junto a su amigo Miguel “Cherba”, por posesión de un cigarrillo de suruma (cannabis sativa), pocas horas antes de actuar en concierto en el mítico bar Gil Vicente de Maputo, donde iba a presentar el nuevo single “Minha Geração”, y fue puesto en libertad poco después.
En noviembre de 2011 me mudé de Lisboa a Maputo y, aunque ya conocía a varios músicos mozambiqueños, aún no había tenido el privilegio de conocer a Azagaia, de quien era fan desde el lanzamiento del primer disco. Fue una tarde en Maputo, frente al Cine África, cuando su mánager Magda Burity da Silva me presentó al rapero. Pronto acordamos que le ayudaría a producir su segundo álbum, que ya estaba en fase de preproducción.
Empezamos a trabajar, casi a diario, en mi primera casa de Maputo, en la zona de Alto Maé, y poco después me trasladé al complejo Torres Vermelhas. Fue allí, en el piso 13, donde terminamos Cubaliwa, irónicamente justo al lado del Palacio del Presidente, en un edificio donde el ascensor se averiaba constantemente.
Fue entonces cuando empecé a darme cuenta del impacto que tuvo en el pueblo mozambiqueño. Todo el mundo le reconocía cariñosamente por la calle: policías, estudiantes universitarios, vendedores ambulantes, señoras de la limpieza, etc. Era respetado por sus compañeros, a nivel artístico, y por su valentía e inteligencia.
Artículo publicado del número 49 de la revista Off the record (abril 2023). Publicación independiente (Santiago de Chile).
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Milton Gulli (ig: milton_gulli_music) es un músico mozambiqueño nacido y criado en los suburbios de Lisboa, profundamente inmerso en los sonidos lusófonos y en la escena musical africana contemporánea de Lisboa. En 2011, se mudó a Mozambique y comenzó a trabajar con el rapero Simba en la producción de “The Heroes – A Tribute To A Tribe”, mientras ayudaba a producir “Cubaliwa” de Azagaia para su recién formado sello independiente Kongoloti Records.
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