Tania Adam – Barcelona |
Hace unas semanas entrevisté a Taiye Selasi, creadora del afropolitanismo, con motivo de su participación en el Kosmopolis, bienal literaria que se celebra en el CCCB. Me sorprendió que la invitaran a hablar sobre afropolitanismo en un ámbito que propone pocas reflexiones entorno a las identidades y culturas negras y africanas, pero es una de esas descontextualizaciones que tanto me gustan.
Taiye valora que el afropolitanismo simplemente es una descripción que no tiene ninguna pretensión social ni antropológica, para ella es la explicación de una experiencia, la suya, como joven contemporánea urbana de raíces africanas y mentalidad intercultural. Han pasado diez años desde su creación y el afropolitanismo ha viajado por muchos derroteros, algunos con más fortuna que otros. Hay quienes lo veneran y lo utilizan para definirse a si mismos, creando de esta manera múltiples interpretaciones, hecho del que Taiye se siente orgullosa. Yo también lo estaría, la verdad. Pero también existen muchas voces disidentes, sobre todo en el continente.
La blogguera Minna Salami, conocida como Ms Afropolitan, hace una interpretación más amplia y considera afropolitana a aquellas personas de origen africano, o influenciados por las culturas africanas, que intentan cambiar la percepción sobre África. Personalmente me siento muy identificada con esta descripción, sin embargo no me siento afropolitana, y si es necesario sellarme con una etiqueta lo haría con la de diáspora africana. Por una sencilla razón; la diáspora abarca realidades muy variadas en todo el mundo cosa que no pasa con el afropolitanismo, que se centra en unas experiencias concretas que crean un imaginario del que no me siento parte.
© Apripopmag
Afropolitano es un término que lleva inmerso la palabra africano y cosmopolita. Este último tiene diversos significados, Taiye lo entiende desde su concepto original creado por los griegos y que hace referencia a la polis, lo local y al cosmos, el universo. Para mi, cosmopolita hace alusión a una persona que ha vivido en muchos países y ello supone, en su mayoría, la pertenencia a una clase social media – alta. Respecto al imaginario, los abanderados del concepto lo han relacionado con una estética muy marcada y tendenciosa con la que tampoco me siento identificada. No obstante me gusta la moda, la estética, vestirme… de hecho tengo la marca de complementos, safura, pero voto por la funcionalidad y naturalidad. Y el imaginario afropolita no es natural, al menos desde mi punto de vista.
Y por último, y no menos importante, considero en cierta manera discriminatorio la identificación del afropolitanismo con “lo joven”. Para Taiye el afropolita se crea en una edad temprana y, queriéndolo o no, lo encasilla con la juventud. Esta discriminación por edad no me parece muy acertada ya que aboga a “a lo joven y guapo”, otra razón más por la que siento lejos.
El que me sienta o no identificada con el afropolitanismo no es una preocupación para Taiye, ella manifiesta a diestro y siniestro que ha querido contar su propia experiencia. Sin embargo con la misma libertad con la que lo ha creado, yo expongo porqué no me siento afropolita, sin ánimos de destruir el afropolitanismo, porque en cualquiera casos lo valoro como un concepto interesante que describe a un grupo reducido de personas, eso sí, personas que forman parte de la diáspora.
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