Tania Adam – Barcelona | Corrían los años ’50 cuando Hollywood, la mayor fábrica de creación y exportación de imaginarios, engendró uno de los grandes clásicos del cine negro: “Jungla de asfalto” (Jonh Houston, 1951); un relato de delincuencia e hipocresía, o como se manifiesta en ciertas críticas, una crónica de la putrefacción de los valores humanos. El film ofrece una visión despiadada de la ciudad, un lugar donde opera la ley del más fuerte; una jungla recubierta asfalto, ese material viscoso y pegajoso que recubre de gris el paisaje.
En tiempos de Houston, los urbanitas representaban un 29% (frente al más del 50% de hoy día), y desde hacía bastante tiempo, el ser humano ya había decidido transformar los espacios en masas de hierro, cristal y asfalto para convertirlos en grandes urbes, en lugares que se han encargado de transformarnos física y psicológicamente; ya existen estudios que avalan que la experiencia urbana afecta a las áreas cerebrales relacionas con el estrés y el carácter. Y es que no somos inmunes al caos, al tráfico, a la contaminación o al ruido. De hecho, somos conscientes de ello; sabemos que la ciudad nos perjudica (seriamente) la salud (mental y física) y nos hace más vulnerables. Pero aún así, insistimos en vivir sobre el asfalto(la ONU prevé que para el año 2050, el 70% de la población mundial vivirá en los núcleos urbanos).
Pero volvamos a la película de Houston e intentemos por un momento situarnos en la ciudad que nos retrata; muchos de nosotros la podríamos imaginar con facilidad puesto que lo hemos visto en cientos de películas. Ahora cojamos nuestra imaginación y atravesemos el Atlántico, y situémonos en una urbe africana al otro lado del océano: Dakar, Luanda, Lagos, Cotonou, Libreville o Monrovia por ejemplo. Seguramente nos cueste vernos en cualquiera de estas poblaciones; no salían en las películas, y claro, existe un gran vacío en nuestro imaginario. Probablemente nos encontraríamos con ciudades coloniales, espacios cuasi rurales y centros comerciales de la metrópolis con estructuras muy básicas. En esos años ninguna ciudad africana llegaba al millón de habitantes y solamente un 4% del continente africano estaba urbanizado (frente al 15% de Estados Unidos o al 31% de Europa).
Nairobi 1950
Medio siglo más tarde el panorama es totalmente diferente: los africanos son cada vez más urbanitas, y su vida tiene más que ver con el imaginario de Houston que con las “localidades de las provincias de ultramar” (así llamaba Portugal a sus colonias). El proceso de urbanización africano ha sido apresurado; desde las descolonizaciones el éxodo rural hacia las urbes, unida a un crecimiento demográfico galopante, ha supuesto un incrementado los habitantes urbanos. En el año 2008 ya había más de 40 ciudades con más de un millón de habitantes, y a día de hoy dos de las grandes megalópolis mundiales, El Cairo (Egipto) y Lagos (Nigeria), se sitúan en el continente africano.
Este crecimiento acelerado supone un reto de organización social y es una de las mayores preocupaciones de los urbanistas. Apenas un 35% de los núcleos urbanos está urbanizado; el resto son conglomeraciones de slums donde aparentemente el caos está a la orden del día. Pero nada más lejos de eso: estos espacios son una trama compleja y sofisticada de organización social y de autogestión urbana creada por sus ciudadanos, y sin lugar duda podrían ser la envidia de los proyectos de autogestión social de occidente. A pesar de ello, no hay que perder de vista que el urbanismo feroz se está comiendo a la ciudad africana y a sus vecinos que viven a pulso entre modernidad y tradiciones en núcleos densos con graves carencias “urbanas” (la pesadilla de muchos urbanistas), y donde los valores capitalistas, las desigualdades y la pobreza están a la orden del día.
Por suerte, y a pesar de estos retos urbanísticos, complejidades y la violencia (entendida en sentido amplio) que supone la vida urbana, las ciudades no dejan de ser un espacio de vida y un foco de creatividad; las urbes africanas son un cóctel de aquello local con lo otro global, un lugar donde se producen constantes transformaciones de las herencias nacionales y tradicionales, hacia nuevas formas de expresión urbana. Se trata de una mezcla de identidades que transforman las creaciones artísticas y las hacen más interesantes que nunca.
Los artistas de todo el continente ofrecen constantemente trabajos contemporáneos y ricos, y cada vez más, afirman que su arte choca de frente con los prejuicios y estereotipos que muchos asocian a este vasto territorio. Realmente no podemos pasar por alto que África es un continente castigado como pocos; siglos de esclavitud, colonización y precariedad no han dejado impasibles a sus habitantes. Ahora surge la necesidad de enseñar al mundo quiénes son y la ciudad se convierte en un escenario perfecto; en él tienen acceso a las herramientas suficientes para crear, construir sus nuevas realidades y mostrarlas al mundo.
© Andrew Eseibo. Tafa balewa Square, Lagos, on lagos Island.
Este mes de octubre centramos la revista en el “hecho urbano” y las creaciones que surgen en esos espacios. Trataremos de hacer simplemente un acercamiento, ya que somos conscientes que es imposible abarcar el continente, y mucho menos toda la creatividad que emanan sus ciudades. Viajaremos a Nairobi (Kenia) de la mano del escritor Moses Kilolo con su cuento “An Inmortal precarietat goes into the night”; el DJ Golfo de Guinea nos acercará a Bata (Guinea Ecuatorial) con sus reflexiones musicales. Chiomzi nos llevará a través de sus imágenes por su Nigeria natal con su proyecto Venus Vibes. Sarah Ardite y yo os situaremos musicalmente en Dakar (Senegal), Lagos (Nigeria), Accra (Ghana), Jo-burg (Sudáfrica), Luanda (Angola) o Uagadugú (Burkina Faso), ciudades donde los creadores del documental Fonko (que se presenta en el Festival In-Edit) se pararon para conocer las propuestas musicales que nacían en esas calles y esos barrios. Dj Daib y Diara Ballo, nos mostrarán a músicos (invisibles), afrodescendientes dedicados al hiphop de las ciudades españolas, y Clara Nuñez, nos hablará de cómo esas creaciones televisivas, más globales que locales,como puede ser Gran Hermano, están afectando también al continente.
+ Tania Adam (Maputo, 1979) | fundadora & editora-jefa. Gestora cultural, licenciada en Administración y Dirección de Empresas, está especializada en cultura contemporánea africana, inmigraciones e interculturalidad. Desarrolla proyectos culturales, de sensibilización y desarrollo relacionados con el continente africano y el fomento de las formas y prácticas culturales de procedencia no occidental. Contacto: tania@radioafricamagazine.com | @TaniaSafuraAdam
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